Thursday, August 18, 2011

Aug | 18 | Un nuevo himno por la redención de tu Jerusalén

Palabra para meditar – RECLAMAR

Números 12:6
“El Señor les dijo: «Escuchen lo que voy a decirles: Cuando un profeta del Señor se levanta entre ustedes, yo le hablo en visiones y me revelo a él en sueños.”

Un nuevo himno por la redención de tu Jerusalén

El poeta Wordsworth escribió respecto al “poeta profético” de nombre elegante, William Blake: “No hay duda de que este pobre hombre estaba loco, pero hay algo en la locura de este hombre que me interesa más que la buena salud mental de Lord Byron y Walter Scott”.
Fue este mismo William Blake quien en su prefacio para su trabajo intitulado “Milton”, escribió las siguientes líneas, “Jerusalén”:

¿Y hollaron esos pies, antaño,
los verdes montes de Inglaterra?
¿Y vióse el sacro Cordero de Dios
por los pastos ingleses, placenteros?
¿Resplandeció el Divino rostro
sobre nuestras colinas nubladas?
¿Y edificóse una Jerusalén
en medio de esos negros, satánicos molinos?
¡Dadme mi arco de oro ardiente!
¡Dadme mis flechas de deseo!
¡Traed mi lanza! ¡Abríos, oh nubes!
¡Traédme mi carro de llama!
No cejará en mi espíritu la lucha
ni ha de dormirse en mi mano la espada,
hasta que levantemos otra Jerusalén
en el solar verdeante y dulce de Inglaterra.


Más de cien años después de haber escrito estos versos, durante los estragos de la Gran Guerra y de sus enormes pérdidas, se buscaron unos versos y música magnificentes que siguieran infundiendo patriotismo y sacrificio a las masas. Fue el prefacio de Blake al poema “Milton” el que se utilizó con grandes y prolongados efectos. Estos mismos versos fueron luego popularizados con la música de Sir Edward Elgar, y la conmovedora interpretación que realizó ha sido desde entonces ampliamente adoptada como himno, por varias instituciones inglesas e incluso por organismos políticos. De hecho en 1922, en la ciudad de Leeds, el mismo Rey Jorge V dijo que ¡prefería reemplazar “Dios salve al Rey” por “Jerusalén” como himno! No obstante, Gran Bretaña, aunque no ha tenido nunca un himno oficial, se rehúsa a adoptar este poema de lo más grandioso y popular, principalmente porque tiene cuatro preguntas en la primera estrofa, que me temo debo decir, tienen que ser respondidas con un ‘¡no!’ rotundo. Sin embargo, es precisamente hacia esas cuatro preguntas hechas por Blake, que quiero volcar nuestra atención en esta noche.

Este poema de Blake está hecho sobre una antigua leyenda que dice que Jesús, siendo aún un joven, vino de visita a la antigua ciudad de Glastonbury, acompañado por José de Arimatea. No es una leyenda inusual porque se dice que Glastonbury Tor está en medio de numerosos campos magnéticos terrestres (Líneas Ley) y ha sido un centro místico y espiritual durante miles de años. No hay duda de que, geográficamente, Glastonbury Tor pudo haber sido alguna vez la isla antigua y legendaria de Avalón. No es de sorprender entonces que Glastonbury sea también el punto focal para la mayoría de leyendas que se refieren al rey Arturo, a José de Arimatea y al Santo Grial. Mientras escribo esta reflexión hoy, Glastonbury, con la caída del cristianismo en Inglaterra, se ha convertido en el centro del misticismo pagano en todas sus formas más excéntricas y estrafalarias. Sí, ¡que Dios nos ayude! Incluso el mundo espiritual se aterra con el vacío.

El poema de Blake, “Jerusalén”, basado en estas mismas leyendas cristianas de Glastonbury, no sólo se lamenta por la crecida de las destrucciones referentes a los molinos satánicos de la revolución industrial, sino que también parece indicar dos cosas más:


Primero que todo, en la primera estrofa del poema, Blake muestra algo de aquiescencia a su creencia en las mismas leyendas de Glastonbury. Es decir, especialmente a la de que Jesús visitó Glastonbury y estableció la primera iglesia en Inglaterra justo allí. Verán, en la mente de Blake, yo creo que esas primeras cuatro preguntas ¡se responden afirmativamente! ¡Sí! Cristo sí vino a Inglaterra, y sí, Cristo sí edificó una Jerusalén, la metáfora del cielo, la metáfora de Sión, la metáfora de la ciudad del pueblo de Dios, justo aquí en Inglaterra. Son completas ‘tonterías’ por supuesto, ¡pero me pregunto si Blake se las creía...!

Segundo y mucho más importante, es la trascendencia impulsora de la afirmación de Blake a estas preguntas, que se encuentra en la segunda estrofa de la obra. Blake dice en efecto: “Como el mismo Dios ha comenzado un buen trabajo en nosotros, en nuestra tierra, y lo hizo con una vista personal, entonces ahora que vemos a nuestro alrededor las ruinas de nuestra cultura cristiana, de nuestra comunidad cristiana, de nuestra una vez magnífica Inglaterra cristiana, debemos tomar nuestras armas espirituales ¡y luchar para reconquistar estas tierras perdidas de Jerusalén!” Blake luego invoca imágenes poderosas y fervorosas de un deseo grandioso y decidido, cuando pide armas celestiales que ayuden a combatir en esta guerra espiritual, justo aquí en la tierra. Ojalá que lo que queda de la iglesia del Dios vivo en nuestro tiempo, eligiera hacer lo mismo. En vez del esfuerzo desinteresado, la orden del día es la búsqueda egoísta del placer espiritual.

En todas las tierras cristianas primitivas, ahora perdidas o perdiéndose ante las religiones falsas de todo tipo, estas viejas palabras de Blake deben convertirse en el himno de batalla. En todas las batallas personales que luchemos dentro de nuestro corazón, nuestras propias casas, nuestras propias relaciones, de hecho, en todas las reconquistas de territorios perdidos ante el más asesino y ladrón de nuestros enemigos, estas viejas palabras de Blake deben convertirse en nuestro nuevo y poderoso, nuestro nuevo y personal himno de batalla.

Jerusalén, mis amigos, debe ser reconstruida en todas nuestras tierras fértiles y hermosas. El que tenga oídos para oír, que oiga.

Medita: “Pidamos por la paz de Jerusalén: Que vivan en paz los que te aman. Que haya paz dentro de tus murallas, seguridad en tus fortalezas. Y ahora, por mis hermanos y amigos te digo: ¡Deseo que tengas paz! Por la casa del Señor nuestro Dios, procuraré tu bienestar.” Salmos 122:6-9

Ora:
Oh Dios, de mi alma, sé Tú mi visión.
Nada te aparte de mi corazón, n
oche y día pienso yo en ti,
y tu presencia es luz para mí.

Sabiduría, sé Tú de mi ser.
Quiero a tu lado mi senda correr; y
o soy tu hijo, tenme Señor,
siempre morando en un mismo amor.

Sé mi escudo, mi espada en la lid,
mi única gloria, mi dicha sin fin;
del alma amparo, mi alto torreón;
a las alturas condúceme, Dios.

Riquezas vanas no anhelo,
Señor, no el vano halago de la adulación;
Tú eres mi herencia, Tú mi porción,
Rey de los cielos, tesoro mejor.

Oh Rey de gloria, del triunfo al final,
guíame al cielo, tu dulce hogar;
luz de mi alma, dueño y Señor,
en vida o muerte, sé Tú mi visión.

Traducido de un antiguo himno irlandés


No comments:

Post a Comment