Friday, August 19, 2011

Aug | 19 | Convirtiendo el desastre en descubrimiento

Palabra para meditar – CAMBIO

Lamentaciones 3:40-47
“Hagamos un examen de conciencia y volvamos al camino del Señor. Elevemos al Dios de los cielos nuestro corazón y nuestras manos. Hemos pecado, hemos sido rebeldes, y tú no has querido perdonarnos. Ardiendo en ira nos persigues; nos masacras sin piedad. Te envuelves en una nube para no escuchar nuestra oración. Como a escoria despreciable, nos has arrojado entre las naciones. Todos nuestros enemigos abren la boca para hablar mal de nosotros. Hemos sufrido terrores, caídas, ruina y destrucción.”

Convirtiendo el desastre en descubrimiento

La Operación Jubileo se puso en marcha el día de hoy.

Para los hebreos, el Año del Jubileo era una celebración de cada cincuenta años, en la que los terrenos perdidos eran recuperados, los esclavos quedaban libres y todas las deudas eran canceladas. El Diccionario Bíblico Easton describe de forma maravillosa el beneficio de un sistema semejante en que: “Evitaba la acumulación de la tierra por parte de unos pocos a detrimento de la comunidad en general. Hacía imposible que cualquier persona naciera en absoluta pobreza, pues todos tenían tierra en herencia. Impedía aquellas inequidades producto de la riqueza y la pobreza extremas y que hacen de un hombre el tirano de otro. En última instancia eliminaba la esclavitud. Proporcionaba una oportunidad fresca para aquellos que por circunstancias adversas eran reducidos a empezar de nuevo sus carreras de industria en el patrimonio, que temporalmente habían perdido. Rectificaba de manera periódica los desórdenes que se colaban en el estado con el paso del tiempo, impedían la división de los pueblos en nobles y plebeyos, y preservaban inviolable la teocracia”. ¡Maravilloso! ¡Yo digo que demos paso al Jubileo!

Un día como hoy en el año de 1942, los Aliados pusieron en marcha la Operación Jubileo, que en realidad era un ataque a gran escala contra el Puerto Francés de Dieppe, ocupado por los Nazis y bien fortificado. El objetivo del ataque era apoderarse y retener un puerto importante durante un breve tiempo, tanto para demostrar que era posible, como para recopilar información de los prisioneros y el material confiscado, evaluando al mismo tiempo, las respuestas del enemigo. El ataque también tenía el propósito de utilizar la fuerza aérea para llevar a la Luftwaffe (Fuerza Aérea Alemana) a un enorme encuentro planeado y a una gloriosa victoria aérea para los aliados.

El ataque en Dieppe, no obstante, no fue nada menos que un desastre. No se consiguió ninguno de los objetivos principales, la Marina Real recibió una paliza, la Fuerza Aérea Real fue desollada viva y de los 6000 valientes soldados canadienses que participaron en el ataque, más del 50% fue o asesinado, o herido, o capturado. No se recuperó ningún territorio, no se pagó ninguna deuda y no se liberó ningún esclavo. La verdad, la Operación Jubileo de Diepee fue un desastre para los Aliados.

Pasarían dos años para que se llevaran a cabo los desembarcos masivos de los Aliados en Normandía. El éxito de esos posteriores desembarcos del Día-D, definitivamente tuvieron relación con la rectificación de los errores que se descubrieron con el desastre de Dieppe.
Díganme en esta noche, ¿cuántas de sus alegrías ‘jubilares’ han convertido en ‘desastres Dieppe’ para su vida? ¿Cuántas veces el intento de liberación ha llevado luego al cautiverio? ¿Cuántas veces ha vuelto a pasar esto?

Si la decepción y el desastre te pisan los talones, mi querido amigo, entonces necesitas un interrogatorio completo contigo mismo y con tu Señor, para examinar completamente dónde están tus errores y luego implementar medidas valerosas, para asegurarte de que tu próxima Operación Jubileo no sea otro costoso desastre. Te digo que a menos que te tomes un tiempo para descubrir, examinar y corregir todas las fallas de los intentos pasados, ni todo el coraje, ni toda la perseverancia, ni toda la fe, van a darte el éxito. Debes tomarte el tiempo para transformar todos tus desastres en campos de descubrimiento para que puedan darse futuros puntos de apoyo, ‘cabeceras de puente’ y victorias en el campo de batalla.

En la primera semana de Septiembre de 1944, la Segunda División de Infantería Canadiense liberó el mismo puerto de Dieppe donde había ocurrido el desastre previo. Cuando la división se acercaba y frente a sus ojos, la guarnición Nazi emprendió la huída. Los Aliados habían descubierto todos los problemas del ataque a Dieppe y habían rectificado todos y cada uno de ellos. No había manera de que el enemigo quisiera enfrentar el intento y la certeza de los Canadienses de una victoria absolutamente definitiva y arrasadora en el campo.

Amigos, los soldados canadienses, frescos y mejor preparados, y todos los sobrevivientes canadienses de Dieppe, en esta ocasión recuperaron el territorio, recuperaron la deuda, liberaron a los que estaban en la esclavitud Nazi ¡y tuvieron un desfile de victoria!

Es tiempo de comenzar a soñar y de planear tu desfile de victoria en esta noche, pero no puedes hacerlo sino hasta que hayas convertido tus desastres en campos de descubrimiento. Así que considero que es tiempo de ser interrogados, queridos amigos. Es tiempo de analizar cada uno de los escombros y examinar los cuerpos.

Medita: “Hemos sufrido terrores, caídas, ríos de lágrimas corren por mis mejillas porque ha sido destruida la capital de mi pueblo. Se inundarán en llanto mis ojos, sin cesar y sin consuelo, hasta que desde el cielo el Señor se digne mirarnos. Me duele en lo más profundo del alma ver sufrir a las mujeres de mi ciudad. Mis enemigos me persiguen sin razón, y quieren atraparme como a un ave. Me quieren enterrar vivo y taparme con piedras la salida. Las aguas me han cubierto la cabeza; tal parece que me ha llegado el fin. Desde lo más profundo de la fosa invoqué, Señor, tu nombre, y tú escuchaste mi plegaria; no cerraste tus oídos a mi clamor. Te invoqué, y viniste a mí; No temas», me dijiste” Lamentaciones 3: 47-57

Ora: Oh Señor, la vergüenza es nuestra, de nuestros reyes, nuestras princesas y nuestros padres, porque hemos pecado contra Ti. Tuya, oh Señor, nuestro Dios, es toda la misericordia y el perdón, aunque nos hayamos rebelado contra Ti. Entonces, Señor, ven y remueve nuestros escombros, sánanos de nuestros ‘daños’, y libéranos así de nuestra basura; que podamos ser más que vencedores en Cristo, quien nos amó y dio Su vida por nosotros. Amén




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