Thursday, August 25, 2011

Aug | 25 | Nada grande en esta vida, es fácil

Palabra para meditar – PERSEGUIR

1 Timoteo 6:10
“Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe y fueron traspasados de muchos dolores.”

Nada grande en esta vida, es fácil

“Al encontrarnos frente a frente, comparé al atractivo marinero que había conocido antes, con la apariencia afligida y terriblemente alterada del hombre que se exponía a la muerte en los remolinos de los rápidos. No buscaba el suicidio sino el dinero y la fama imperecedera”.

Ese fue el comentario del Sr. Robert Watson respecto a su amigo de toda la vida, el capitán Matthew Webb, quien pronto moriría en los remolinos de las Cataratas del Niágara, mientras perseguía su intento de fama y fortuna, nadando por $24,000 dólares.

Fue un día como hoy en 1875 que el capitán Webb se convirtió en la primera persona en nadar el Canal de la Mancha. Cubierto en aceite de marsopa, y comenzando en Dover, emergió de entre las olas unas 21 horas y 45 minutos más tarde, caminando en tierras de Calais. A partir de ese momento, Webb se convirtió en una leyenda de su tiempo. Haber ganado otras competencias profesionales de natación a nivel mundial, junto con las extensas giras de conferencias en el exterior, trajeron el prestigio y el dinero que este joven de Shropshire tan evidentemente deseaba.

Sin duda, al ser consciente casi con certeza de lo desalentador de su intento en las Cataratas del Niágara, se le escuchó decir para sí: “Si muero, ellos se ocuparán de mi esposa”. En efecto murió, y el cuerpo de Webb se encontró río abajo unos cuatro días después del inicio de su funesta aventura. La corriente furiosa de los remolinos había estrellado su cabeza contra las rocas irregulares que estaban bajo la superficie. Webb había traspasado su propio ser y a su familia con demasiados dolores.

El lema persona del capitán Webb era “Nada grande en la vida, es fácil”. Cuán cierto, y con todo, el enfoque de esta leyenda de hombre, estaba arraigado en la grandeza pasajera de la fama y la fortuna terrenales; y cuando estos dos mares se juntan en el corazón de un hombre, amigo, parten en dos su casco. Nuestro versículo de esta noche dice que el amor al dinero -y a toda la fortuna y fama asociadas a él- es como clavarse uno mismo en un alambre para asar, y torturar el alma en sus flameantes llamas. Así que, deducimos de nuestro versículo de esta noche que la persecución de esa doble muerte, es indicio de una estrella fugaz completamente fuera de su curso y destinada al dolor adverso, y al sufrimiento severo y traspasador, violento y penetrante. Curiosamente, esta misma palabra griega para “traspasar” es traducida por “fue a dar” en Hechos 27: 41, donde dice “Pero el barco fue a dar en un banco de arena y encalló. La proa se encajó en el fondo y quedó varada, mientras que la popa se hacía pedazos al embate de las olas”. Qué ilustración para esta noche, en lo que se refiere a la búsqueda de la fortuna y de la fama, y del amor al dinero. “Hacer esto”, dice la Escritura, “es como nadar entre un remolino de mares violentos, es como empalarse en la destrucción, es un eventual hundimiento en la pena, es la implosión de tu vida, que la deja como restos destruidos y lavados en las playas de tu epitafio”.
Ahora, la Biblia no podría ser más clara respecto a los resultados destructivos y mortales que quedan de este amor al dinero y de esta búsqueda de toda seguridad y confort en los bienes de este mundo. Sin embargo, les digo amigos, cuanto más viejo soy y menos dinero y seguridad terrenal tengo, más fuerte se hace el impulso desesperado de esta búsqueda demente. Cuanto más veo a mis contemporáneos aparentemente organizados y seguros, entonces más crece en mi interior esta locura de medición. La posibilidad de abandonar a Cristo y Su llamado, de buscar la seguridad financiera en vez de Su Reino, crece cada vez más fuerte en mí, con cada día que pasa.

Cuando uno es joven, es más fácil darse todo a Cristo, ya que la seguridad aparente del tiempo que está por venir, genera posibilidades de alguna cosecha. Ah, pero cuando el tiempo pasa, y con él todas las estaciones de siembra; cuando los cultivos de los demás se cosechan delante de tus ojos observantes, es difícil entonces seguir a Cristo; y es fácil sobrellevar el rostro triste y ahora pálido, de una fe que alguna vez fue fuerte, pero que ahora se ha ido. “Al encontrarnos frente a frente, comparé al atractivo marinero que había conocido antes, con la apariencia afligida y terriblemente alterada del hombre que se exponía a la muerte en los remolinos de los rápidos. No buscaba el suicidio sino el dinero y la fama imperecedera”.

Al hacernos viejos, el llamado de Cristo debe hacerse más fuerte. Al hacernos viejos, la atracción por Su reino debe hacerse más fuerte. Al hacernos viejos, el enfoque de nuestros ojos debe hacerse más como el del láser y entonces, como viejos caballos de guerra, tendrán que ponernos anteojeras para que ninguna distracción pueda hacernos desviar del camino seguro en el que hemos estado caminando durante tanto tiempo.

¿En dónde está tu enfoque en esta noche, joven? ¿En dónde está tu enfoque en esta noche, viejo? ¿Escuchas el torrente de agua y la violencia de las olas? ¿Estás en el medio revoltoso del agolpamiento de dos mares, que chocan sus manos saladas cerca de tus oídos? Recuerda, “Nada grande en esta vida, es fácil”, pero piensa y piensa bien, qué es realmente lo que Dios considera “¡algo grande!”.

Medita: “Tú, en cambio, hombre de Dios, huye de todo eso, y esmérate en seguir la justicia, la piedad, la fe, el amor, la constancia y la humildad. Pelea la buena batalla de la fe; haz tuya la vida eterna, a la que fuiste llamado y por la cual hiciste aquella admirable declaración de fe delante de muchos testigos. Teniendo a Dios por testigo, el cual da vida a todas las cosas, y a Cristo Jesús, que dio su admirable testimonio delante de Poncio Pilato, te encargo que guardes este mandato sin mancha ni reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo, la cual Dios a su debido tiempo hará que se cumpla. Al único y bendito Soberano, Rey de reyes y Señor de señores, al único inmortal, que vive en luz inaccesible, a quien nadie ha visto ni puede ver, a él sea el honor y el poder eternamente. Amén.” 1ª Timoteo 6:11-16

Ora: Señor, algunos de nosotros en esta noche estamos tan desesperados, que podríamos arrojarnos a las Cataratas del Niágara. Señor, algunos de nosotros en esta noche hemos perdido por completo nuestro enfoque. ¿Podrías una vez más arrojar en nuestras vidas esa promesa siempre optimista de buscar primero Tu reino, y con ella, la promesa de la añadidura de todas las cosas necesarias para esta vida y de este llamado Tuyo en nosotros? Ayúdanos en esta noche Señor, a ponernos ese flotador de rescate alrededor de nuestra cintura y debajo de nuestros brazos; luego, sácanos sin peligros de los torrentes violentos, y deposítanos sanos y salvos en Tus tranquilas playas de bendición. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.




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