Sunday, August 28, 2011

Aug | 28 | ¡En-bahía-me!

Palabra para meditar – VALOR

1 Samuel 14:6,12-14
“Así que Jonatán le dijo a su escudero: —Vamos a cruzar hacia la guarnición de esos paganos. Espero que el Señor nos ayude, pues para él no es difícil salvarnos, ya sea con muchos o con pocos. Entonces los soldados de la guarnición les gritaron a Jonatán y a su escudero: —¡Vengan acá! Tenemos algo que decirles. —Ven conmigo —le dijo Jonatán a su escudero—, porque el Señor le ha dado la victoria a Israel. Jonatán trepó con pies y manos, seguido por su escudero. A los filisteos que eran derribados por Jonatán, el escudero los remataba. En ese primer encuentro, que tuvo lugar en un espacio reducido, Jonatán y su escudero mataron a unos veinte hombres”

¡En-bahía-me!

Hace mucho, mucho tiempo, uno de mis primeros oficiales tortuosos y mezquinos en la Marina Real, se enorgullecía de haber servido en una vieja Fragata Clase Leandro, llamada HMS Náyade. Sabíamos que se enorgullecía de esto porque no paraba de hablar al respecto, introduciendo cada una de sus espantosas diatribas con un “cuando yo estaba en el Náyade, bla, bla, bla”. Cielo santo... todavía puedo escucharlo, hablando monótonamente y sin parar.
En aquellos tiempos aparentemente dorados, todos los nombres de los barcos de la Marina de Su Majestad, debieron haber sido escogidos por alguien con algún tipo de educación clásica en Oxbridge, porque Leandro, por supuesto, era el nombre de un personaje relacionado con la mitología griega, que se ahogó en el mar cuando cruzaba a nado sus profundas aguas para llegar hasta su amada Hero. Fue esta misma Hero quien en esa noche particular de tormenta, había permitido que el viento aullante apagara su luz, que era la que mostraba la dirección en la noche. Tienen que vigilar a esas mujeres griegas, eso es seguro, porque son de lo menos fiables, especialmente aquellas ninfas vírgenes y castas, de las cuales las Náyades, por supuesto, eran ninfas asociadas al agua. Una de esas ninfas del agua se llamaba Aretusa.

Tienen que escuchar a Richard Burton leyendo la obra de Dylan Thomas, “Bajo el bosque lácteo”, para apreciar el sonido tranquilo y la sutil sedosidad de un galés, pronunciando el nombre de un barco llamado la Aretusa, redoblando esas Rrrr como las olas del mar salado, viajando altas en una playa arenosa con forma de luna creciente. Esta playa con una forma semejante, es llamada Bahía, y un día como hoy en 1914, en la Bahía de Heligoland, se peleó la primer batalla naval de la Gran Guerra en la línea costera alemana.

Fue el Commodore Reginald Tyrwhitt de la HMS Aretusa, quien dirigió la pequeña formación de naves de guerra que asestó el golpe al corazón de la Marina alemana, y quien también más tarde en la batalla, con la llegada de cruceros más grandes, infligiría cien veces más muertes en el enemigo que las causadas en ellos, y hundiría varias embarcaciones.

El Primer Lord del Mar en ese momento, un tal Winston Churchill, diría más tarde con relación a este ataque arriesgado que: “Todo lo que los alemanes vieron fue que los británicos no dudaron en arriesgar sus embarcaciones más grandiosas al igual que sus barcos ligeros en la acción ofensiva más audaz, y que escaparon aparentemente ilesos. Sintieron lo que nosotros habríamos sentido si los destructores alemanes hubiesen irrumpido en Solent y sus cruceros de batalla hubiesen llegado hasta la torre Nab. Los resultados de esta acción fueron de gran alcance. A partir de ese momento, todo el peso del prestigio de la Marina británica cayó sobre la empresa marina alemana. La Marina alemana en realidad estaba ‘amordazada’. Excepto por unos movimientos furtivos realizados por submarinos aislados y minadores, ni un perro se movió entre agosto y noviembre de ese año”.

En nuestro versículo bíblico de esta noche, no hay duda de que Jonatán, tan ligeramente armado y frente a semejantes fuerzas filisteas tan avasalladoras, navegó como la Aretusa directo al corazón del territorio enemigo; y así como la Aretusa, Jonatán y su escudero no estaban solos en su empresa, sino que estaban fuertemente respaldados por el peso de fuerzas invisibles navegantes, que a toda velocidad avanzaban hacia su rescate, ¡para ser la causa real de la victoria más asombrosa de Jonatán y de su escudero!

Dios les exige a todos los Jonatanes, a todos los amantes y buenos amigos de Jesús, que frente a las situaciones abrumadoras, no obstante mantengan la fe y el valor para asestar su golpe en el mismísimo corazón del territorio enemigo, sabiendo que su golpe, en realidad está respaldado por todas las fuerzas del Primer Lord del mar, del cielo y de la tierra, ¡el mismísimo Gran Dios Todopoderoso!

Así que te digo en esta noche, oh Jonatán de Dios: ¡Ama a Jesús! Dale todo de ti, pelea por Él y frente a las pruebas abrumadoras, atrévete a hacer cosas grandes por Él, porque ningún otro Rey merece que arriesgues tu propia vida por él. ¡Dale a Él tu vida, porque Él dio la Suya por ti!

Medita: “Cundió entonces el pánico en el campamento filisteo y entre el ejército que estaba en el campo abierto. Todos ellos se acobardaron, incluso los soldados de la guarnición y las tropas de asalto. Hasta la tierra tembló, y hubo un pánico extraordinario. Desde Guibeá de Benjamín, los centinelas de Saúl podían ver que el campamento huía en desbandada. Saúl dijo entonces a sus soldados: Pasen revista, a ver quién de los nuestros falta. Así lo hicieron, y resultó que faltaban Jonatán y su escudero.” 1ª Samuel 14:15-17

Ora: Señor, ayúdame a ser como el Jonatán de antaño; un hombre que por su gran amor, ¡esté dispuesto a arriesgar su vida por la tierra de donde proviene, por las personas a las que está unido y por el buen Dios a quien ahora sirve! Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.




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