Monday, September 5, 2011

Sep | 05 | El verdadero Señor del tiempo

Palabra para meditar –  GLORIA 

Gálatas 4:1-5
Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo,  sino que está bajo tutores y administradores hasta el tiempo señalado por el padre.  Así también nosotros, cuando éramos niños estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo. 4Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la Ley,  para redimir a los que estaban bajo la Ley, a fin de que recibiéramos la adopción de hijos.

El verdadero Señor del tiempo

Comencé este año de escritos con retraso. Muchos puntos de mi lista de cosas por hacer habían empezado el año con un rojo alarmante e intermitente. Ahora estamos en Septiembre y he pasado los últimos nueve meses tratando de ponerme al corriente. Sin embargo, no lo he logrado. ¡Oh, el más miserable de los hombres!

Verán mis amigos, es que el día sencillamente no tiene suficientes horas. Sencillamente no hay tiempo suficiente para realizar todo lo que quiero hacer. Regresando en motocicleta esta mañana de una visita a mi quiropráctico, me encontré una vez más pensando en las exigencias del resto del día y en mi falta de tiempo para cumplir con todas ellas. Me pregunto si esta misma falta aparente de tiempo ha dejado cosas sin hacer en tu vida, y si la falta de tiempo que tú sabes que tendrás mañana, ya está haciendo en esta noche un nudo en tu pequeño y cansado estómago. Si es así, entonces ruego porque los siguientes pocos párrafos de meditaciones te proporcionen cierto consuelo intemporal que te ayude a descansar un poco más tranquilamente en los brazos del Señor del tiempo.

La serie de ciencia ficción de mayor duración en el mundo, fue creada y emitida por primera vez en 1963 por la BBC. Dr Who es la historia de un excéntrico alienígena proveniente del planeta Gallifrey, ahora destruido. El Dr. Who, es un fugitivo Señor del Tiempo, deambulando a través del cosmos, luchando por la justicia en donde sea que se encuentre, en una máquina del tiempo descompuesta que tiene forma de cabina telefónica policíaca ¡de la década de los 50! Basta con decir que como niño de la década de los 60, yo también me uní a los millones que se escondían detrás del sofá durante los segmentos tenebrosos de la serie. Un Señor del Tiempo en el folclor popular ha sido entendido entonces como “un ser que tiene al tiempo como su esclavo”. Imagínense eso. Imaginen que el tiempo es su esclavo. Por supuesto, este no es el caso. En general, todos somos esclavos de la manipulación del tiempo. ¡Somos esclavos del tiempo! Permítanme darles unos cuantos ejemplos porque de hecho hay cinco clases de tiempo en los que yo existo, y me gustaría describírselos a continuación:

El tiempo programado. Este es el tiempo del que soy esclavo. Bien sea mi jefe o mi diario, mi esposa o mis hijos, mi dentista o mi doctor, mi congregación y todas las exigencias de mis días, me demandan que esté en un cierto lugar, vestido de cierta manera, para realizar ciertas tareas. Soy con toda certeza esclavo de esta clase de tiempo. No obedecer las demandas de este tiempo traerá serias consecuencias en cuanto al disfrute de otros tiempos. ¡Garantizado!

El tiempo deseado. Este es el tiempo en el que deseaba llegar a un evento. El tiempo que deseaba dedicar a la preparación de ese sermón. El tiempo que deseaba dedicar a aquella persona. El tiempo deseado es para mí, sobre todo, un tiempo no realista. Es un tiempo ficticio.

El tiempo de disculpa. Este es el tiempo que me tomo para disculparme por no cumplir según mi tiempo deseado. El tiempo de disculpa es para mí tiempo real, porque es el tiempo en el que estoy allí para el evento, en el baile, con la persona, haciendo en realidad lo que deseaba hacer, ¡incluso aunque no sea en el tiempo en el que deseaba hacerlo! Es mejor que nada.

El tiempo de pelea. Es el tiempo que gasto esperando que otras personas u otras entidades ganen las batallas y abran caminos para que yo coloque mis pies. Es el tiempo que paso, o dando cabezazos a las puertas que Dios ha cerrado, o pateando las puertas que el diablo está intentando mantener cerradas. Este es el tiempo de pelea, y para alguien como yo que, por decirlo de alguna manera, no soy el más paciente de los hombres, es tiempo en el que se te retuerce el estómago, es tiempo perdido, ¡es tiempo frustrado!

El tiempo de plenitud. Dios, en realidad, sólo se mueve en este tipo de tiempo. Es un misterio para mí que toda la creación de Dios funciona y se confunde en las otras cuatro clases de tiempo, y aun así Dios, como el único y real Señor del Tiempo, puede moverse fácilmente en nuestras cuatro experiencias de tiempo porque Él es el Señor del Tiempo. Esto es un misterio y los misterios sólo pueden ser observados y experimentados; no pueden ser nunca explicados. Dios sólo se mueve en el tiempo de plenitud, pero todo tiempo, para Él, el Gran Señor del Tiempo, es tiempo de plenitud.

Observamos de las Escrituras entonces, que Dios es el creador del tiempo. El tiempo está sometido a Su dirección y control personal. ¡Dios es el Señor trascendente del Tiempo! Él está por encima de él, en él pero no sujeto a lo podríamos considerar que es, la naturaleza caprichosa e implacable del tiempo. Dios es el sujetalibros a ambos extremos del tiempo. Dios es el primero y el último del tiempo. Dios es el éter del tiempo en el hecho de que Él siempre es, y lo es en ese “Yo soy” presente en el que vivimos, nos movemos y existimos.

Estos hechos por sí mismos revelan que el tiempo es la esfera creada de Dios en la que Sus planes y propósitos se actualizan y se llevan a cabo. Entonces, todo el tiempo es Su tiempo.

Nosotros, esclavos del tiempo y de su marcha implacable hacia adelante, bien sea con nosotros o sin nosotros, nosotros sujetos del tiempo, vivimos nuestras vidas en la experiencia diaria y nocturna del tiempo programado, deseado, de disculpa o de pelea. En nuestras noches, debemos afirmar diariamente que todo esto es tiempo frustrante, tiempo confuso e incluso tiempo que quita vida. Mientras caemos rápidamente de la cima de nuestros setenta años y tocamos la zona de impacto y sus 3 metros de tierra húmeda, aguardamos con la boca abierta todos los impactos que nos están por venir. Sí, vivir en estas cuatro experiencias del tiempo solo, es de hecho y simplemente para la humanidad, un ejercicio sobretodo agotador, y aparentemente inútil. De alguna manera, debemos empezar a ver el tiempo como Su tiempo, debemos empezar a ver el tiempo desde la perspectiva de Dios. Necesitamos ver el tiempo como el tiempo de plenitud del Gran Señor del Tiempo porque por el momento, para muchos de nosotros, el tiempo nos tiene como sus esclavos.

Verán, el marco eterno del tiempo fue permitido por Dios para que, como una hernia, irrumpiera y se convirtiera en el límite para el espacio; para que el tiempo se convirtiera incluso en la habitación misma del espacio y de todos los puntos de referencia materiales de los cuales somos parte en el espacio. La contaminación del pecado, no obstante, dentro de este marco de espacio-tiempo, ha nublado y perseguido, obstruido y limitado nuestra comprensión del tiempo, nuestro aprecio del tiempo, dejándonos como niños perdidos, y como hombres desquiciados, que han olvidado el paradero de su vehículo en el vasto estacionamiento de la vida; estamos perturbados, estamos confundidos. Cuando somos abordados y nos piden que describamos el transporte de nuestro deseo, tristemente no conseguimos describir de forma adecuada el vehículo que estamos buscando e incluso si en algún punto creemos haberlo descubierto, la búsqueda frenética de las llaves en cada bolsillo colgante del pantalón, sólo nos deja con una desesperación interior mayor. Porque estamos verdaderamente perdidos en el tiempo y grandemente perturbados por su presencia servil e inquietante. Así que por el bien de nuestra salud mental, de alguna manera debemos empezar a ver el tiempo como Su tiempo, debemos empezar a ver el tiempo desde la perspectiva de Dios. Necesitamos ver el tiempo como el tiempo de plenitud del Gran Señor del Tiempo porque por el momento (¿ya les dije esto?), el tiempo nos tiene como sus esclavos.

El tiempo pasa. En esta noche escuchen afuera de su ventana... el tiempo pasa. A menos que podamos enganchar nuestras almas al Dios y Señor eterno del Tiempo, seguiremos completamente perturbados. A menos que tengamos fe en Su Tiempo de Plenitud, seguiremos completamente perturbados. A menos que podamos abrazar y dar testimonio del misterio de tal Tiempo de Plenitud, tal tiempo de bondad, tal paso del tiempo marcado por el júbilo, tal tipo de tiempo de llanto durante la noche pero de alegría en la mañana, entonces seguiremos siendo esclavos de todo nuestro tiempo en este cuerpo y en este mundo. Debemos entender el Tiempo de Plenitud de Dios, y debemos verlo llenando nuestros días con bondad.

Que en nuestros labios en esta noche y en nuestra lengua en la mañana fragante, se oiga este refrán medicinal danzando en nuestros labios...

Medita: “Mas yo en ti confío, Oh Señor; digo Tú eres mi Dios. En tu mano están mis tiempos.” Salmos 31:14-15a (VRV)

Ora: Señor, en la plenitud del tiempo Tú enviaste a Tu Hijo Jesucristo, nuestro Salvador, al mundo. Señor del tiempo, Tú moviste un imperio para asegurar que Tu Hijo naciera en el lugar profetizado de Belén. Señor del Tiempo, Tú moviste las estrellas, Tú moviste a los reyes, Tú moviste a las fuerzas angélicas y una multitud de otras cosas magnificentes y mundanas, alas de mariposas y ángeles, todas para llevar a cabo Tu voluntad incontenible. Señor del tiempo, mañana, líbrame de la esclavitud y de las vendas momificadas del tiempo. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.


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