Thursday, September 29, 2011

Sep | 29 | No más de lo mismo

Palabra para meditar– SATISFACER

Salmos 65:4
“¡Dichoso aquel a quien tú escoges, al que atraes a ti para que viva en tus atrios! Saciémonos de los bienes de tu casa, de los dones de tu santo templo.”


No más de lo mismo

Un amigo mío citaba a un atleta campeón que había alcanzado la cima de su juego, el pináculo de su carrera, el deseo de sus sueños, y que decía cuando le preguntaban por su éxito: “Bueno, francamente es un poco decepcionante. En realidad esperaba más”. En la iglesia, a muchas personas les gustaría decir lo mismo acerca de su experiencia con el Cristianismo, y me he dado cuenta de que muchas personas están dejando la iglesia por esta misma razón. ¡Esperaban más! El hecho es que muchas personas que ingresan al mundo de la iglesia, rara vez llegan a tener solidez en Cristo. No, muy pronto, muchos llegan a la conclusión de que les han dado gato por liebre, y se van.

La decepción en el cristianismo, en Cristo, es muy notoria, incluso en los miembros que han estado durante mucho tiempo en nuestras iglesias, y usualmente se manifiesta de manera colateral en estas personas. En otras palabras, esta decepción en Cristo, eventualmente se manifiesta en una depresión, se manifiesta en enfermedad, y se manifiesta sobre todo, en pecado. ¡Están decepcionados porque esperaban más!

La respuesta a esta decepción, la respuesta a esta ‘enfermedad’ e incomodidad en Sión, se halla en tener una relación activa entre el deseo y la satisfacción. Una persona en Cristo debe desear a Cristo, y luego debe encontrar satisfacción en Cristo, lo que a su vez encenderá el deseo, que al arder en Jesús llevará a la satisfacción, la cual estimulará el deseo, que arderá en satisfacción, que estimulará el deseo, que arderá en satisfacción, que... bueno, entienden lo que quiero decir. Necesitamos empezar este espiral ascendente de satisfacción en Jesús, ¡y necesitamos empezarlo justo ahora!

Gústenos o no, esto significa sentimientos. Gústenos o no, los sentimientos son importantes. Las verdades absolutas del Evangelio son esas donde colgamos nuestros sombreros, son los pilares de los que nos aferramos; pero estas verdades absolutas no nos darán la energía para continuar y ganar la carrera. No, sólo la presencia y las pisadas manifiestas de Dios, caminando a nuestro lado, nos mantendrán cobijados a través de los valles solitarios, y de los valles oscurecidos de este mundo. Necesitamos palpar a Cristo, necesitamos experimentar nuestro Cristianismo. Nuestra experiencia de Jesús debe convertirse en una realidad que podamos sentir.

Spurgeon comienza su descarga de devociones diarias en el día de hoy con esta afirmación impresionante: “El que afirma que el Cristianismo hace a los hombres miserables, es un perfecto desconocedor del mismo”. Si ese es el caso, entonces no reconozcamos más que una cosa en esta noche, queridos amigos, y luego asegurémonos de sólo otra más.

Primero, entonces, reconozcamos que la mayor parte de lo que vemos en los días presentes de la iglesia, son un indicio de que la mayoría de las personas no experimentan verdaderamente a Cristo. Segundo, asegurémonos de que nosotros verdaderamente experimentamos a Cristo.
Amigos, hay necesidad aquí de una búsqueda activa de Dios. Hay necesidad aquí de que los corazones firmes ganen este premio justo de experimentar la presencia de Dios. Tal vez en esta noche necesiten lanzar algunas piedras a las ventanas del Padre, para pedirle que se levante y les dé algo de pan. Tal vez en esta noche necesiten salir de la cama y correr alrededor de la ciudad buscando a su Amado, sollozando en desesperación hasta que lo encuentren. Tal vez tengan algún roce con la policía religiosa cuando los encuentren fuera de su banca tan tarde en esta noche; incluso es posible que les propinen una justa paliza real, ¡pero Él se enterará de ello! En el cielo se redactará un reporte referente al amor locamente perseguidor que les ha sobrevenido, y quién sabe si, en esta noche, cuando escuchen girar la perilla de su puerta, su Amado quizá se deslice y se meta por ella.

Que el que tenga oídos para oír, oiga.

Medita: “Mi amado pasó la mano por la abertura del cerrojo; ¡se estremecieron mis entrañas al sentirlo! Me levanté y le abrí a mi amado; ¡gotas de mirra corrían por mis manos! ¡Se deslizaban entre mis dedos y caían sobre la aldaba!” Cantares 5:4-5

Ora: No más de lo mismo oh Señor; más bien llévame a Tu casa y a Tu mesa de banquetes querido Jesús. Permíteme estar familiarizado con el lenguaje del amor, y pedirte entonces que me alimentes en el Carmelo y el Basán; oh ven y sacia mi alma en las montañas de Efraín y Galaad. Amén. (Jer. 50:19).

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