Saturday, November 5, 2011

Nov | 05 | ¡Cómo elevarse!

Palabra para meditar – BONDAD

Salmos 107:25-32
“Habló Dios, y se desató un fuerte viento que tanto encrespó las olas que subían a los cielos y bajaban al abismo. Ante el peligro, ellos perdieron el coraje. Como ebrios tropezaban, se tambaleaban; de nada les valía toda su pericia. En su angustia clamaron al SEÑOR, y él los sacó de su aflicción. Cambió la tempestad en suave brisa: se sosegaron las olas del mar. Ante esa calma se alegraron, y Dios los llevó al puerto anhelado. ¡Que den gracias al SEÑOR por su gran amor, por sus maravillas en favor de los hombres! ¡Que lo exalten en la asamblea del pueblo! ¡Que lo alaben en el consejo de los ancianos!”

¡Cómo elevarse!

Parado en la playa cálida y mirando hacia el profundo océano azul doblándose en el distante horizonte y salpicando hacia las muy juntas y lejanas nubes que se hunden con la puesta de sol, me doy cuenta que el mar luce bello y acogedor, todo dentro de un ‘todo’ envolvente y encantador. En la tierra, observando a aquella grandeza inmensurable, uno de cualquier manera se sientes cobijado, seguro, firme, como una roca, a salvo. Ahora sube a bordo de un yate pequeño y hazte a la mar, por un día o dos, dentro de ese vasto azul profundo y, su vastedad se vuelve aparentemente infinita, aparentemente sin final, eterna, peligrosa, profunda, absorbente, temerosa y, allí, cual mancha balanceante en el medio de ese desierto de agua azul, uno se siente cualquier cosa, menos a salvo.

Cuando una tormenta se acerca a la bahía de Vizcaya y agita las profundidades como un cazador, como una fuerza arrolladora, la insignificancia de tu pequeña persona frente al rugir de tan grandioso león que todo lo consume, te hace sentir como menos que nada, una voz enojada tal vez, pero sin embargo, simplemente un grano de arena, pisoteado por actores gigantes que pelean duro, viven violentamente y gritan su camino hacia una muerte feroz sobre un vasto y eterno escenario, cada uno representando una historia de proporciones cósmicas y multidimensionales para la cual tú no pareces ser más que un insignificante gusano. Del mismo modo les digo que, cuanto más leo la Biblia, cuanto más días salgo a navegar sobre esta historia de Dios, profunda y que nunca acaba, esta narrativa, este diario, esta revelación del Altísimo, estos actores, y estas decisiones, ¡todo el conjunto y el kit completo se vuelve para mí, nada menos que atemorizante! Porque la Biblia, la verdadera Palabra de Dios es el libro más complicado que jamás se haya escrito. Si no estás de acuerdo conmigo en esto, entonces amigo, no creo que hayas siquiera comenzado a leerla.

Fue el escritor Frank Cottrell Boyce quien escribió el libreto para el drama de televisión de la BBC, Juicio a Dios. Permítanme decir que es una brillante y aterradora obra, ya que la misma lucha con la gran pregunta que muchos de nosotros tenemos en nuestros corazones: “¿Por qué las cosas malas le suceden a la gente buena?” O mejor aún, “¿Cómo es que un Dios bueno permite tanto sufrimiento en el mundo?” La actuación de 90 minutos hace que el desenlace de estas preguntas tengan lugar entre un grupo de prisioneros de Auschwitz, justo horas antes de que la mitad de ellos sean exterminados. El propio Cottrell confiesa que su fe Católica, en apariencia invulnerable, fue molida a palos mientras escribía la obra. La historia sobre prisioneros del campo de concentración de Auschwitz poniendo a Dios a juicio, tiene sus raíces en una historia apócrifa de la Segunda Guerra Mundial, a la cual el escritor y sobreviviente de Auschwitz, Elie Weisel, le da algo de crédito a cuando hace su declaración de que “Dios fue ahorcado en Auschwitz”. En la obra Juicio a Dios el alegato final del fiscal es que: “¡Dios no es bueno, solamente poderoso! Hubo un tiempo en que Él estuvo de nuestro lado y ahora Él está del lado de los Nazis. Dios no es bueno, es simplemente todopoderoso. Dios es culpable de romper su pacto con nosotros”. Por lo tanto, Dios es pronunciado culpable de los cargos.

La narrativa y las suposiciones de la obra de Cottrell pueden ser refutadas bíblicamente en cada punto, pero ese no es el punto. El punto es, que en este gran mar de Historia sobre el que nos encontramos flotando, las tormentas de nuestra propia vida remueven los sedimentos de nuestros días, y desde ese barro manchado de pecado el olor putrefacto del hedor de ese tema, exuda constante, perseverante y diariamente, siempre cayendo como gangrena sobre el piso, proclamando para todos y especialmente para el deleite del propio diablo, que “¡Dios no es bueno!” La verdad es que muchos individuos, comunidades, naciones, incluso continentes, han puesto a Dios en juicio y lo han encontrado culpable, tanto es así que, todos nosotros juntos, en nuestros corazones, proclamamos como un gran coro acusador, la aparente falla de Dios y decimos que “Él no es bueno”. La vieja mentira, como ven, nunca muere. La vieja mentira que dice que Dios no es bueno.

Déjenme decirles que si yo hubiese estado en Auschwitz probablemente hubiese llevado a juicio a Dios y lo hubiese encontrado culpable. ¡que terrible!, lo he hecho demasiadas veces, en circunstancias que, comparadas con ese terrible lugar, parecen un amable día de campo de kindergarden. ¿Y qué hay de ustedes? De todos modos, sea en los terrores de Auschwitz o en la placidez de Ipswich, este canto de lo más pecaminoso simplemente tiene que detenerse porque: ¡Dios sí es bueno!

Mis queridos amigos, si acaso nos atrevemos, debemos aferrarnos verdaderamente a la meta-narrativa de esta gran historia de redención, y más aún, debemos poder ver aquellos estados de nuestro corazón que, a veces inconscientemente, condenan a Dios. Debemos despertar de la vieja mentira susurrada por el diablo desde los tiempos en que el paraíso del Edén fue perdido, la cual está aún hoy arraigada en nuestros genes. Debemos madurar en relación a esto. Ser honestos con nosotros mismos, ver la realidad. ¡Porque, la vieja mentira nos ha robado mucha esperanza y fe y gozo! Sí, debemos orientar nuestro arco de fe hacia el gran horizonte de Su amor que todo lo consume, y con el valor de creer, emprender la navegación a través de las aguas turbulentas de todas las tristezas que nos esperan en la vida, porque sin lugar a dudas, éste es un viaje aterrador a través de los mares salvajes de las tentaciones y de los océanos más profundos de la duda, pero les digo que es un viaje hacia un Dios que, ciertamente no sólo encontraremos que es muy poderoso, sino que también es maravillosamente bueno. Dejen de creer en la vieja mentira. Detengan esa tonta canción, condenando interiormente la mentira como proclamando abiertamente Su bondad al vivir gozosamente. Quiero decir, ¡Sean felices! ¡Ríanse desaforadamente cada vez que puedan! ¡Disfruten la vida al máximo porque Dios sí es bueno!

Medita: “Se hicieron a la mar en sus barcos; para comerciar surcaron las muchas aguas. Allí, en las aguas profundas, vieron las obras del SEÑOR y sus maravillas.” Salmos 107:23-24

Ora:

Señor, haz que Tu gloria descienda, como en los días antiguos.
Tu canto de amor perseverante, y luego Tu gloria que me alcanzó.
Y como una señal para Ti, de que te amaremos igual,
Nuestros corazones cantarán esa canción, mientras oramos:
¡Señor, que venga Tu gloria!

Eres bueno, Eres bueno, y Tu amor perdura.
Eres bueno, Eres bueno, y Tu amor perdura.
Eres bueno, Eres bueno, y Tu amor perdura hoy.

Voces al unísono, dándote gracias y alabanza,
Acompañadas por los instrumentos, y luego Tu gloria llegó.
Tú presencia cual nube, sobre ese antiguo día,
¡Tus ministros se postraron, porque Tu gloria llegó!

Eres bueno, Eres bueno, y Tu amor perdura.
Eres bueno, Eres bueno, y Tu amor perdura.
¡Eres bueno, Eres bueno, y Tu amor perdura hoy!

Se hizo un sacrificio, y luego vino Tu fuego.
Se arrodillaron en el suelo, y a una sola voz oraron
Y cantaron tal como cantamos nosotros hoy que,
Eres bueno, Eres bueno, y Tu amor perdura.
Eres bueno, Eres bueno, y Tu amor perdura.
Eres bueno, Eres bueno,¡y Tu amor perdura hoy!

“Lord Let Your Glory Fall” (Deja Tu Gloria Caer) por Matt Redman

 

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