Tuesday, November 15, 2011

Nov | 15 | La mujerzuela y la exhibición de excremento de perro

Palabra para meditar – ARREPIÉNTETE

Nahúm 3:16
“Aumentaste tus mercaderes más que las estrellas del cielo. La langosta hizo presa, y voló”. (Reina Valera 1960)

La mujerzuela y la exhibición de excremento de perro

En 2008, en Cambridge, Inglaterra, Stephen Hawking, autor de Breve Historia del Tiempo descubrió el obsequio que el relojero John Taylor dio al Colegio Corpus Christi: el Cronófago de Oro o ¡“Devorador del Tiempo”!

El reloj es inusual por dos cosas: Primero, ¡no tiene manecillas! Tampoco tiene ningún sistema digital para leer la hora, sólo una serie de ranuras y luces azules que centellean, siendo exacto sólo una vez cada cinco minutos. Su segunda característica, y realmente la más llamativa, es el feroz saltamontes de proporciones gigantescas que forma el tema central de su mecanismo, sentado a horcajadas sobre el tiempo, que jamás se detiene, devorando cada segundo.

Una langosta es, en efecto, un saltamontes que todo lo destruye, un enjambre que todo lo consume, avanzando y masticando. Es el consumidor supremo. Entonces este gran reloj dorado es una descripción del consumo permanente del tiempo. Aparte del obvio tributo de Taylor a la invención del famoso relojero del siglo XVIII, John Harrison, “el escape del saltamontes”, con seguridad, no hay criatura más apropiada para representar el consumo que la langosta saltamontes. Cuando el tiempo se acabe, seguramente esta bestia, como todas las langostas, volará y se alimentará en algún otro sitio.

El profeta Nahum realiza un viaje a Nínive, esa ciudad de excesos, esa mujerzuela del antiguo oriente que llevó a las naciones a una violencia que las consumía de manera incesante, y mediante la misma Palabra de Dios, Nahum la declaró orgullosa, contagiosa y lista para ser juzgada. ¡Pues, no sólo ella no aceptaba de buen grado el morir a causa de sus idolatrías infecciosas, sino que también llevaba la prostitución de sus productos al extranjero, infectando así el mundo entero, en el mismo rostro del cielo! No obstante, aun ahí el gigante saltamontes dorado, se sentó a horcajadas sobre Nínive, esa gran ciudad, y una vez que hubo comido todo su tiempo y todos sus talentos, se mostraba gordo, satisfecho y ya listo para volar y alimentarse en otro lugar. El exceso consumista enoja a Dios. Sí, el desperdicio de alimentar en exceso a este saltamontes gigante de egoísmo y consumo del pecado, enoja a Dios, lo vuelve un enemigo. ¡Cuidado! Porque cuando esto sucede, Dios tiene la tendencia de poner las cosas de cabeza y voltearlas dejándolas al descubierto para que todo el mundo las vea.

En caso de que este devorador derrochador esté ahora sentado a horcajadas sobre tu tiempo, tu cartera, tus deseos o tu destino, aun si es uno dorado, entonces puedes estar seguro de que en alguna parte, la idolatría ha hecho una pista de aterrizaje para ella misma. Si Dios está aprontando su cubo de excremento de perro para lanzarlo, entonces, no hay suficiente intervención federal que impida que Él lo derrita y lo derrame. Recuerden que en el final, todos los consumidores principales algún día volarán lejos, y ustedes van a quedar solos, desnudos, avergonzados y oliendo mal, y serán expuestos por completo y públicamente por quienes en realidad son ustedes y por cómo realmente han vivido. Así es que les digo esta noche, que deben deshacerse de sus ídolos pecaminosos y egoístas que están abriendo el camino para sus gigantescos saltamontes dorados. Cristiano, si cualquier otra cosa que no sea el Reino de Dios consume tu tiempo, entonces, todo lo que debes esperar es el incendio de la madera, el heno y el rastrojo.

Medita: “¡Aquí estoy contra ti! —afirma el SEÑOR Todopoderoso—. Te levantaré la falda hasta la cara, para que las naciones vean tu desnudez, y los reinos descubran tus vergüenzas. Te cubriré de inmundicias, te ultrajaré y te exhibiré en público.” Nahúm 3:5-6

Ora: Señor, ayúdame para que viva una vida provechosa y sin egoísmo, de manos abiertas y entrega de corazón. Ayúdame oh Señor, para que cuente mis días y me prepare para encontrarme Contigo. Amén y amén.

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