Sunday, December 11, 2011

Dec | 11 | Las manos ensangrentadas de Dios

Palabra para meditar – PRONTO
 

Josué 10:40-42“Así Josué conquistó toda aquella región: la cordillera, el Néguev, los llanos y las laderas. Derrotó a todos sus reyes, sin dejar ningún sobreviviente. ¡Todo cuanto tenía aliento de vida fue destruido completamente! Esto lo hizo según el mandato del SEÑOR, Dios de Israel. Josué conquistó a todos, desde Cades Barnea hasta Gaza, y desde la región de Gosén hasta Gabaón. A todos esos reyes y sus territorios Josué los conquistó en una sola expedición, porque el SEÑOR, Dios de Israel, combatía por su pueblo.” 

Las manos ensangrentadas de Dios


En el momento en que el General Josué comienza a tomar posesión de toda la tierra prometida, (la tierra donde fluía leche y miel), lo que fluía era la sangre de los habitantes asesinados. Tres veces en este capítulo, luego de leer los relatos de la limpieza étnica y genocida de la tierra, escuchamos el estribillo sobre Josué de que “no dejó a nadie con vida”.

Nuestro versículo de hoy, sin embargo, va más allá y señala que no era sólo el General Josué actuando bajo las órdenes expresas del Dios Todopoderoso, sino que Dios Mismo estaba íntimamente involucrado en el sangriento conflicto. Ciertamente, así como el Señor tomó parte en la batalla frente a los cinco reyes en Josué capítulo 10, haciendo llover sobre ellos Su pesada artillería celestial, del mismo modo en lo que resta de este conflicto, Dios estaba completamente involucrado.

No cabe duda de que bajo los términos de la actual Convención de Ginebra y bajo la Ley Internacional de estos días, tanto Dios como Josué, Su General terrenal, enfrentarían cargos por crímenes contra la humanidad pues no cabe ninguna duda de la total participación de Dios en esta guerra final y sangrienta. ¡Piensen en ello!

En sus reflexiones de esta noche entonces, permítanme recordarles sólo cinco pequeñas cosas:

Primero, que esta destrucción absoluta no fue cuestión de algún fanático religioso, o algún asesino loco, o algún triste psicópata diciendo a gritos: “¡Dios me dijo que lo hiciera!”. No, pero por Su presencia y acciones directas, Dios Mismo ¡estaba claramente, íntimamente y activamente involucrado! La presencia y las acciones de Dios el Todopoderoso no estaban en duda, especialmente por aquellas personas sobre las que Él emprendía la guerra. Sí, ¡todos habían visto que Dios había ‘peleado por Israel’!

En segundo lugar esta noche, por favor recuerden que fue Dios quien colocó a estos malvados asesinos, a esta sociedad totalmente corrupta, en el banquillo de los acusados de Su sala de justicia. Ellos habían sido sometidos a juicio, no Él, y como juez y como jurado compasivo, Él los había declarado culpables hacía ya mucho tiempo, incluso dándoles siglos para enmendar sus modos y finalmente, cuando no lo hicieron, Él se volvió terrible al aplicar sobre ellos Su sentencia justa. Amigos, era Dios el que estaba juzgando a la humanidad aquí. ¡Era la humanidad la que estaba sometida a juicio aquí, no Dios! Recuerden eso.

En tercer lugar, noten que la posesión diabólica de un muy obvio mal espiritual, indudablemente había echado raíces en esa tierra, y este conflicto terrenal, sin lugar a dudas, era parte de un conflicto celestial mucho más grande. Los dos estuvieron y estarán siempre entrelazados íntimamente. La tierra prometida siempre ha sido un barril de pólvora de conflicto sangriento para tratar de detener la primera y la segunda venida de Jesús, el Rey de reyes.

Cuarto, noten que esta misma posesión diabólica de maldad ha sido vista claramente a lo largo de la historia, en la devastación que han dejado dos Guerras Mundiales, más la de Ruanda, la de Camboya, la de Europa del Este, El Medio Oriente, etc., etc., etc., y que Dios ha estado luchando constantemente contra estas manifestaciones del mal para que su Evangelio pueda ser predicado.

Sí, quinto y por último esta noche, noten que a pesar de que nuestro perdón ha sido comprado por la sangre derramada de Jesús y de que este buen mensaje, ha sido y está siendo proclamado alrededor de todo el mundo y de que ha sido así por más de 2000 años ya, yo, junto a tantos otros, estoy cada vez más convencido de que la gracia de esta proclamación se está acercando rápidamente a una conclusión. El tiempo del final de las líneas de batalla se está delimitando hoy; personas y prácticas se están levantando en contra del Dios Altísimo, y Él está viniendo a su encuentro.

Esta noche, escucho Sus pies pisar suave y deliberadamente en lo alto del Carmelo. Escucho el viento que entra en Su nariz y veo Sus pulmones llenarse con el aire caliente de Su indignación. El León de la tribu de Judá esta alistándose para rugir, querido amigo, y cuando lo haga, será mejor que estés atento y será mejor que tengas cuidado porque Él vendrá para juzgar a la tierra. ¿Estás viviendo en esta realidad? ¿Qué diferencia haría esto en las cosas que te preocupan, en tus elecciones y en tus prioridades? ¡Piensa en ello!

Medita: “Amós dijo: Ruge el SEÑOR desde Sión; truena su voz desde Jerusalén. Los pastizales de los pastores quedan asolados, y se seca la cumbre del Carmelo.” Amos 1:2

Ora: Junto al Espíritu Santo, nosotros el pueblo Santo, alineamos nuestras voces con la súplica de cientos de santos y esta noche, Gran Rey, Poderoso Maestro, Salvador Fuerte, León Rugiente de la tribu de Judá, te decimos “¡Ven. Sí! ¡Ven Señor Jesús!”. Amén.

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