Saturday, December 24, 2011

Dec | 24 | Libera-me

Palabra para meditar – AMANECER

Isaías 7:14
“Por eso, el Señor mismo les dará una señal: La joven concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamará Emmanuel.”

Libera-me

Ayer por la noche asistí a un clásico servicio de villancicos navideños. El tema del corto mensaje comenzó con esta pregunta: “¿Qué nos dicen los villancicos de Navidad?” Me dí cuenta que esta pregunta es, tanto muy interesante a nivel general, como muy profunda a nivel personal.

En lo que a mí respecta, en general los villancicos navideños no me conmueven. Puedo acumular ‘gusto’ suficiente como para cantar solamente un villancico, ¡y eso sucede una vez al año! Después de eso, mis bostezos de aburrimiento cierran tanto mi corazón como mi boca y ansío ser liberado. Hay, sin embargo, un villancico que me encantaría cantar todos los días, pero como me emociona tanto, rara vez puedo hacerlo.

El villancico del que hablo es muy interesante porque la melodía de hecho ha sido tomada de una Misa de Réquiem de la Iglesia Católica. Sí, la melodía fue tomada de la procesión funeraria para una monja franciscana, francesa, del siglo XV, y el nombre en latín es ‘Libera Me’, o ‘Libérame’. ¡Qué apropiado para mí que estoy tan aburrido y qué divertido, que miles de alegres cantores de villancicos estén completamente inadvertidos de que, en realidad, están cantando un canto fúnebre! ¡Qué risa!

La palabra “antífona” surge de la combinación de dos palabras griegas, la primera “αντί” que significa “opuesto” y luego “φωνη” que significa “voz”. ‘Antífona’ se refiere a dos coros cantando la misma pieza musical pero de manera alternada. Este estilo de canto se encuentra en los comienzos de la iglesia, aún en el antiguo Israel, y definitivamente es una copia de la forma celestial de estilo angelical para alabar y adorar. Desde los primeros siglos de la iglesia estas antífonas se cantaron en cada noche del Día del Señor y lo que se conoce como las “Antífonas de la O” se han cantado siempre durante los siete u ocho días previos a la Navidad.

Cada una de estas “Antífonas de la O” habla tanto de los nombres de Jesús como de Sus atributos:

Diciembre 17: O Sapientia (Oh Sabiduría)
Diciembre 18: O Adonai (Oh Adonai)
Diciembre 19: O Radix Jesse (Oh Raíz de Isaí)
Diciembre 20: O Clavis David (Oh Llave de David)
Diciembre 21: O Oriens (Oh Amanecer)
Diciembre 22: O Rex Gentium (Oh Rey de las naciones)
Diciembre 23: O Emmanuel (Oh Emmanuel)


Las primeras letras de estos siete títulos, del último al primero, forman un acróstico en latín: ‘Ero Cras’ lo que se traduce como ‘Mañana vendré’. En tiempos medievales, una octava antífona fue agregada, la cual se titulaba ‘O Virgo Virginum’ o ‘Oh Virgen de Vírgenes’, lo que convierte al acróstico en ‘Vero Cras’ o ‘Verdaderamente, mañana vendré’ ¡Cuán impresionantemente maravilloso es eso!

Les digo esto esta noche porque el villancico navideño que me gustaría cantar todos los días, pero que no puedo hacerlo, es la traducción de un texto Cristiano del siglo XII, que se cree es una versión métrica de una comparación de estas mismas antífonas de Adviento. Las palabras iniciales de cada estrofa de mi villancico favorito fueron originalmente traducidas como ‘Acércate’, no obstante, hoy estamos más familiarizados con la traducción que comienza ‘Oh ven’. No puedo cantar este villancico porque mi corazón me falla al producir fuentes de estremecedoras lágrimas al tiempo que mi espíritu solloza en la profunda y desesperada añoranza de la consumación de este, el más maravilloso de los villancicos navideños.
La respuesta de mi espíritu al villancico ‘Oh Ven, Oh Ven Emmanuel’ es un conocimiento profundo. Sí, me dice que, a pesar de que camino por el valle de la sombra de la muerte, soy realmente un hijo de este Gran Rey que vendrá y que, por sobre todas las cosas, mi más profundo ser añora Su amanecer sobre mi alma. Lo añoro, les digo, hasta que estoy enfermo de añoranza. Díganme esta noche, “¿Qué les dicen los villancicos navideños a ustedes?”

Medita:

¡Oh ven!, ¡O ven!, Emmanuel,
Y libra al cautivo Israel,
Que sufre desterrado aquí
Y espera al Hijo de David..

Alégrate, pues nuestro Emmanuel
¡Vendrá a tí, Oh Israel!

Oh ven, Sabiduría celestial,
Y ocupa el trono en nuestro corazón ;
Enséñanos Tu gloria a buscar,
Y muéstranos Tu santa voluntad.


Alégrate, pues nuestro Emmanuel
¡Vendrá a tí, Oh Israel!

Oh, ven Tú, Vara de Isaí!
Redime al pueblo infeliz ;
Del poderío infernal,,
Y dale vida celestial.

Alégrate, pues nuestro Emmanuel
¡Vendrá a tí, Oh Israel!

¡Oh ven, Tú, Aurora celestial!
Y alúmbranos con Tu verdad;
Disipa toda oscuridad
Y danos días de solaz.

Alégrate, pues nuestro Emmanuel
¡Vendrá a tí, Oh Israel!

Oh, ven Tú, Llave de David,
Abre el celeste hogar feliz;
Haz que lleguemos bien allá
Y cierra el paso a toda la maldad.

Alégrate, pues nuestro Emmanuel
¡Vendrá a tí, Oh Israel!

Oh ve, Oh ven, Señor de gran poder,
A Vuestras tribus en el Sinaí
En tiempos antiguos diste la ley
En nubes y en gran majestad.

Alégrate, pues nuestro Emmanuel
¡Vendrá a tí, Oh Israel!

Oh ven, Raíz del árbol de Isaí,
Sé una insignia de Tu pueblo aquí;
Ante el caer de reyes mil;
Tu gracia buscan todos encontrar.

Alégrate, pues nuestro Emmanuel
¡Vendrá a tí, Oh Israel!

Oh ven, Deseado de naciones,
Únenos en un solo corazón;
Que no haya nunca división,
Y sé Tú nuestro Rey de la Paz.

Alégrate, pues nuestro Emmanuel
¡Vendrá a tí, Oh Israel!

Ora: Libérame, Oh Señor, de la muerte eterna, en aquel tremendo día cuando los cielos y la tierra tiemblen y Tú vengas a juzgar al mundo con fuego. Temblando estoy y temo, hasta que el juicio llegue y la ira se establezca: cuando los cielos y la tierra tiemblen también. (Traducción de Libera Me).

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