Tuesday, March 8, 2011

Mar | 08 | ¡No pierdan el gozo!

Palabra para meditar – GOZO

Deuteronomio 32:15
“Jesurún engordó y pateó; se hartó de comida, y se puso corpulento y rollizo. Abandonó al Dios que le dio vida y rechazó a la Roca, su Salvador.”


¡No pierdan el gozo!

Jesurún es un apodo, un sobrenombre, un término cariñoso, un nombre poético para el pueblo de Israel. Jesurún significa ‘el amado pueblo justo’. Jacob se convirtió en Israel, y ahora Dios lo llama Jesurún. Me gusta lo que dice un comentarista: “Con el nuevo nombre viene una nueva oportunidad de vivir a la altura de su significado”. ¡Me gusta eso! Jesurún es el apodo de Dios para el pueblo que Él ama, aunque este apodo trae consigo un profundo deseo: “Jesurún, mi más amado y justo”. Yo sé que mi Padre celestial me llama Robert. ¡Me pregunto si también tiene un apodo para mí! ¡Le voy a preguntar! ¡Quizá me lo diga!

Ahora, imagina que has desposado a una mujer hermosa, de noble corazón, de pensamientos buenos y agradable a los ojos, y además de todo, quiere estarte abrazando ¡todo el tiempo! (¡Tranquilo ahora, tigre!) ¡Qué dicha sería eso! ¿no lo crees? Sé que te apuntarías por tener algo así, y estoy seguro de que tanto en tu alegría como en tu deleite también la llamarías “mi reina, mi amada, mi preciosa princesita (¡quizá!) ¡y muchas otras cosas bellas también!” Los sobrenombres surgen de los corazones enamorados, corazones que laten ‘acelerados’, si prefieres. Así pues, dime, ¿está tu corazón latiendo emocionado? Es obvio que el corazón de Dios sentía eso por Jacob, por Israel, por Su Jesurún.

Ahora bien, para ayudarte a recuperar la calma, ¿podrías imaginarte algo diferente? Que en un corto tiempo, esta misma mujer que una vez hizo acelerar tu corazón y te emocionó, se ha alimentado tanto que su cara también ha aumentado ¡demasiado! y ha permanecido sentada por tanto tiempo que sus tobillos se han inflamado; su cuello ha desarrollado rollos de carne, y toda ella ha pasado de ser voluptuosa a ir más allá del sistema solar exterior de la gordura; ha viajado a los profundos dominios de una terrible obesidad y, para colmo, ella no te soporta. Cuando tú te acercas a ella, ya sea para confortarla o rescatarla, ella te patea en la espinilla, te golpea en el pecho con su puño y escupe en tu cara. Es problemática, se preocupa por todo, es odiosa y te avergüenza. El sueño se ha convertido en una pesadilla ¡...y en una pesadilla fea y pateadora!

Nuestro versículo de esta noche nos cuenta de un desastre que es mucho peor. Nos habla del adulterio indulgente y elegido y, yo les digo, no hay nada de hermoso en eso. Nada. ¡Está gordo de pecado, y la respuesta de Dios a una obesidad tan pecaminosa son miradas negras, envidia verde y enojo color rojo vivo! Verán, el perder el gozo de la comunión que hay en el compañerismo lleva a la triste, auto-indulgente y tentadora pero nada satisfactoria “comida de pecado”, que lo único que hace es que ulcera los corazones.
He visto a los Cristianos ‘Jesurún’ perder el gozo de la comunión y caer. Sí, podría mencionar muchos nombres famosos que cayeron y se volvieron gordos, que se volvieron gordos y cayeron, ¡oh rayos! no juzguemos porque podría ser yo, podrías ser tú el que pierde ese gozo. ¡Sí, he visto muchos matrimonios que parecían imposibles de hundir, hundirse! Sin gozo, gordos y sin alegría. He visto muchas relaciones que parecía que no podrían romperse, ¡romperse! Por el amor de Dios, podría ser yo, podrías ser tú el que pierda ese gozo, oh Jesurún.

En caso de no haberlo entendido, este es mi punto esta noche: ¡No pierdas el gozo de seguir a Jesús, no coquetees con dioses extraños y no olvides quién es tu Padre! pues si lo haces, entonces, en Su ira, Él podría mirar hacia otro lado de ti, que estarás viejo y gordo.

Medita: “Lo provocó a celos con dioses extraños y lo hizo enojar con sus ídolos detestables. Ofreció sacrificios a los demonios, que no son Dios; dioses que no había conocido, dioses recién aparecidos, dioses no honrados por sus padres. ¡Desertaste de la Roca que te engendró! ¡Olvidaste al Dios que te dio vida! Al ver esto, el SEÑOR los rechazó porque sus hijos y sus hijas lo irritaron. Les voy a dar la espalda —dijo—, y a ver en qué terminan; son una generación perversa, ¡son unos hijos infieles!” Deuteronomio 32:16-20

Ora: Señor, ¡Te amo! ¿Qué quieres hacer esta noche? ¿Qué quieres hacer mañana? ¿A dónde quieres ir? ¿Qué podríamos hacer juntos? ¡Déjame escuchar cuando llamas mi nombre! ¡Déjame escuchar cuando me llamas hijo, el deleite de Tu corazón, Tu hijo más querido, Tu amado Jesurún! Amén.


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