Friday, April 8, 2011

Apr | 08 | Servido con sago

Palabra para meditar – FORTALEZA

Deuteronomio 23:1
“No podrá entrar en la asamblea del Señor ningún hombre que tenga magullados los testículos o mutilado el pene”

Servido con sago

Desembarcaron del barco en “Risk Point” en el Río Fly y fueron invitados por miembros de una fiera tribu a acudir a sus casas para una comida. Poco sabían ellos que ellos eran, en realidad, el ingrediente principal de esa comida. En unos cuantos momentos grandes rocas fueron estrelladas en la parte posterior de sus cabezas y luego casi con la misma rapidez, una daga de hueso fue incrustada en sus gargantas, y sus cabezas fueron degolladas y apartadas de sus cuerpos con un cuchillo de bambú. Los cuerpos decapitados fueron después entregados a las mujeres de la tribu, y la carne fue removida, cocinada y mezclada con sago, todo lo cual, dicho sea de paso, comieron con gusto ese mismo día. Fue por medio de esta terrible experiencia que el joven misionero Oliver Tomkins y el legendario Reverendo de sesenta años James Chalmers (Tamate, el Gran Corazón de Papúa, Nueva Guinea), entraron al cielo.

Chalmers era conocido como “Tamate”, simplemente porque las gentes de las tribus a quienes él llevó el Evangelio no podían pronunciar su verdadero nombre, pero Tamate ¡era fácil de aprender! Tamate se apegó a su tarea y a lo que consideraba su deber por más de 20 años, sin tomar nunca un descanso; perdió a dos esposas debido al agotamiento extremo y a enfermedades, naufragó al menos cuatro veces y estaba en constante peligro cada tercer día ¡y doblemente los domingos! El era un excéntrico hombre de Dios: Un hombre varonil con un carácter verdaderamente afable, quien tenía amigos y seguidores que iban desde Robert Louise Stevenson hasta el “Bully” Hayes, ese infame pirata de Ohio, de casi 1.90 mts. de estatura ¡y tan gordo como un barril! No hay tiempo esta noche para contarles de las cosas que hizo entre los fieros, muerde-narices, guerreros caníbales a quienes les llevó el Evangelio. Hombres como él no encontrarían lugar en las iglesias de hoy. Con todo, me pregunto qué pasaría si su espíritu se encontrara entre nosotros: ¡Probablemente se levantaría un fuego que quemaría nuestras iglesias, alrededor de nuestras afeminadas cabecitas frágiles! Señoritas, ¡digo esto sin el afán de ofender!

Siempre que leo acerca de hermanos de esta talla, lo valientes que eran, tanto ellos como sus queridas “Déboras” me llaman la atención dos cosas:

Primero, por supuesto es su audacia, su dedicación al deber y su muerte absoluta a sí mismos. Las historias de estos héroes de la fe necesitan ser presentadas a nuestros jóvenes de hoy, quien, Dios nos ayude, están más familiarizados con la corriente Californiana de ídolos juveniles de dientes muy blancos, que con cualquiera de estos verdaderos gigantes. Estamos criando gatitos mimados, queridos amigos, gatitos mimados en lugar de leones, y cuando estos gatitos mimados finalmente crezcan, todo lo que harán será hacer pipí en sus padres, comer salmón procesado de una lata y mostrar su incontinencia urinaria en nuestra alfombra. Por lo menos saben cantar una canción y tocar una loca guitarra; bueno, ¡eso debe contar al menos para algo! Pues no! De hecho cuenta muy poco. La educación cristiana de nuestros hijos necesita que se le agregue un poco de carne, ¡eso es seguro!

Segundo, el método brutal de su partida es tan contraria a las muy falsas promesas, que últimamente se dicen desde nuestros púlpitos por Pastores que son como gatitos mimados con cuellos de terciopelo y campanas de plata. Me parece a mí, (Dios nos ayude), que estas campanitas de plata, serán los únicos pedacitos colgantes que tendrán acceso a las áreas donde se requiere ser ‘sin testosterona’ en nuestros púlpitos. ¿No saben ustedes que los machos “castrados” no podrán entrar nunca en el servicio de Dios? Sin embargo, ahí están, y amigos no pueden hacer nada mas que mentir a sus congregaciones ¡porque ya se han mentido a sí mismos y se han vendido a sí mismos!

¿Estaré loco? ¿O es el ritmo del paracleto lo que escucho, cuando el tambor de Drake resuena una vez más? ¿O será sólo mi simple pensamiento, mi anhelo personal desesperado de escuchar otra vez el rugir de leones en nuestra tierra una vez más?

Medita: “¿Con qué puedo comparar a esta generación? Se parece a los muchachos sentados en la plaza que gritan a los demás, ‘Tocamos la flauta, y ustedes no bailaron; Cantamos por los muertos, y ustedes no lloraron’. Porque vino Juan, que no comía ni bebía, y ellos dicen, ‘Tiene un demonio’. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen, ‘Éste es un glotón y un borracho, amigo de recaudadores de impuestos y de pecadores’. Pero la sabiduría queda demostrada por sus hechos”. Mateo 11:16-19 (tomado de El Mensaje: por Eugene H. Peterson.)

Ora: Señor, levanta y entrena hombres de acero para así cubrir nuestra verguenza. En el nombre de Jesús te lo pedimos. Amén.


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