Tuesday, April 12, 2011

Apr | 12 | De predicaciones y monos de púlpito

Palabra para meditar – COMIDA

1 Corintios 1:21-24
“Ya que Dios, en su sabio designio, dispuso que el mundo no lo conociera mediante la sabiduría humana, tuvo a bien salvar, mediante la locura de la predicación a los que creen. Los judíos piden señales milagrosas y los gentiles buscan sabiduría, mientras que nosotros predicamos a Cristo crucificado. Este mensaje es motivo de tropiezo para los judíos, y es locura para los gentiles, pero para los que Dios ha llamado, lo mismo judíos que gentiles, Cristo es el poder de Dios y la sabiduría de Dios”.

De predicaciones y monos de púlpito

Antes yo era considerado lo que se puede llamar un “literato”, o sea una persona con educación pero que no tiene un título universitario. Me gustaría tener un título, probablemente unos dos pero...realmente no importa. La verdad es que debo confesar que me encanta ser un “literato.” Es suficiente.

Saben, yo puedo decir de mí que soy una persona “enraizada” en la literatura, en todo tipo de palabras y en particular en “La Palabra”, y soy lo suficientemente osado como para creer que en esta era posmodernista, aun en lo que algunos se han referido como una era post-evangélica visualizada, que la proclamación de la Palabra de Dios sigue siendo la mejor forma de comunicar el Evangelio. Yo creo en la proclamación verbal del Evangelio, una voz enviada al oído de otro; un alma hablando a través de los ojos atentos de otro, de corazón a corazón. Yo creo que esta es la manera que Dios ha escogido para comunicar el Evangelio y aunque suene tal vez difícil de creer, funciona. La única razón por la que pareciera que no está funcionando y el principal motivo por el cual lo hemos reemplazado con videoclips anémicos, adornados con una cubierta blanca de alabanza de labios, es que hemos contratado un montón de monos de púlpito, quienes sin unción alguna, aún con todo y un título universitario, se conducen bien y saben comunicarse aún mejor. Seguro que es agradable tener ese tipo de monos por un tiempo, realizando grandes trucos, pero al final, ¿quién quiere escuchar a un mono de púlpito parloteando acerca de nada? El alma se vuelve amarga y muere bajo el ministerio patético de estos monos parlantes. Sí, deseo con todo mi corazón que lleguemos un día a tener en nuestros púlpitos hombres en lugar de monos, porque lo que tenemos ahora no es suficiente.

En su libro, “Discursos a mis Estudiantes”, cuando habla de “Los acres de Dios” esos espacios abiertos que grandes hombres del pasado utilizaban como púlpitos, Spurgeon hace mención del ‘divino’ de Escocia, el santo George Wishart. Es Juan Knox, el discípulo de Wishart, quien dice que habiéndosele negado acceso a la mayoría de las iglesias de Escocia, Wishart decidió proclamar la verdad a los cuatro vientos, pero al aire libre. De hecho, en una ocasión viajó a la ciudad de Dundee escogiendo la entrada de la puerta este, como plataforma de proclamación, donde tomó el Salmo 107:20 como el texto que predicó a los enfermos que estaban afuera de la puerta de la ciudad y a los que se habían librado de la Peste Bubónica. Dice Spurgeon: “Muy rara vez un predicador ha tenido una audiencia como esa, y muy rara vez también, una audiencia ha tenido un predicador como él. Los tiempos antigüos se situaron al lado de los predicadores con una oz, diciendo con voz fuerte: ‘Trabajen mientras es de día, porque a la noche, serán cortados completamente.’ Ahí también se paró la muerte, poderosa, en el púlpito, con sus flechas afiladas diciendo: ‘Tiren ustedes las flechas de Dios y yo tiraré la mía.’ Esto es sin lugar a dudas, decía Spurgeon, ‘un notable ejemplo de la predicación al aire libre.” ¡Más vale que lo crean!
Wishart escapó a un intento de asesinato en Dundee, pero su viejo enemigo, el Cardinal Beaton, ordenó al Conde de Bothwell que lo capturara y se lo entregara. Wishart fue juzgado como hereje, hallado culpable y quemado en una hoguera afuera de las murallas del Castillo de Edinburgo. La mañana de su ejecución el capitán del castillo invitó a Wishart a desayunar y le dio tanto comida como saquitos de pólvora para que los pusiera bajo su ropa. Durante la quema, su ejecutor se arrodilló y le pidió a Wishart que lo perdonara, lo cual, Wishart hizo sin vacilación. El fuego hizo que los sacos de pólvora explotaran, pero no lo mataron inmediatamente. Desde su ventana, el Cardinal Beaton observaba la agonía de Wishart.

Sí, usted puede comprarse un mono de púlpito cuando usted lo desee, pero hombres que lleven el fuego del Espíritu Santo bajo sus santas y ungidas ropas, hombres que tengan poder en sus palabras y que tiren flechas desde su boca, hombres que se mantengan firmes con el tiempo y aún con la muerte a su lado, hombres que verdaderamente crean y practiquen la locura de la predicación...¡Dios mío! ¡Hombres como esos valen su precio en oro! Sin embargo... ellos no pueden ser comprados. Piensen en esto.

Algunos de ustedes, son llamados en esta noche a pararse en púlpitos al aire libre una vez más. Asegúrense de ser unos literatos en la Palabra y también de estar cargados con la pólvora del Espíritu Santo.

Algunos de ustedes necesitan, en esta noche, dejar de hacer ‘monerías’ y arrepentirse. Sí, algunos de ustedes, por el amor de Dios, necesitan convertirse en hombres en sus púlpitos y dejar de ser sólo monos.

Algunos de ustedes quienes van a la iglesia, necesitan, esta noche, revisar sus alacenas y si todo lo que han acumulado a través de los años son un montón de plátanos amarillentos, entonces lo que ustedes necesitan es dejar de asistir al zoológico local, porque yo les digo, que en eso es en lo que se ha convertido su iglesia.

Medita: “Envió su palabra para sanarlos y así los rescató del sepulcro”. Salmos 107:20

Ora: Oh Señor, dános hombres poderosos que nos desafíen una vez más. Llévanos nuevamente a Tu Palabra; pon saetas en nuestra boca y fuego en nuestros corazones. Equípanos oh Señor, con el explosivo poder de la resurrección de Jesucristo, el Rey. Por favor Señor, dános palabras y voces una vez más, ¡en lugar de este interminable parloteo de los monos de púlpito! Te lo pedimos en el Nombre de Jesús. Amén y Amén.


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