Tuesday, April 26, 2011

Apr | 26 | Dios, el sepulturero

Palabra para meditar – JUICIO

Nahúm 1:14
“El Señor ha decretado: ‘No tendrás más hijos que perpetúen tu nombre; extirparé la casa de tus dioses, las imágenes talladas y tus ídolos fundidos. Te voy a preparar una tumba porque eres una infame.’”

Dios, el sepulturero

El profeta Nahúm dice en efecto: “Ahora, ¡Nínive caerá!” El profeta Jonás había sido poderosamente, además de renuentemente, usado por Dios para predicar arrepentimiento y gracia a esa gran ciudad. La respuesta de los Ninivitas a las proclamaciones hechas de mala gana por parte de Jonás, para que se arrepintieran y aceptaran la bondad de Dios y por tanto se detuviera el juicio de Dios que venía en camino hacia ellos, se habían detenido felizmente. Ahora, sin embargo Dios regresa y esta vez, El tiene una pala en la mano y la palabra en Sus muy enojados labios es: “¡Voy a enterrarlos!” ¿Qué pasó aquí?

El arrepentimiento pasado de un pueblo no garantiza una gracia en el presente. El arrepentimiento debe ser vivido contínuamente para que la misericordia fluya. Hay una lección aquí, para individuos como para naciones, porque los leones de la tierra y sus líneas de sangre pueden ser definitivamente eliminados. ¡Para bien! Porque cuando Dios trae su pala y cava un hoyo para ellos, entonces la tierra que El amontona sobre ellos los cubrirá para siempre y el viento soplará y se llevará todo remanente de su orgullosa existencia. Por ejemplo, yo recuerdo cuando todos mis mapas del mundo en la escuela, estaban en su mayoría cubiertos de color rosa, indicando la amplitud, la profundidad y la expansión del Imperio Británico. Selah.

Existen dos contrastes muy marcados acerca de Dios, presentados a nosotros en este libro. El hecho de que Dios es el Dios de toda la tierra y que todas las naciones son, por lo tanto, responsables ante El y Sus leyes es la base de este contraste reactivo. Obedece a Dios y busca seguirle y honrarle y esta actitud y acción asegurará, a la obediente nación en cuestión, paz y prosperidad; por otro lado, la desobediencia a Su propósito y el desprecio a Su gobierno y a Sus leyes, traerá catástrofes a esa nación y como consecuencia un más terrible juicio. Para la nación buscando obedecerle, Dios es una roca y un refugio, un Dios de bondad llevando una canasta llena de bienes. Sin embargo, para la nación que le desobedece, y al hacerlo “contamina” y aparta a otros que desean seguirle a El, El es un celoso vengador, vestido de pies a cabeza en su traje negro de sepulturero, caminando enojado por las montañas y llevando una pala en sus hombros de juicio. Esta es una simple pero terrible imagen y evoca la elección de la obediencia o la desobediencia, de la vida o la muerte de cada generación.

Yo veo a nuestras naciones caídas de Occidente, no menos esta isla mía, y créanme que estamos en el tiempo de Nahúm, pero, ¡oh Dios mío! Añoro el tiempo en que Jonás venga otra vez y aún ahora lloro con la esperanza de probar y oler el vómito de una ballena en nuestras calles oscuras una vez más, y ver un profeta envuelto en los ácidos del estómago, saliendo de en medio de todo el desorden para predicarnos del arrepentimiento una vez más. A pesar de que nuestras zonas de pesca están vacías, tal vez Dios tiene unos cuantos de Sus propios peces grandes ¡todavía escondidos en Sus profundidades! Tal vez estos lleven a algunos profetas reacios a venir a estas asediadas playas una vez más a predicarnos de justicia, de pecado, del juicio venidero y del arrepentimiento en Jesús una vez más. Eso espero. Eso oro. Tal vez algunos de ustedes debieran hacer lo mismo.

Medita: “Atravesaron la región de Frigia y Galacia, ya que el Espíritu Santo les había impedido que predicaran la palabra en la provincia de Asia. Cuando llegaron cerca de Misia, intentaron pasar a Bitinia, pero el Espíritu de Jesus no se los permitió. Entonces pasando de largo por Misia, bajaron a Troas. Durante la noche, Pablo tuvo una visión, en la que un hombre de Macedonia, puesto de pie, le rogaba, ‘Pasa a Macedonia y ayúdanos.’ Después de que Pablo tuvo la visión, en seguida nos preparamos para partir hacia Macedonia, convencidos de que Dios nos había llamado a anunciar el evangelio a los Macedonios.” Hechos 16:6-10

Ora: Señor, ¡ayúdanos a todos! Amén.


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