Wednesday, June 1, 2011

Jun | 01 | Sobre la raíz y el fruto, y sobre el regocijo en medio de la rabia

Palabra para meditar – PAZ

Filipenses 1:15-18
“Es cierto que algunos predican a Cristo por envidia y rivalidad, pero otros lo hacen con buenas intenciones. Estos últimos lo hacen por amor, pues saben que he sido puesto para la defensa del evangelio. Aquéllos predican a Cristo por ambición personal y no por motivos puros, creyendo que así van a aumentar las angustias que sufro en mi prisión. ¿Qué importa? Al fin y al cabo, y sea como sea, con motivos falsos o con sinceridad, se predica a Cristo. Por eso me alegro; es más, seguiré alegrándome.”

Sobre la raíz y el fruto, y sobre el regocijo en medio de la rabia


Uno de mis autores y libros favoritos es el de “The Safest Place On Earth” (El lugar más seguro de la Tierra) de Larry Crabb. El título refleja un deseo práctico y piadoso de lo que debiera ser la iglesia, en lugar de ser esa caricatura decepcionante que actualmente es. Entre más leo el Nuevo Testamento, más me doy cuenta de lo tonto que son las ovejas perdidas y malolientes, y más recibo patadas atrás cuando me inclino para ayudar a otros, y más creo, al menos de este lado del cielo, que la iglesia es por lo general, ¡uno de los lugares más peligrosos del planeta! ¿Cómo puede ser posible que nos regocijemos en medio de una comunidad tan desordenada, tan llena de navajas afiladas y dientes devoradores y mordaces?

Incluso si la proclamación del Evangelio está llena de envidia, o se da por ambiciones personales o está plagada de rivalidad con el único propósito de añadirle más sufrimiento a un viejo apóstol solitario, encadenado y golpeado, nuestro versículo de esta noche nos proporciona un ejemplo sorprendente de regocijo en medio de la rabia. Así que para aquellos de ustedes que se sientan confusos ante la locura de la multitud de la iglesia, aquí les tengo en esta noche tres vacunas contra la rabia.

La primera vacuna contra la rabia es el reconocimiento pleno de que, por lo que podemos ver en nuestro versículo para esta noche, ¡fueron los cristianos quienes pusieron en práctica esta proclamación del Evangelio particularmente vil! Pablo no dice que esta práctica vil sale de la boca y del corazón de los no creyentes, y por lo tanto “es comprensible”, y por lo tanto “es más fácil de soportar”. ¡No! Pablo reconoce que estos son creyentes; creyentes envidiosos, egoístas, ambiciosos que están ahí para hacerle daño; y mis amigos: si creen que ya no están por ahí el día de hoy, ¡pues sólo mándenme un mensaje para que los ponga en contacto con un buen número de ellos! Me pregunto si la tan grandemente alabada y deseada “Oficina General del Pastor Principal” ha contribuído (más que cualquier otra práctica protestante en la historia) ejemplificando y proliferando esta actitud autoprotectora, autoabastecedora, autoengrandecedora, envidiosa y enfocada en alcanzar una carrera. El problema siempre ha estado con nosotros, pero las estructuras de nuestra iglesia actual secundan en gran medida esta práctica abominable de la predicación envidiosa del Evangelio. Cambiemos la estructura, salvemos la práctica y quizá podamos, de alguna manera, ayudar a resolver el problema. Tal vez.
La segunda vacuna contra la rabia que sacamos de este versículo, es que, a pesar de que Pablo sufría y de que estaba lastimado, aun así se regocijaba en la proliferación del Evangelio, a pesar de las razones malintencionadas que movían su proclamación en ese entonces. ¡Eso es extraordinario! Su corazón vivía para sembrar la semilla de la fe en los oídos de los no creyentes. Su corazón vivía para la predicación del Evangelio a cualquier persona y a todos, y para él, aunque estuviera siendo anunciado por lenguas cizañosas de asnos rebuznando, de igual manera estaba siendo anunciado. ¡Eso lo hacía regocijarse! ¡Qué gran enfoque! ¡Qué maravilloso tener esa actitud!

Esto nos lleva a nuestra última vacuna contra la rabia que ofrece este versículo, y que es el reconocimiento de la bondad de Dios en el poder maravilloso del Evangelio proclamado. Sí, incluso si la raíz de la proclamación es mala, el fruto de la proclamación puede ser bueno. Esto no sólo es maravilloso sino que da cuenta de tantas bendiciones aparentes ¡provenientes de las fuentes menos esperadas! ¡Parece ser que Dios hará Su voluntad y atraerá a Su Iglesia hacia Sí mismo, a pesar de todo, y sin importar el cómo y el a través de quién!

Vale la pena decir que a partir de nuestro texto podemos ver que el fruto de la proclamación no necesariamente refleja la fuente (ya sea la persona o la forma) del anuncio. Amigo cristiano, toma nota de esto en esta noche, y si puedes, ¡regocíjate!

Medita: “Alégrense siempre en el Señor. Otra vez digo: ¡Alégrense! Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca. No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4:4-7

Ora: Señor, concédeme esta manera de enfocar mi vida, esta claridad de pensamiento, esta capacidad práctica para la oración y la súplica; y luego te ruego que derrames sobre mí, en ríos de oro mi Señor, la paz que todo lo sobrepasa de tus promesas en Jesucristo, nuestro Señor. Te lo pido en Su nombre glorioso. Amén

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