Wednesday, May 11, 2011

May | 11 | Las caricaturas pantomímicas de la maravillosa palabra de Dios

PODRIDO

Proverbios 6:22
“Cuando camines, te servirán de guía; cuando duermas, vigilarán tu sueño; cuando despiertes, hablarán contigo”

Las caricaturas pantomímicas de la maravillosa palabra de Dios

Las Escrituras son muy claras en lo que se refiere a la insensatez ciega de los hombres, especialmente cuando se trata del deseo del sexo. Nuestro texto de esta noche está escrito dentro del contexto de una advertencia frente a los resultados del adulterio. Los dichos sabios del libro de los Proverbios se refieren a este asunto, no en pocas ocasiones, y dibujan el proceso completo de insatisfacción, deseo ilícito, seducción, satisfacción, cambio, entendimiento, culpa y arrepentimiento, en palabras que sólo pueden describirse como una caricatura a todo color, clara pero metafórica y en proporciones pantomímicas panorámicas. Sí, los pasajes que advierten en contra del adulterio invitan al lector a participar de la advertencia activa, a gritar y a clamar, a llorar y a gemir, a abuchear y a chiflar a los personajes. Echemos un vistazo a estas caricaturas.

La esposa: Serena, cansada, pequeña, un poco agotada, incluso un poco desgastada. Ocupada con los niños, atendiendo el hogar, su frente marcada por el tiempo y las preocupaciones, la elasticidad de su vientre y de sus muslos marcada por los hijos. Lo que más desea en las noches es dormir.

La mujer seductora: Voluptuosa, una engatusadora de dulces labios rojos, que coquetea y musita su invitación de “ven a visitarme algún día” a todas partes a donde va. Excitante, invitante, acariciándote con sus ojos y desnudándose delante de ti. Lo que más desea en las noches es sexo.

El hombre joven o el marido mayor: Como “Odie” el de Garfield, muestra su lengua colgando y su cerebro colgando. Movido por sus entrañas, enceguecido por sus deseos palpitantes, atrapado por la oscuridad de sus fantasías, listo para divertirse y jugar a la ruleta con la voluptuosa “dama de rojo”, soñando con Las Vegas y con la oportunidad de apostar, olvidando la única gran verdad: que la casa al final siempre gana. Lo que más desea en las noches es jugar y que jueguen con él. Es un insensato de infinitas proporciones.

La pantomima aparece en el libro de los Proverbios, no tanto con la acción entre sábanas sino con la reacción del hombre joven o del marido mayor cuando al final se despierta de su estupor, sediento, desnudo, amarrado a un cactus en el desierto, sin dinero en su tarjeta y sin manera de volver a casa.

Las advertencias son pantomímicas en proporción, porque Dios las pinta con las letras más grandes para que puedan verse incluso por encima del furúnculo enorme de la insensatez ciega que a menudo crece en el entrecejo de los hombres. Es necesario que se vean, y para aquellos que sí las ven, el libro de los Proverbios está lleno de signos de advertencia que a gritos exclaman una sola frase: “¡No vayas, grandísimo tonto!”

Lo que aprendemos con nuestro versículo de esta noche es que cada día necesitamos que nos dirijan, nos cuiden y nos hablen. Y es la Palabra de Dios y Sus maravillosos mandamientos los que se ocuparán de ello, y muy específicamente, ¡Sus maravillosos mandamientos pronunciados en boca de tu mamá! La Biblia es sorprendentemente brillante en cuanto a que alienta a que se reemplacen las imágenes de bellezas voluptuosas, presentes en la mente del hombre tentado, ¡por la imagen de su madre amenazante! ¿No les parece comiquísimo? Y con todo, es completamente práctico. “Chicos, cada vez que estén pensando en esa clase de cosas”, dice Dios, “piensen en su madre y recuerden lo que les dijo. Piensen en sus palabras, escuchen sus regaños y sus advertencias amorosas, sientan sus palmadas justo encima de su cabeza, guarden sus palabras en su corazón; que ellas sean un amuleto protector colgando de su cuello, que los proteja del poder destructivo de la seducción, porque ‘hijo mío’, como dice ella, ‘el resultado de su seducción unido a tu estupidez será un desastre en todos los sentidos. ¡Despierta! ¡Huye!”.

Ciertamente necesitamos que madres devotas de esas que hablan sin rodeos, se levanten en medio de nosotros para que empapen a nuestros hijos con enseñanzas divinas, ¡aunque las tengamos “encima de nosotros”! Esta noche compremos un boleto y metámonos en la pantomima del libro de Proverbios. Recordemos a nuestras madres y sus advertencias, y delimitemos nuestro camino por entre la cinta de advertencia negra y amarilla, de las caricaturas pantomímicas de la maravillosa palabra de Dios.

Medita: “Hijo mío, obedece el mandamiento de tu padre y no abandones la enseñanza de tu madre. Grábatelos en el corazón; cuélgatelos al cuello. Cuando camines, te servirán de guía; cuando duermas, vigilarán tu sueño; cuando despiertes, hablarán contigo. El mandamiento es una lámpara, la enseñanza es una luz y la disciplina es el camino a la vida. Te protegerán de la mujer malvada, de la mujer ajena y de su lengua seductora. No abrigues en tu corazón deseos por su belleza, ni te dejes cautivar por sus ojos, pues la ramera va tras un pedazo de pan, pero la adúltera va tras el hombre que vale. ¿Puede alguien echarse brasas en el pecho sin quemarse la ropa?¿Puede alguien caminar sobre las brasas sin quemarse los pies? Pues tampoco quien se acuesta con la mujer ajena puede tocarla y quedar impune.” Proverbios 6:20-29.

Ora: Señor, ayúdame a enamorarme de tu enseñanza; sí, ayúdame a ser el mejor amigo de la corrección y a escuchar la voz sabia de mi madre y el mandato severo de mi padre, para que me libre de la ruina. Concédeme mi propia cisterna de agua viva, un pozo con un buen balde, una fuente extasiada, los valles de invitación y las laderas delicadas de una esposa amorosa. Te lo pido en el nombre de Jesús. ¡Amén!



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