Friday, June 3, 2011

Jun | 03 | Las aguas del testimonio

MOJADO

1 Corintios 1:12-17
“Me refiero a que unos dicen: Yo sigo a Pablo; otros afirman: Yo, a Apolos; otros: Yo, a Cefas; y otros: Yo, a Cristo.¡Cómo! ¿Está dividido Cristo? ¿Acaso Pablo fue crucificado por ustedes? ¿O es que fueron bautizados en el nombre de Pablo? Gracias a Dios que no bauticé a ninguno de ustedes, excepto a Crispo y a Gayo, de modo que nadie puede decir que fue bautizado en mi nombre. Bueno, también bauticé a la familia de Estéfanas; fuera de éstos, no recuerdo haber bautizado a ningún otro. Pues Cristo no me envió a bautizar sino a predicar el evangelio, y eso sin discursos de sabiduría humana, para que la cruz de Cristo no perdiera su eficacia.”

Las aguas del testimonio


Soy un hombre de inmersiones totales, pero si quieres apenas rociar o humedecer la cabeza del bebé como reconocimiento de una relación de pacto, pues puedo soportarlo. Aunque preferiría mucho más verte como Yul Brynner en el papel del viejo Taras Bulba, agarrando a tu hijo recién nacido y sumergiéndolo inmediatamente de cabeza en cualquier arroyo de aguas heladas, antes de alzarlo por encima de tu cabeza como ofrenda al Dios Altísimo. Menos palabrería. Más sinceridad.

Ya desde hace un tiempo, el rito del bautismo ha sido llevado a cabo por la persona debidamente ordenada, por aquellos sensatos de mente y de juicio, por el profeta con alzacuellos o bata negra, que lleva un traje de caucho debajo de su bata de predicador y al que le resulta difícil mantener el equilibrio en el bautisterio, casi incapaz de ayudarse a sí mismo a flotar y a recostarse como un viejo y maloliente pez muerto a causa de la presión del agua contra su trasero ¡y que es ocasionada por la gran burbuja de aire formada dentro de sus botines de hule! Sí, eso le pasó a un amigo mío y les digo que parecía borracho mientras intentaba realizar el bautismo. ¡Qué risa! Por poco mojo mis pantalones. Si eres cristiano, puedes bautizar a tus propios hijos en donde quieras. Incluso sin botines de hule.
Sin embargo, el bautismo es ciertamente un tiempo especial. Un tiempo en el que obedecemos el mandato de nuestro Señor Jesús de mostrar en el exterior lo que ha ocurrido en el interior. Es decir, nuestra plena y completa asociación con Su muerte, Su sepultura y Su resurrección. En lo que se refiere a todo esto, hoy sólo deseo dejarlos con un buen número de consideraciones ‘mojadas’.

Creo que el “cuándo” de tu bautismo sólo está precedido por un punto en el tiempo, que es cuando crees en el Señor Jesucristo y eres salvo. Sólo deberías bautizarte después de esto, y yo diría que tan pronto te sea posible después de esto.

Creo que la persona que debe realizar el bautismo es la que te haya llevado a Cristo. Si tú quieres y si ella quiere. Si no, entonces debe ser alguien distinto que tú mismo escojas como mentor, como buen amigo, como “padrino” por así decirlo. Si no puedes encontrar a nadie así, entonces estoy seguro de que el pastor del lugar lo hará. No obstante, recuerda que ese ministerio está en manos del sacerdocio Real del que todos somos parte.

Creo que no necesitas tener audiencia para esto y creo también que no es necesario convertirlo en un gran acontecimiento evangelístico; aunque puede ser... es decir, ¿por qué no? Pero no tiene que ser. Pueden ser sólo tú y la persona que te bautiza. Un testigo fiel, un amigo de toda la vida que te recuerde, que camine contigo, que esté a tu lado, que te instruya, que ore contigo y cuando sea necesario, que te dé un estirón de orejas. Debe existir un gran vínculo de honor, responsabilidad, y compromiso mutuo, entre quien bautiza y la persona que es bautizada.

Creo que si uno obedece y sigue el mandato que el Señor ha dado con respecto al bautismo, entonces le aguarda una bendición; bendición que debe buscarse, esperarse y en la que se debe confiar.

Sí, yo creo que debes bautizarte.

Medita: “Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.” Mateo 28:18-20

Ora: Señor, hazme nadar en las aguas de la obediencia, en las aguas de la bendición y en las aguas del testimonio. ¡Amén!

 

No comments:

Post a Comment