Tuesday, June 14, 2011

Jun | 14 | ¡Oh Aberystwyth: Trae nuevamente las cosas de antaño!

Palabra para meditar – SÓLIDO

Jeremías 6:16
“Así dice el Señor: Deténganse en los caminos y miren; pregunten por los senderos antiguos. Pregunten por el buen camino, y no se aparten de él. Así hallarán el descanso anhelado. Pero ellos dijeron: No lo seguiremos.”

¡Oh Aberystwyth: Trae nuevamente las cosas de antaño!


Me gustaría que Dios dejara de hacer cosas nuevas. Con lo de Toronto, Brownsville, Lakeland, Brompton, y muchos otros lugares anónimos, parece que Dios nunca se cansara de hacer cosas nuevas. Si Cristo no viene pronto, la lista ya de por sí monumental (pero además siempre en aumento) de “Dios haciendo nuevas cosas”, habrá crecido sustancialmente. Sí, me gustaría que Dios dejara de hacer cosas nuevas y empezara a hacer de nuevo algunas de las viejas, o realmente sólo una cosa vieja. Me gustaría que salvara y santificara a las personas como solía hacerlo en los días que ya se han ido.

Junio es el mes tradicional para la llegada en masa de todo el color. Hoy lo vi, y el Desfile de la Guardia Montada en Londres estuvo nuevamente engalanado de majestuosidad. Fue muy conmovedor observar a los cinco regimientos de la guardia entrar, a pie, en tropel con los colores del regimiento elegidos para el año, pasar delante de Su Majestad la Reina Isabel II: Cada guardia iba sacando el pecho, pavoneándose, y mirando a la monarca directo a los ojos, mientras las bandas de las caballerías montadas cambiaban la tonada apresurada de la marcha, para ajustarla a las canciones asociadas durante tanto tiempo con cada uno de los regimientos que iban pasando delante de la Realeza que, mientras tanto, los observaba. Todas las canciones eran melodías llenas de vigor, como “The British Grenadiers”, “Milanollo”, “Hielan Laddie”, “El Día de San Patricio” y “El Vuelo de la Alondra”.

Fue durante el resto de las marchas suaves y rápidas de preparación que mi corazón quedó capturado con la música, en particular con Les Huguenots y Aberystwyth, esas dos magníficas melodías, la primera un vals, combinado musicalmente con “Castillo fuerte es nuestro Dios”, y la segunda, la tonada con la que solía cantarse el antiguo himno “Jesús el Amado de mi Alma”. Recuerdo un tiempo en el que la conexión musical de tales melodías hacía que las palabras asociadas a ellas fueran recordadas por todo el país; melodías que con ellas infundían asombro y gratitud hacia Dios, y que daban testimonio de Su gracia hacia nosotros y de nuestra dependencia de Él. Ahora sólo son melodías olvidadas y desconectadas. Incluso en la iglesia, el día de hoy son especialmente melodías olvidadas y desconectadas.

¡Mi Dios! Necesitamos un renacimiento musical y un avivamiento digno de atención que incluya melodías antiguas! o mejor aún, ¡que incluya melodías nuevas con el antiguo tema del pueblo salvado del pecado y santificado por Él!

Sí, en esta noche me gustaría, con todo mi corazón, que Dios dejara de hacer cosas nuevas e hiciera una vez más lo que hacía en antaño.

Medita:
Castillo fuerte es nuestro Dios,
Defensa y buen escudo.
Con su poder nos librará
En todo trance agudo.
Con furia y con afán
Acósanos Satán:
Por armas deja ver
Astucia y gran poder;
Cual él no hay en la tierra.

Nuestro valor es nada aquí,
Con él todo es perdido;
Mas con nosotros luchará
De Dios el escogido.
Es nuestro Rey Jesús,
El que venció en la cruz,
Señor y Salvador,
Y siendo El solo Dios,
El triunfa en la batalla.

Y si demonios mil están
Prontos a devorarnos,
No temeremos, porque Dios
Sabrá cómo ampararnos.
¡Que muestre su vigor
Satán, y su furor!
Dañarnos no podrá,
Pues condenado es ya
Por la Palabra Santa.

Esa palabra del Señor,
Que el mundo no apetece,
Por el Espíritu de Dios
Muy firme permanece.
Nos pueden despojar
De bienes, nombre, hogar,
El cuerpo destruir,
Mas siempre ha de existir
De Dios el Reino eterno.
(Martin Lutero)

Ora:
Jesús, Amado de mi alma,
Huyo de la tempestad
A tu seno protector,
Fiándome de tu bondad.
Sálvame, Señor Jesús,
De la furia del turbión:
Hasta el puerto de salud,
Guía Tú mi embarcación.

Otro asilo no he de hallar,
Indefenso acudo a Ti;
Voy en mi necesidad
Porque mi peligro vi.
Solamente Tú, Señor,
Puedes dar consuelo y luz;
A librarme del temor
Corro a Ti, mi buen Jesús.

Cristo encuentro todo en Ti,
Y no necesito más;
Débil, me pusiste en pie;
Triste, ánimo me das.
Al enfermo das salud,
Guías tierno al que no ve;
Con amor y gratitud
Tu bondad ensalzaré.
(Charles Wesley)


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