Friday, July 1, 2011

Jul | 01 | Haciendo que la luna se detenga

Palabra para meditar: PLENITUD

Zacarías 14:7c
“Pues cuando llegue la noche, seguirá alumbrando la luz..”

Haciendo que la luna se detenga

Anoche, sí recuerdo, que anoche mis sueños estaban plagados con imágenes de vacío. Bolsillos vacíos, una cabeza vacía sin nuevas ideas, una boca vacía sin nada que decir, vacío, vacío; todo era un bochornoso vacío ya que ¡no podemos bendecir a otros si no tenemos nada que dar! Anoche mis sueños estaban colmados de una sensación de carencia de todo tipo cosas.

El día anterior había preparado el escenario para mi perturbadora e inconsciente introspección nocturna. Las finanzas se agotaban, las cuentas gritaban para que las pagasen, y el dinero de la venta de artículos usados que había hecho aquel día se había esfumado rápidamente. No les diré lo que hice con aquel dinero pero mi esposa había expresado: "No vendimos nuestras cosas para que tú despilfarres lo ganado" Ella tenía razón, yo había despilfarrado mis recursos. Anoche, sí recuerdo que anoche en mis sueños, me desperté vacío, preocupado y abochornado.

Mi crisis de hombre de los cuarenta ya llevaba diecisiete años conmigo. Comenzó cuando cumplí los treinta años. ¡Cuánto daría por tener treinta años ahora! Miro al futuro y en otros diecisiete años tendré sesenta y cuatro y estaré llegando a la edad de retiro. Como muchos hombres que ahora tienen mi edad, siento que he alcanzado pocas de mis metas, poco de mis sueños, y aquel futuro de terciopelo de mi juventud, había terminado en el hasta ahora pálido desencanto del presente. Anoche, sí, recuerdo que anoche en mis sueños, me desperté vacío, preocupado y abochornado. Sí, todo es muy deprimente. Quizás, en verdad he despilfarrado los recursos de mi vida. ¿Se sienten ustedes alguna vez así?

Sin embargo, en la providencia y misericordia de Dios, las nubes de mis últimos días se han disipado y esta noche, la luna está alta y brillante en mi cielo y me hace recordar que en un momento, Jesús convirtió el agua en vino. Me gusta eso. Con una simple palabra del Señor, todo el bochorno y el vacío de la vida pueden ser cambiados para bien y todo puede suceder bien rápido. Cuando el agua fue convertida en vino, aquello que era natural, común y desabrido se hizo pleno y con sabor a fruta, rico y bueno, lleno de bendición, agradable al paladar, sorprendente en calidad, y todo sucedió en un solo instante.

Nosotros tenemos nuestros días y estos pasan demasiado rápido. Sin embargo, ¡Dios también tiene sus días y estos duran mil años! ¡Yo creo que Dios puede apretujar uno de sus días en uno de los nuestros! ¿Lo creen ustedes? ¡Sí, Dios puede apretujar mil años de edad en un solo día, mil años de bendiciones en un día, mil años de frutos en un solo día! Yo creo que Dios nos puede hacer dar un salto cuántico a órbitas más altas de energía, de actividad, influencia y luz. Más que esto, yo creo que esta noche, en su fiesta lunar, El lo hará por mí. Sí, creo que en esta noche El lo hará por ustedes, si ustedes se lo piden.

A menudo he pensado que Dios se deshace de los viejos como de una grasienta piel de serpiente, que siempre se junta con los jóvenes, que siempre se enfoca en la próxima generación para llevar a cabo Sus planes, que siempre trabaja con los modelos más jóvenes, sí, que Dios, siempre tiene sus ojos puestos en las posibilidades que ofrecen las nuevas generaciones. A medida que he envejecido, he sentido que Dios me ha traicionado en esto. Por supuesto, yo estaba equivocado, ya que es solamente este mundo actual, esta cultura siempre cambiante, esta maquinaria de conveniencia y consumo la que mira tan lujuriosamente a los jóvenes y tan desdeñosamente a los viejos. Dios no se decepciona por la edad, al contrario, El la valora y nos llama a nosotros, la gente de más edad, a mirar la tierra prometida desde mayores alturas, desde donde cualquier joven lleno de granos no lo puede hacer, y a una altura desde donde ninguna belleza maquillada se atrevería o quisiera mirar. Sí, Dios valora la edad, el nota nuestros callosos pies, nuestras cicatrices, nuestras heridas y nuestro ahora más profundo respirar, especialmente si es Su aliento el que estamos tratando de respirar. Dios le da esperanza a los peregrinos ancianos, especialmente a aquellos que no han abandonado la lucha. Donde hay vida, siempre hay esperanza.

En mi opinión, Dios desdeña las aparentes decepciones, tanto las de nuestra juventud como la de nuestra vejez y por lo tanto ¡lo mismo debemos hacer nosotros! Porque Dios mira los años que la langosta ha consumido y dice: ¡sean restaurados! Sí, Dios mira nuestras noches venideras y nos dice, antes que nos acostemos esta noche: “Pues cuando llegue la noche, seguirá alumbrando la luz.” Oh, Señor que así sea. Siempre es tiempo para que la bondad de Dios se derrame sobre nosotros.

¡Que sus sueños en esta noche de luna estén llenos de esperanza, llenos de expectación, llenos de frutos, llenos de luz, llenos de posibilidades, llenos de fuerza, llenos de poder! ¡Que sus sueños esta noche estén llenos de Jesús!

Medita: “También habían sido invitados a la boda Jesús y sus discípulos. Cuando el vino se acabó, la madre de Jesús le dijo: Ya no tienen vino.
—Mujer, ¿eso qué tiene que ver conmigo? —respondió Jesús—. Todavía no ha llegado mi hora. Su madre dijo a los sirvientes: —Hagan lo que él les ordene. Había allí seis tinajas de piedra, de las que usan los judíos en sus ceremonias de purificación. En cada una cabían unos cien litros. Jesús dijo a los sirvientes: —Llenen de agua las tinajas. Y los sirvientes las llenaron hasta el borde. —Ahora saquen un poco y llévenlo al encargado del banquete —les dijo Jesús. Así lo hicieron. El encargado del banquete probó el agua convertida en vino sin saber de dónde había salido, aunque sí lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua. Entonces llamó aparte al novio y le dijo: —Todos sirven primero el mejor vino, y cuando los invitados ya han bebido mucho, entonces sirven el más barato; pero tú has guardado el mejor vino hasta ahora. Ésta, la primera de sus señales, la hizo Jesús en Caná de Galilea. Así reveló su gloria, y sus discípulos creyeron en él.” Juan 2:2-11

Ora: Señor, yo creo, Señor, tengo que creer, Señor creo firmemente que Tú has reservado el mejor vino hasta ahora. Así como el día venidero es largo, que así sean mis fuerzas. Así como el día venidero es largo, que así brille Tu luz. Así como el día venidero es largo, oh Señor, alárgalo más Señor, hasta que vea mis sueños de pie ante mí. Oh, Señor de la noche suspirante, en esta noche le ordeno a la luna que se detenga en el valle de Ajalón hasta que me haya vengado de todos mis enemigos, y haya logrado la victoria sobre todas mis tinieblas. Mañana me despertaré con una espada en mi mano derecha y una cuchara de albañil en mi izquierda y en mis labios un grito de victoria. Señor, yo creo, ¡amén!

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