Saturday, July 9, 2011

Jul | 09 | El jardín del diablo y la ‘Operación Pies-Ligeros’

Palabra para meditar – CUIDADO

Salmos 18:29
“Con tu apoyo me lanzaré a un ejército; contigo, Dios mío, podré asaltar murallas.”

El jardín del diablo y la ‘Operación Pies-Ligeros’


Una de las maldiciones de finales del siglo XX fueron las minas antipersonales. La difunta Princesa Diana, de Wales, abogó por su eliminación. Incluso mucho tiempo después de que terminan las guerras, se hace la paz y se olvidan las batallas y los héroes, ¡las minas antipersonales siguen siendo un ‘regalo’ que continua cobrando vidas!

Ayer por la noche vimos brevemente la filosofía de liderazgo del General Montgomery al enfrentarse, en El-Alamein, a su gran enemigo el Mariscal de Campo Erwin Rommel. En verdad fue Rommel quien plantó alrededor de tres millones de minas, principalmente antitanques, alrededor de sus posiciones defensivas y denominó en su conjunto este sistema defensivo de minas y alambradas como el “Jardín del diablo”. La mayoría de estas minas todavía están allí hoy y continúan matando personas. Imagínense.

Para atacar a Rommel, Montgomery lanzó la “Operación Pies-Ligeros” con el más grande bombardeo artillero desde la Primera Guerra Mundial. ¡Se dice que el ruido hacia sangrar los oídos de los artilleros! Como el “Jardín del diablo” estaba compuesto principalmente por minas antitanques, era posible que la infantería corriera a través de los campos minados. ¡De ahí el nombre de “Operación Pies-Ligeros”! Desafortunadamente, muchas de estas minas estaban conectadas entre sí, de modo que cuando una explotaba provocaba la detonación de muchas otras. Aun si tus pies son ligeros, el “Jardín del diablo” es todavía un muy espantoso lugar de muerte.

Con la caída de Adán el mundo se convirtió en el Jardín del diablo. Repleto de alambradas que laceran la carne y destruyen el alma, en él también abundan las minas. La iglesia de Jesucristo, igual que la infantería de Monty, avanza con pies ligeros a través del Jardín del diablo hacia las altas y negras puertas del infierno. Sin embargo, a pesar de lo que haya sucedido, a menudo nos damos cuenta al final que, de acuerdo a las palabras de Cristo ¡las puertas del infierno no han prevalecido sobre nosotros!

En el Jardín del diablo, desde un punto de vista comparativo, la infantería se escapa de las minas escondidas, mientras que son nuestros “soldados” los que enfrentan el problema. ¡Ah! y a nosotros nos gusta tener ‘armas’, ¿no es así? Y lo cierto es que las necesitamos, pues ellas son en verdad el recurso que Dios nos da para ayudarnos a conquistar algunas de las posiciones mejor y más brutalmente defendidas del enemigo. Pero el Jardín del diablo es un sitio muy peligroso, especialmente para los ‘soldados’ cristianos, ya que la inmensa mayoría de los millones de minas allí colocadas tienen el objetivo específico de eliminar estas armas nuestras. Todos coincidimos en que no hay nada más devastador y desalentador que ver caer un soldado cristiano, ver como ellos y sus ministros, ellos y sus iglesias, ellos y su futuro, ellos y sus familias, y todos aquellos que los siguen, explotan en millones de pequeños pedazos inservibles y muertos.

Nosotros, ingenieros de la oración, nosotros que tenemos la capacidad de detectar esas minas, todos nosotros los zapadores, debemos asegurarnos de eliminar, de una forma cuidadosa y devota, las minas que obstaculizan el avance de nuestros soldados. Advertirles de su existencia e incluso señalar un camino para sortearlas. La necesidad de zapadores en el Reino del Señor es una necesidad evidente y siempre presente. Si usted es un soldado leyendo estas líneas hoy por la noche, o si usted desea ser uno, entonces mejor detenga su avance hasta que Dios le proporcione unos cuantos exploradores proféticos cuyos pies espirituales sean ligeros, que se arrodillen a menudo y que estén dispuestos a abrirle un camino para atravesar el Jardín del diablo, para que usted pueda disparar adecuadamente sobre su objetivo. Si usted es un zapador esta noche, entonces asegúrese de que en realidad sus pies sean ligeros y sus rodillas fuertes, avanzando con mucho cuidado y regularidad delante de sus soldados y señalando el camino para que ellos crucen. Para alcanzar la victoria y minimizar las bajas es necesario que los zapadores y los soldados trabajen y avancen juntos.

Medita: “Así que yo no corro como quien no tiene meta; no lucho como quien da golpes al aire.” 1a. Corintios 9:26

Ora:
Señor, por favor protege a nuestros soldados para que no sean destruidos, ni por ellos mismos ni por el enemigo. Ayúdanos a ser fieles en señalar las minas colocadas en su línea de avance, en el nombre de Jesús te lo pedimos, Amén.

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