Monday, August 8, 2011

Aug | 08 | A pesar de la decepción, siempre hay nuevos comienzos

Palabra para meditar – VIAJAR

Hebreos 11:13

Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. (NVI)

A pesar de la decepción, siempre hay nuevos comienzos

En esta noche, ¿te vas a la cama confundido? En esta noche, ¿has llegado al límite de tu resistencia? ¡Bien! Porque tienes que saber esto: “todos los caminos llegan a un fin y todos los fines son en realidad nuevos comienzos”. No... Este no es un pequeño y frío pensamiento motivacional que, frente a tu decepción desgastante, jamás te ayudará, jamás te edificará, y tan sólo te hará sentir furioso. Verás, las últimas tres estaciones hacia el final de todos nuestros viajes presentes de aparente fracaso y frustración, son siempre, y repito, siempre: ¡Temor, Confusión y Decepción!

Incluso cuando pensamos haber llegado al final de nuestra posible realización, al final de nuestra línea promisoria, al meditar descubrimos que por lo general hemos perdido la conexión con nuestros objetivos, o que sencillamente, por alguna razón desconocida, hemos llegado a un callejón sin salida, en un viaje que al principio parecía conducir decididamente hacia algún lugar, pese a que el paisaje que veíamos por la ventana pasaba tan lentamente... Hasta que nuestro tren, inevitablemente avanzó hacia esas últimas tres paradas del Temor, la Confusión y la Decepción. Si te estás sintiendo un poco perdido, desconcertado e insatisfecho en esta noche, no te deprimas demasiado, porque esta triple queja mía afligida que está por llegar, es sencillamente el preámbulo urgente de un ansia de Satisfacción y Plenitud que viene en el sentido opuesto. Sí, ¡tenemos que tener éxito en algo! ¡Incluso en lo que sea! Sin embargo, aun cuando a veces consumamos y digiramos esta comida china de los sentidos, cuando nos sintamos satisfechos con una aparente plenitud, eventualmente nos dejarán con hambre de ellos una vez más, y muy rápidamente también. Escuchen este poema…

Los caminos terminan

Perdido
Recogí lo que pensé que era
Tu hilo rojo y dorado
Lo seguí
Mientras con mis manos lo recogía
Arrastrando
Sus trenzas con gotas de rocío
Entre mis dedos húmedos
Lo seguí
Jorobado y buscando
Entre las rocas violentas y
Por las colinas resbalosas cubiertas de hierba
Entre el río gélido que
Llegaba hasta mis rodillas temblorosas
A lo largo del camino embarrado
Y entre los árboles manchados de verde
Lo seguí
Cantando
Lo seguí
Emprendiendo
Mi camino con oraciones y ayunos
Lo seguí con
Esperanza y con
Credulidad
Lo seguí
Feliz y aliviado
Como cuatro perros
Hambrientos por su presa
Tirando de la correa
No obstante cuando mi rostro se topó con la montaña
Ninguna roca se abrió por su costado, sino que
Allí en el suelo
Como un gusano muerto
Que no se retuerce
Tendió su pequeño final
Amarillo y hecho trizas
Ahora, habiendo recorrido
La distancia del hilo
Encuentro
Que no hay nada
En ninguno de los dos extremos.
Nada, aparte
Del recorrido
Y de las estaciones
Variables de mi alma

Hay algo de verdad en este poema, pero sólo algo. Porque mis amigos, nuestro camino desconcertante del presente no termina en lo más mínimo; incluso así sea en la última estación de la decepción, siempre nos quedan tres opciones.

La primera es o pasar por debajo y usar el metro, o cruzar por un puente por encima de los rieles hasta la otra plataforma para tomar el siguiente tren que va de regreso al lugar de donde vinimos. Esta opción de volver, de regresar sobre nuestros pasos, puede no ser ni buena ni mala, puede no estar bien ni mal, pero es una opción. Sin embargo, tengan la seguridad de que cuando se suban a ese tren de regreso, aunque parte del paisaje pueda verse igual, todas las cosas habrán cambiado, especialmente ustedes. El tiempo y el espacio han avanzado y con ellos ustedes. No se engañen con lo que se vea parecido: las cosas han cambiado, las cosas son nuevas, incluso este viaje de regreso, es un viaje nuevo para ustedes.

La segunda opción es encontrar una silla en la sala de espera, dejar caer el equipaje, observar la billetera llena de polilla y luego, al sentirse totalmente desgastado, empezar con los lamentos y las quejas. Esta opción puede no ser ni buena ni mala, ni estar bien ni mal; sencillamente es una opción. Sin embargo, tengan la seguridad de que otras personas se les unirán. Muchos otros incluso han estado en esta misma sala de espera decepcionante por mucho, mucho tiempo, y de cierta manera espeluznante se sienten consolados con su llegada allí. El miserable disfruta estar acompañado y siempre lo ha hecho. Si han entrado en esta sala de espera, tengan cuidado de todas formas de no convertirlo en una sala de velación. ¡Todavía no están muertos! ¡Pellízquense fuerte! ¿Dolió? ¿Los hizo más inteligentes? Se los dije. ¡Todavía no están muertos! Aún tienen mucho por vivir, así que dejen a un lado su desolación, pónganse en contacto con su Padre y vean lo que puede hacer. Es la mejor manera de esperar.

La tercera opción, que aunque puede no ser ni buena ni mala, que aunque puede no estar ni bien ni mal, creo yo, es no obstante la mejor de las opciones, y es la de salir a buscar al Jefe de la estación. Este es el final de este camino, no hay duda de ello, pero con Su ayuda, con Su provisión, con Su enseñanza y orientación, con certeza será el comienzo de otro tramo de su corto camino a casa. Vayan a buscar al Jefe de la estación.

Hoy llegaron a un destino. Si es la estación de la alegría y la satisfacción, entonces coman de ella y sumérjanse en ella, sabiendo que su sabor pronto se atenuará o se volverá amargo, y pronto tendrán hambre otra vez. Sí… incluso las aguas presentes de su satisfacción, pronto se enfriarán. Todos los logros de este lado del cielo, aunque sea lentamente, se convierten en decepción. Vayan a buscar al Jefe de la estación.

Hoy han llegado a un destino. Puede ser la última estación de la Decepción en esta etapa del viaje. Vayan a buscar al Jefe de la estación. Sin duda alguna, Él los enviará a la estación principal de la esperanza, en el valle de la visión fresca, la cual le depara al hombre viajero nuevas visiones y aventuras y descubrimientos emocionantes.

En todo su peregrinar, mis amigos, recuerden esto: que a pesar de que jamás hayan comprado un boleto para ir a la decepción, estarán allí una vez más.

¿Aún no lo ven? Casi todos los tramos de nuestros caminos nos conducen allí, ¡a esta estación de la Decepción! ¡Prácticamente todos ellos! Eso, hasta su día final, cuando en vez de llegar a una parada vaporosa, su tren recogerá vapor y gritos al pasar por esta última parada de la decepción, con sus silbidos sonando estruendosamente en su paso veloz, hasta que llegue a descansar felizmente en Jesús, donde, en la tierra del Dios de todo consuelo y plenitud, el rostro de cada uno de ustedes se llenará de una paz siempre sonriente, porque sólo en Su tierra celestial, pondrá Él delante de sus pies viajeros, todos Sus tesoros y maravillas de plenitud y satisfacción final.

Hoy, no obstante, llegaron a un destino terrenal. ¿Qué harán mañana?

Medita: “Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad.” Hebreos 11:13-16 (NVI)

Ora: Maestro, viaja mañana cerca de mí y ayúdame a disfrutar cada momento de mi viaje presente contigo, porque con seguridad, Tú y este corto viaje, siempre cambiante y casi siempre decepcionante, son las únicas constantes de mi vida. Maestro, en esta noche elijo la vida y en esta noche elijo nuevos comienzos. En esta noche, Jefe de la estación, en fe, recuesto mi cabeza en el regazo de Tu bondad y en las dulces almohadas de Tu esperanza. Por favor, prepárame con fortaleza para el día por venir, concediéndome sueños frescos de esperanza y visiones de fruto abundante. Amén.



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