Wednesday, December 7, 2011

Dec | 07 | Una perla de chocolate proveniente de un Pearl Harbor en llamas

Palabra para meditar – CONSIDERA

1  Corintios 6:9-11

“¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? ¡No os engañéis! Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores heredarán el reino de Dios. Y eso erais algunos de vosotros. Pero ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios.” (Reina Valera 1995)

Una perla de chocolate proveniente de un Pearl Harbor en llamas

En un día como hoy de 1942, a las 7:40 a.m. exactamente, Mutsui Fuchida, uno de los pilotos más habilidosos de Japón, abrió la antepuerta de su torpedero ‘Nakajima B5N2 Tipo 97 Modelo 3’, y envió una Bengala verde para señalar el ataque sobre Pearl Harbor. Fue este mismo Mutsui Fuchida, quien sólo nueve minutos después emitió las palabras en clave ‘Tora, Tora, Tora’ para que las recibiera el ‘Akagi’, el buque bandera de la Primer Flota Aérea Japonesa. Comenzó el ataque japonés a Pearl Harbor el cual fue una total sorpresa para los norteamericanos.

Fuchida fue el primero sobre la zona de bombardeo en Pearl y, luego de hundir personalmente al buque de guerra Maryland, fue el último en irse. Bien, a pesar de que el de Pearl Harbor fue un ataque cobarde, Fuchida no era ningún cobarde. Lidereando muchos ataques durante la guerra, cayó al mar seis veces. Fue sólo una apendicectomía de emergencia la que lo mantuvo en tierra antes de la batalla de Midway, pero no lo mantuvo fuera del combate, pues mientras trataba de apagar incendios en un ataque de bombas norteamericano, se rompió ambas piernas en un estallido. Como consecuencia, quedó fuera del combate de Guadacanal, donde sin duda, hubiese muerto. Al final de la guerra, Fuchida era el único oficial sobreviviente de los siete comandantes y treinta y dos líderes de escuadrón a quienes comandó durante el ataque sorpresa a Pearl Harbor.

Después de Pearl Harbor, Fuchida se convirtió en el héroe nacional de Japón y ¡tuvo un encuentro personal con el Emperador! Al igual que muchos de sus compatriotas, emborrachados por la enfermedad de la Victoria, fue la resaca por la derrota de Japón lo que lo llevó a que, más tarde, cuestionara toda su existencia y su rol en la guerra.

Fuchida arribó a la conclusión de que ¡el nacionalismo orgulloso y el odio hacia culturas diferentes era lo que llevaba a las naciones, y a su nación en particular, a una falta de amor fraternal entre las personas! En su libro escrito después de la guerra, ‘Más allá de Pearl Harbor’, la nueva fuerza de vida de Fuchida era que la paz y el amor fraternal era la única dirección para su Japón de la posguerra, y que esa paz debía ser elegida por ellos, sin importar qué dirección tomaran las demás naciones. “¿Cómo, entonces”, él se preguntaba, “puede ser alcanzado dicho amor fraterno?”

Fuchida, retirado de la Marina japonesa y, en ese entonces un granjero de la posguerra, de todas formas tuvo que rendir cuentas de sus actividades de guerra a un tribunal de crímenes de guerra. Fue en el proceso de asistir a dichos interrogatorios en Tokio, que al descender de un tren hacia una plataforma, vio a un misionero norteamericano que estaba distribuyendo literatura. Allí, en la estación de trenes Shibuya, se llevaba a cabo una reunión pública de la Liga del Testamento de Bolsillo y fue justo allí que Fuchida recibió un folleto titulado ‘Fui prisionero de Japón’. Este folleto había sido escrito por el Sargento Jacob DeShazer, bombardero del ‘Murciélago salido del Infierno’, derribado sobre Japón mientras tomaba parte del ataque a Doolittle, sobre Tokio, en represalia por el de Pearl Harbor.

Fuchida devoró los contenidos del folleto y después de leer que había sido la Biblia la que había transformado a Jacob DeShazer, él consiguió su propia copia y la leyó con suma atención, a la vez que con completo asombro. Aquí él descubrió cómo y quién era la única persona que podía transformar un corazón lleno de odio, en amor fraterno: ¡Jesucristo, el Señor! “¡Eso es!” gritó Fuchida, “me convencí totalmente. Comprendí que la verdadera realización de mi libro ‘Más allá de Pearl Harbor’ no era otra cosa que esperar la segunda venida de Cristo y esforzarse para preparar a los hombres de todo el mundo para dar la bienvenida a Cristo en su regreso. Como un enfoque inicial hacia esto, me convencí de que, antes que nada, debía convertirme en un buen Cristiano. Por lo tanto, me puse en contacto con representantes de la ‘Liga del Testamento de Bolsillo’ quienes, con la Biblia, me mostraron cómo convertirme en Cristiano. Luego, abrí mi corazón y acepté a Jesucristo como mi Salvador personal el 14 de abril de 1950’.

Fuchida comenzó a trabajar como misionero Cristiano, para la ‘Liga del Testamento de Bolsillo’ y también se unió a sus amigos y hermanos Cristianos, como miembro del Worldwide Christian Missionary Army of Sky Pilots, ¡una organización mundial Cristiana misionera de pilotos del Ejército!

Bien, díganme esta noche amigos, si no es sorprendente que el antojo de una pequeña niña por los chocolates Cadbury pudiera llegar hasta las arenosas costas bañadas en sangre de los océanos Pacífico y Atlántico. Así que, nuevamente les pregunto esta noche “¿qué hay en sus bolsillos?”

Medita: “Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos. El que no ama permanece en la muerte. Todo el que odia a su hermano es un asesino, y ustedes saben que en ningún asesino permanece la vida eterna.” 1 Juan 3:14-15 NKJV

Ora: Oh SEÑOR, tú me has escudriñado y conocido. Tú conoces mi sentarme y mi levantarme; desde lejos comprendes mis pensamientos. Tú escudriñas mi senda y mi descanso, y conoces bien todos mis caminos. Aún antes de que haya palabra en mi boca, he aquí, oh SEÑOR, tú ya la sabes toda. Por detrás y por delante me has cercado, y tu mano pusiste sobre mí. Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; es muy elevado, no lo puedo alcanzar. ¿Adónde me iré de tu Espíritu, o adónde huiré de tu presencia? Si subo a los cielos, he aquí, allí estás tú; si en el Infierno preparo mi lecho, allí estás tú. Si tomo las alas del alba, y si habito en lo más remoto del mar, aún allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra. Si digo: Ciertamente las tinieblas me envolverán, y la luz en torno mío será noche; ni aún las tinieblas son oscuras para ti, y la noche brilla como el día. Las tinieblas y la luz son iguales para ti. Porque tú formaste mis entrañas; me hiciste en el seno de mi madre. Te alabaré, porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho; maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien. No estaba oculto de ti mi cuerpo, cuando en secreto fui formado, y entretejido en las profundidades de la tierra. Tus ojos vieron mi embrión, y en tu libro se escribieron todos los días que me fueron dados, cuando no existía ni uno solo de ellos. ¡Cuán preciosos también son para mí, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán inmensa es la suma de ellos! Si los contara, serían más que la arena; al despertar aún estoy contigo. (Salmo 131:1-18)

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