Monday, December 2, 2013

Dec | 02 | El resplandor

GRACIA

Juan 18:36  
“Mi reino no es de este mundo —contestó Jesús—. Si lo fuera, mis propios guardias pelearían para impedir que los judíos me arrestaran. Pero mi reino no es de este mundo.”

El resplandor

En un día como hoy pero de 1954, el Senado de los Estados Unidos votó 65 a 22 por la condena del Senador Joseph R. McCarthy por “conducta inapropiada para un senador”. Esta condena, la cual en realidad equivalía a una censura, se relacionaba con la cruel y muy controvertida investigación de McCarthy de los así llamados ‘sospechosos de ser comunistas’ en el gobierno, en las fuerzas armadas y, finalmente, extendiéndose a la sociedad toda. El Senador falleció en 1957 de alcoholismo.

El Macartismo (así llamado después de McCarthy) se ha convertido en el término utilizado para cualquier ‘cacería de brujas’ y la subsiguiente remoción de cualquier persona que tenga opiniones contrarias a las propias. Algunos dirían que existe evidencia de un aumento de dicho Macartismo dentro de la Iglesia del Dios Viviente, aún hoy. Si este es el caso, entonces mi pregunta tiene tres partes:

Primero, ¿es esa ‘cacería’, y la subsiguiente expulsión de aquellos que tienen una visión diferente, necesaria en la iglesia?

Segundo, debería dicha ‘cacería’ de aquellos que opinan distinto, y su subsiguiente expulsión, ¿ser esperada y hallada entre nosotros?

Tercero, de ser así, ¿cómo podemos vivir y funcionar en tal perpetua y amarga agitación como se evidenció en la era del Macartismo?

Para una iglesia aparentemente en guerra contra sí misma de manera tan consistente, estas son preguntas muy importantes.

Por algunos años ya, he sostenido un ideal de la iglesia como “el lugar más seguro sobre la tierra”. Un lugar donde reina la gracia y los pecadores van hacia Jesús y a los amorosos y expectantes brazos del Padre. Mientras que no condono ni apruebo el pecado, siempre lucharé por este ideal. Siempre se me hallará entre los pecadores, entre los que se golpean el pecho, entre los que se miran los pies, entre aquellos que buscan montañas de misericordia para ser correspondidos. Les digo, existe poco peligro aquí entre los verdaderamente arrepentidos y agradecidos, especialmente cuando se les compara con la iglesia más ‘ancha’ y establecida que no es el lugar más seguro de la tierra, en absoluto, sino que de hecho, es el lugar más peligroso en el planeta. ¡Me pregunto si la respetabilidad propia y bien establecida siempre ha sido, y siempre será, un lugar muy peligroso para los pecadores que están batallando y luchando! Después de todo, los justos y los auto-justificados raramente han tomado algún prisionero de gracia para sus corazones.

Phillip Yancey dice en su libro Sobreviviente del Alma (o, Cómo sobreviví el abuso de la iglesia), que en la iglesia de su pueblo natal en Georgia, muchos conservadores blancos creyentes en la Biblia, patriotas que honraban a Dios se referían al Dr. Martin Luther King hijo, como el ‘Dr. Martin Lucifer Coon’. Es interesante ver que, en aquellos tiempos, si uno era un activista de los derechos civiles de los negros, también era macartisado por muchos líderes de iglesia. Mi punto es que la guerra en la iglesia no es algo nuevo. Aún la historia ha demostrado que los concilios ecuménicos de los primeros tiempos de la iglesia, la sangre derramada por la reforma, la reestructuración social de la igualdad en lugar de la esclavitud, siempre han producido sacudimientos y movimientos dentro de la iglesia. Las guerras civiles sobre esos asuntos han empapado muchos campos de batalla con la sangre de miles, quienes de una forma o de otra, creían en su causa con todo el corazón.

Parecería que la verdad a menudo ha tenido que revestirse con un guante de trabajo color sangre. Jesús especialmente nos dijo que Su mensaje no traería paz a la comunidad sobre la tierra, sino más bien, la espada de la separación. Además de esto, Él nos dijo que el enemigo sembraría cizaña entre el trigo; y Pablo también da evidencia de dicha cizaña en la forma de espías y falsos apóstoles, muy bien utilizados por el enemigo para la interferencia y el intento de desfigurar a la iglesia y al Evangelio. Parecería que la iglesia más ‘ancha’ siempre ha sido un lugar peligroso.

¿Cuáles son las respuestas a mis tres preguntas, entonces? ¿Cómo debemos tratar a esos compañeros que son peligrosamente contrarios a nosotros?

Bien, primero, ¡no puedes falsear el Evangelio! ¡Y serás maldito doblemente si lo haces, pues hasta te verás imposibilitado en dar vida a alguien! En verdad, Pablo dice: ¡si vas a falsear la gracia al agregar la circuncisión al Evangelio por ejemplo, entonces mejor ve y corta todo! Pablo era un radical cuando del Evangelio de la gracia se trataba. Así que, si el Evangelio de la gracia está siendo falseado, entonces, en este caso la expulsión no sólo es horripilante y dolorosa sino, obligatoria y necesaria. No puede agregarse nada a la gracia. Aquellos que lo intenten, deberán irse.

Segundo, debido a esta infiltración persistente de la oscuridad y la perversión, la iglesia, igual que un perro sarnoso, con frecuencia será vista elevándose del polvo y sacudiéndose vigorosamente. Los perros gentiles, redimidos de la consumación de la perrera, siempre son vigorosos cuando se sacuden. Siempre. La iglesia, al igual que cualquier cuerpo viviente y saludable, siempre se está limpiando a sí misma. Sin embargo por favor asegurémonos de que solamente nos quitamos las pulgas que chupan nuestra sangre. Sí, debemos librarnos sólo de las pulgas que chupan nuestra sangre.

Tercero, la iglesia es probablemente uno de los lugares más peligrosos del planeta. Simplemente debemos aceptar eso y asegurarnos de estar en el lado correcto de tantos conflictos sangrientos. En este lado del cielo, la iglesia siempre será un lugar de conflicto y, más aún, a medida que el regreso del Señor se avecina y los falsos profetas, en púlpitos patéticos, abundan cada vez más.

Así que, en medio de tal guerra abierta, ¿cómo podemos nosotros, la iglesia verdadera, esperar alguna vez permanecer a salvo y experimentar al menos, alguna medida de paz y unidad? Después de todo, siendo un propietario de perros desde hace ya un buen tiempo, sé que ¡demasiado sacudirse y demasiado rascarse pueden llevar a un sangrado innecesario, a una infección, a la enfermedad y a la discapacidad!

Bien, seguramente Jesús en nuestro versículo de hoy está diciendo que debemos pelear, no por los reinos de este mundo, sino por Su reino, el cual es, recuérdenlo, de otro mundo. Nuevamente, el Evangelio demanda que elevemos nuestros ojos y que busquemos las puertas de un reino distante y muy diferente, pronto a venir en la práctica, pero ya aquí en la realidad que se eleva y brilla desde nuestros corazones, ¡o debería hacerlo! El reino de Dios cambia los lugares en los que vivimos y debemos recordar que sin el resplandor verdadero, sin la iluminación de la dorada gracia de Dios, tal aparente cambio de la comunidad es en realidad forzado y no libre y, con frecuencia, liderado por la carne y por miles de ideas falsas. Todas las comunidades están destinadas al fracaso, al final, a menos que estén construidas en el amor sacrificado, y el amor sacrificado siempre lucha por la gracia y por los derechos de los redimidos.

Por último, recordemos que cuando nuestras sacudidas exceden los límites justos, comenzando a morderse y devorarse los unos a los otros, entonces la malvada ‘perra’ de la muerte ha venido a roer nuestros huesos y pronto el hedor de la perrera de la cual fuimos alguna vez tan maravillosamente rescatados, estará nuevamente sobre nosotros. Todos nuestros movimientos, nuestros cambios y nuestras decisiones, deben ser hechos a la luz del Reino y del amor al Reino.

Así que a cualquier costo, nosotros los redimidos del Señor, debemos manifestar siempre el resplandor de la luz del reino lleno de gracia ¡de nuestro amado Dios!

Reflexiona: “Los fariseos le preguntaron a Jesús cuándo iba a venir el reino de Dios, y él les respondió: La venida del reino de Dios no se puede someter a cálculos. No van a decir: "¡Mírenlo acá! ¡Mírenlo allá!" Dense cuenta de que el reino de Dios está entre ustedes.” Lucas 17:20-21

Ora: Señor que en todos nuestros movimientos, en todos nuestros cambios y en todas nuestras guerras civiles, ¡tú Jesús, brilla! ¡Que el mundo pueda ver la Gloria del Padre! Amén.

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