Friday, December 27, 2013

Dec | 27 | Pláticando de Tsunamis

CONFÍA

Mateo 24:7-8  
Se levantará nación contra nación, y reino contra reino. Habrá hambres y terremotos por todas partes. Todo esto será apenas el comienzo de dolores.


Pláticando de Tsunamis

Ahora, queridos amigos, no se pierdan ninguna de mis palabras esta mañana; lean todo hasta el final ¡y les aseguro que se van a sentir muy animados! Sin embargo, antes de llegar a ese punto hoy, debemos atravesar cierto terreno difícil. Así es que por favor permanezcan conmigo hasta el final.

A medida que nos aproximamos al final del año, me doy cuenta que a lo largo de toda mi vida, cuando llego a este punto de observar a mi planeta y a su gente, me asombro de los avances en tecnología y en medicina, en la moda y en la diversión. Sin embargo, cuando examino la conducta humana expresada dentro de la comunidad tanto local como global, llego siempre y tristemente, a la misma conclusión: nada cambia, nada mejora. La verdad es que las cosas se están poniendo peor. (Sigan leyendo por favor, sigan leyendo).

Nuestro versículo de hoy es parte de una respuesta dada por Jesús a una pregunta en particular, expuesta por los discípulos sentados junto a Él en el Monte de los Olivos. Él acaba de llorar de rabia y desesperación por la desolación y destrucción que se avecina sobre Jerusalén, cuando le preguntan: “¿Cuándo sucederá eso, y cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo?” (Mateo 24:3) Hoy no tenemos tiempo de proceder a cubrir Su respuesta con un cepillo dental escatológico de cerdas finas. Hoy sólo estremezcámonos un poco cuando Jesús dice: “¡Va a estar feo y se va a poner peor!” (Sigan leyendo por favor, ¡sigan leyendo!).

Los tsunamis son considerados por la comunidad científica como desastres naturales. Los tsunamis son considerados, todavía ahora, por las comunidades financieras como “Actos de Dios”, esto es, acciones que son tanto terribles como que están fuera del control de una persona. Los tsunamis son vistos, por sus víctimas, como inexplicables. Conocí a una señora ya mayor, Cristiana, quien tras muchos años aún sufría las secuelas por haber tomado unas vacaciones con su esposo en una playa aislada, donde una ola monstruosa llegó a la orilla y ante sus ojos, le arrebató a su amado llevándoselo hacia una tumba acuática. El mar, finalmente y de mala gana, devolvió a los muertos y ella pasó las siguientes semanas batallando para poder llevar el cuerpo de su amado de regreso al suelo seco de su tierra natal, para ser enterrado. Mientras me relataba su historia, su rostro y especialmente sus ojos, eran un testimonio constante del hecho de que ella realmente nunca se había recuperado de esto. Hay algunas cosas de las que no debemos recuperarnos nunca. (Sigan leyendo por favor, ¡sigan leyendo!).

Hay algunas cosas de las que no debemos recuperarnos nunca y a pesar del control gubernamental sobre la información del campo de batalla, hay horrores que no se nos deben ocultar. A pesar de las sonrisas elocuentes y con signos de enfermedad mental que muestran los fingidos presentadores de noticias inventadas, quienes con unos dientes brillantes y unos labios satinados nos comentan tanto sobre muerte y destrucción como sobre la baja en la temperatura en la misma oración y con la misma sonrisa, hay cosas por las que debemos estar tristes y apesadumbrados. Recuerden: ningún anestésico dura para siempre. Jesús responde, con tristeza pero honestamente, sobre las señales que preanuncian Su regreso. Pareciera que el enemigo trata de aplicar una política terrenal a Su arribo inminente, a la vez que el Mismo Jesús “devora la tierra” ante Él, en justa indignación. Vean. ¡Es algo tremendo! ¿No les parece? ¡Es tremendo!

Al final de este año, hablemos de tsunamis. Miremos la devastación a nuestro alrededor. Dejemos a un lado nuestra novocaína adormecedora y démonos cuenta de que todas estas cosas son en realidad, el “comienzo de dolores”. La profecía se cumplirá y, amigos, antes de llegar a un capítulo mejor debemos leer a través de este presente y horroroso capítulo.

Entonces, ¿cómo podemos sentirnos animados con lo que vemos a nuestro alrededor? Bueno, en realidad, no podemos, excepto porque Jesús nos dijo que así es como debía ser. Su palabra es verdad y si Su palabra respecto de estos asuntos es verdad, entonces también lo son Sus otras palabras. Todas Sus palabras son verdad. Él hará que todo esté bien. Sí, en el final, ¡Él hará que todo esté bien!

Reflexiona: “Manténganse libres del amor al dinero (incluyendo avaricia, codicia, deseos impuros y anhelos por las posesiones terrenales), y conténtense con lo que tienen (tanto circunstancias como cosas materiales), porque Dios ha dicho: Nunca te dejaré (descansa...¡yo te cuido!); jamás te abandonaré (¡seguro que no!). Así que podemos decir con toda confianza: El Señor es quien me ayuda; no temeré (de nada, ni de nadie, ni me atemorizaré). ¿Qué me puede hacer un simple mortal?” Hebreos 13:5-6 (Parafraseada).

Ora: Mi Señor, no temeré aunque la tierra sea removida y las montañas sean llevadas hacia el medio del mar; aún cuando las aguas rujan y se turben, aun si las montañas tiemblan con agitación, pues sé que hay un río cuyas corrientes harán feliz a la ciudad de Dios. Amén y Amén.

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