Friday, January 18, 2013

Jan | 18 | ¡Nadando en el pantano!

PROMESA

Hechos 2:1a
Cuando llegó el día de Pentecostés…


¡Nadando en el pantano!

Lucas 8:23 dice: “Pero mientras ellos navegaban, Él se durmió; y una violenta tempestad descendió sobre el lago, y comenzaron a anegarse y corrían peligro”. Aquí, en nuestro versículo para hoy, el mismo verbo griego para ‘anegarse’ es usado y traducido aquí como ‘vino plenamente’. La idea es que tanto la voluntad como el buen deseo de Dios, prometidos por tanto tiempo, estaban ahora inundando con violencia el continuum de espacio-tiempo y ¡aún traspasando la gloriosa borda de los propósitos de Dios! Pentecostés, soplado por este buen vendaval de Dios, estaba desbordándose en el mundo. ¡Imagínense!

Pentecostés era un festival de cosecha, un festival de primeros frutos. Era una reunión social, un festival de ovaciones, un día de regocijo, un día de liberalidad en abundancia y, ahora, justo aquí en este banquete de abundancia, ¡la cosecha de Dios comenzaría, en este momento, plenamente! La misericordia de Dios sería pues, derramada sobre los que estaban anhelantes. Dios el Padre, por el sacrificio de Su Hijo Jesús, anegaría ahora a los pecadores indignos con una gracia sorprendentemente abundante y, orgullosamente, proclamaría, en muchas lenguas, ¡la inquebrantable maravilla de Su amor!

Jerónimo, tradicionalmente considerado el más instruido de los Padres Latinos, completó en el año 406 la Vulgata, su traducción de la Biblia al latín, la cual incluía su propia traducción del Antiguo Testamento en hebreo. Este mismo Jerónimo compara Pentecostés con el comienzo de la vida de la nación judía en el Monte Sinaí (Ad Tabiol, sección 7). Él dice: “Ahí está Sinaí, aquí Sión; allí las montañas temblorosas, aquí la casa temblorosa; allí la montaña de fuego; aquí las lenguas de fuego; allí el sonoro trueno; aquí el sonido de muchas lenguas; allí el estruendo de los cuernos de carnero; aquí las notas de la trompeta del Evangelio”. Son comparaciones anticuadas, quizá, pero no obstante, ¡son tan verdaderas! Amigos, ¡el Pentecostés está aquí y ahora! Así que ¡inunden el mundo!

Parecería que con tanta inundación no habría excusa para la frugalidad en nuestros deseos y en nuestros sueños, ¡o en nuestro amor y liberalidad! Así que vayan hoy a su Dios espléndido, y pidan una porción completa, ¡no! mejor, ¡la más grande, la que viene apretada, remecida y rebosando! Hoy nosotros, o nos ahogaremos en nuestro ciego abatimiento de lo que creemos que es nuestra providencia, o la falta de ella, ¡o rebosaremos sonriendo y con alegría saltaremos de nuestro bote y nadaremos en las bondades del ‘pantano’ y en las promesas de nuestro buen Dios!

Reflexiona: “¿No ves que desprecias las riquezas de la bondad de Dios?” Romanos 2:4a

 Ora: Señor, ¡haz que tus aguas sacien mi alma sedienta! ¡Amén!

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