Thursday, May 2, 2013

May | 02 | Aferrados a un cadáver

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Apocalipsis 3:18c
…y colirio para que te pongas en los ojos y recobres la vista.

Aferrados a un cadáver

Es el único marsupial de Norte América y es famoso por hacerse el muerto. Esta pequeña y poco atractiva criatura de grandes ojos negros, cara pálida y puntiaguda, y cola pelada como una rata, puede estresarse tanto que entra en choque y simplemente se desmaya. Tal acción puede impedir que los depredadores lo persigan pero desafortunadamente el cuerpo aparentemente flácido y sin vida también impide que los conductores de vehículos lo esquiven.

Sin embargo, la zarigüeya con la que me topé no se estaba haciendo la muerta. Yacía a un lado de la carretera, rígida y empapada por la lluvia. Aferrados sobre el cadáver se encontraban dos bebés de cinco pulgadas, temblorosos e indefensos, tratando de absorber el calor que aún le quedaba al cuerpo de su pobre madre. Una visita al veterinario, una tibia caja, un guante quirúrgico con agua caliente a modo de un cuerpo cálido, un poco de comida de gato y en solamente unas pocas horas los bebés zarigüeyas ya estaban llenos de vida y correteando. Son la cosita más rara que existe. Imagínate una figura deforme, maloliente y con dientes. A eso se asemeja un bebé zarigüeya.

De manera similar, hace poco escuché en las noticias acerca de “un olor insoportable que emanaba de un auto” que había sido dejado en el estacionamiento de una gran tienda de comestibles. La policía encontró, en el asiento del pasajero, el cuerpo sin vida de la madre de alguien, aún con el cinturón de seguridad abrochado. Su hija había estado dando vueltas con ella durante cinco días en esas condiciones y se había detenido a comprar algunas provisiones, ¡dejando a su mamá aguardando en el carro! Era espantosamente obvio que esta pobre hija estaba tanto triste como enferma.

Recuerdo mis conversaciones con algunos fundadores de iglesias en una gran zona céntrica pobre de una ciudad norteamericana. Algunas de aquellas congregaciones agonizantes de esta área, tienen tanto las instalaciones como los recursos necesarios para hacer de la evangelización a las jóvenes generaciones, una posibilidad real y emocionante. Además, muchas iglesias suburbanas locales de gran tamaño y exitosas cuentan con el personal y los recursos para colaborar en un nuevo ataque contra las puertas del infierno en zonas céntricas pobres. Desafortunadamente, estas pequeñas y trémulas congregaciones que se refugian en los recuerdos de un gran pasado glorioso, se parecen o bien a los bebés zarigüeyas que me topé al lado de la carretera asustados y muy desesperados como para moverse, o a la hija triste que conducía con el cadáver de su madre al lado. Continúan enfocadas en su pérdida y en su locura, aferrándose al cadáver sin vida de una iglesia que una vez, hace ya mucho tiempo, fue próspera.

Al igual que la hija que conducía con su madre sin vida al lado, muchas de nuestras iglesias se niegan a aceptar lo evidente de su deceso y siguen dispuestas a seguir viviendo rodeadas de un creciente olor a muerte. Pronto, algún grupo o filántropo convertirá sus restos en un Cadáver cuidadosamente preparado.

Amigos, es hora de dejar de aferrarse al cadáver y enterrar el muerto.

Reflexiona: “Hoy pongo al cielo y a la tierra por testigos contra ti, de que te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre la bendición y la maldición. Elige, pues, la vida, para que vivan tú y tu descendencia.” Deuteronomio 30:19

Ora: Por difícil que sea, ¡ayúdame hoy Señor, a decidir por la vida!


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