Thursday, May 16, 2013

May | 16 | Lidiando con el daño

SANIDAD

2 Crónicas 24:12
El rey y Joiada entregaban el dinero a los que supervisaban la restauración del templo del SEÑOR, y éstos contrataban canteros, carpinteros, y expertos en el manejo del hierro y del bronce, para repararlo.

Lidiando con el daño

Toda compañía tiene planes establecidos para las copias de seguridad y recuperación de los datos importantes de los clientes. El Plan de Recuperación ante Desastres, como se conoce, se ha convertido en un gran negocio a través de los años. Además de la planificación de desastres para las compañías, en esta era de terrorismo, cada gobierno y autoridad local tiene planes para ayudar en la recuperación en casos de destrucción y desastres de todo tipo. El mensaje es claro, planifique para lo peor y después viva sabiendo que a pesar de todo, la recuperación es posible. Sin embargo, aunque esto es sabio, el vivir constantemente planificando y lidiando con desastres es una forma muy estresante de vivir. ¿No lo crees?

Todos nosotros hemos vivido o viviremos incidentes en nuestras vidas que para nosotros fueron o serán desastres personales. De una forma u otra, seguimos luchando y hasta cierto punto logramos recuperarnos. ¡Digo hasta cierto punto porque admito que ‘recuperación’ es una palabra muy optimista para algunos de nosotros! La razón de esto es por la cicatriz y el daño que el desastre deja sobre nosotros y en nosotros. Shakespeare lo plasmó muy bien en el Soneto 34: “¿Por qué prometiste un día tan hermoso?”

Pues no ha de ponderar ninguno el bálsamo,
que cicatriza pero no remedia,
Ni tu vergüenza a mi dolor aplaca,
ni tu remordimiento a lo perdido
Del ofensor la pena poco alivia
A quien la cruz soporta del agravio.
el mal rescata.

Entonces, ¿cuál es la mejor forma de lidiar con el daño? ¿Les puedo hacer unas pocas sugerencias?

Primero amigos, necesitamos doblar nuestras rodillas ante el Dios Soberano y reconocer que no tenemos el control. Nuestras vidas están en Sus manos y sabemos que no nos podemos sanar a nosotros mismos. Necesitamos Su toque sanador.

En segundo lugar, necesitamos enfrentar y sentir el dolor, reconocer la pérdida y llorarla. Saben, ¡no hay problema en sentir y llorar! De hecho, ¡es una necesidad absoluta!
En tercer lugar, necesitamos reconocer la diferencia entre la herida y la cicatriz. Hay una gran diferencia. Considera esto. La herida duele por un tiempo, pero la cicatriz es fea y se queda tan pegada a nosotros que es difícil olvidar. La cicatriz nos ha marcado y ya sea para bien o para mal, nos ha cambiado. Nunca más volveremos a lucir igual.

La herida puede sanar pero la cicatriz se quedará. Sin embargo, la decisión de qué hacer con la cicatriz es nuestra. ¿Serán estas cicatrices un recordatorio perpetuo de nuestro dolor, o más bien, se convertirán para nosotros en nuestras joyas de aprendizaje y crecimiento, en nuestras insignias de valor, en nuestras señales de un viaje victorioso?

Hoy quiero animarte a vivir. Elige la vida, elige el amor, elige la fe, elige la esperanza. ¡Vive! ¡Has de tus cicatrices tus propias medallas de guerra, esas que te recuerden de la dificultad de la cual has salido victorioso!

Reflexiona:Yo les compensaré a ustedes por los años en que todo lo devoró ese gran ejército de langostas que envié contra ustedes: las grandes, las pequeñas, las larvas y las orugas..” Joel 2:25

¿No tienes ninguna cicatriz?
¿Ninguna oculta en pies, costado o manos?
Te escucho cantar como grande en la tierra
Escucho como alaban tus triunfos
¿No tienes tú ninguna cicatriz?

¿No tienes tú ninguna herida?
Yo sí fui herido por los arqueros, cansado
me recostaron contra un árbol para morir;
Rodeado de bestias rapaces, sucumbí
¿No tienes tú ninguna herida?

¿Ninguna herida? ¿Ninguna cicatriz?
Pues como el Amo, el siervo habrá de ser,
y hollados han sido los Pies del que me sigue;
Pero los tuyos son sanos; ¿Qué tan lejos seguirá
quién no tiene heridas ni cicatrices?

Amy Carmichael – Misionera irlandesa en la India durante 55 años.

Ora: Padre, si es tu voluntad, ven y quita completamente mis cicatrices. Si no, entonces hazlas bellas y preciosas para mí. En el nombre de Jesús yo oro. Amén.

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