Tuesday, June 11, 2013

Jun | 11 | El entierro de nuestros queridos y pálidos cadáveres.

PERDÓN

Salmos 89:14
La justicia y el derecho son el fundamento de tu trono, y tus heraldos, el amor y la verdad.

El entierro de nuestros queridos y pálidos cadáveres.

Si usted ha leído algo de los escritores cristianos de siglos anteriores, todos ellos parecen mencionar un lugar de restitución, un lugar de aclaración, de liberación, de vindicación, y de justicia que ellos llaman “El Gran Assize”.

Antiguamente en la Vieja Inglaterra, estos Grandes Assizes eran reuniones periódicas que los tribunales superiores celebraban en los condados (estados) ingleses para los juicios de casos civiles y penales. Estos constituían grandes eventos y para los que no estaban involucrados eran casi un evento festivo. Por ejemplo en Lancashire los jueces ser reunían en los límites del Condado y eran escoltados hasta el pueblo con bombos, platillos y trompetas. Los abogados les seguían todos llevando sus pelucas y mientras sus togas se inflaban con la brisa, la gente con emoción frenética corría alrededor de ellos como pollos sin cabeza. (¡Sufre en silencio Juez Judy!)

En esencia, estos Grandes Assizes eran lugares y momentos en los que se hacía justica y también se observaba hacer justicia. Por lo tanto, los escritores antiguos mencionaban a menudo a los Grandes Assizes para referirse al día cuando Dios finalmente va a revelar todas las cosas tal y como son y justificará, recompensará o avergonzará a todo el que se presente ante ese Gran Trono de justicia. Hay tantas cosas que tendrán que esperar hasta El Gran Assize. De hecho, todas las cosas esperarán. ¡Selah!

Sin embargo amigos, aquí tenemos un gran problema y es cuando la gente en vez de hacer frente a las dificultades, decide esperar por El Gran Assize. Yo como Pastor observo que este problema se manifiesta principalmente en el contínuo anhelo por la muerte que muestran los miembros heridos, dañados o amargados.

Déjenme explicarles. Yo he visto gente vestir a su mortinato, tomar las huellas dactilares del pequeño cadáver y después mimarlo, acariciarlo y tomarle fotos al pálido cuerpecito antes de colocarlo en la tumba. Años después todavía se pueden ver las fotos del bebé muerto en la repisa de la chimenea o recostadas en el trinchador entre las fotos de los vivos. Quizás otros puedan olvidar, pero estos desposeídos padres nunca olvidarán...así es... nunca olvidarán su gran pérdida. ¿Entienden lo que quiero decirles?

Permíteme preguntarte hoy ¿qué has perdido o qué te han quitado que te hace reclamar justicia? ¿Qué te han hecho o dicho que tú crees que es injusto? ¿Qué niño muerto o qué pálido cuerpo mantienes abrazado a tu pecho hasta El Gran Assize? ¿Todavía no huele mal? Mira a tu trinchador, ¿lo ves ahí ahora? ¿Ves a ese pequeño ataúd en la repisa de la chimenea?

He observado que la gente se aferra a las heridas, tanto grandes como pequeñas, cuando les parece que no se ha hecho justicia. La gente acaricia esas llagas supurantes y se aferran a esos hijos muertos porque sienten que si ellos (los padres) son sanados, si ese querido cuerpecito pálido es finalmente enterrado, entonces ellos y esa herida injusta que sufrieron, ellos y ese dolor que padecieron, serán olvidados y nunca serán tomados en cuenta de una forma verdadera ni justa. Este tipo de temor no es malo, ya que tú comprenderás que el verdadero honor al yo, demanda la aplicación de justicia. Y nosotros sabemos que tal justicia sólo llegará hasta El Gran Assize y a no ser que el Gran Juez lo olvide (y francamente pensamos que quizás lo pueda olvidar), nosotros nos aferramos a nuestros muertos, continuamos exhibiendo su macabro recuerdo en nuestras áreas vitales, de forma tal que cuando compadezcamos ante El, ¡El lo olerá! ¡Lo verá y lo recordará! ¿Ven ustedes el problema cadavérico aquí mis amigos?

Hay algo mortalmente debilitante y constantemente descabellado en cuanto a esta tan amada herida y ese tan amado dolor. Ambos necesitan realmente ser sanados y para que esta sanidad se dé, tanto el dolor como la herida necesitan ser enterrados, y finalmente hay que dejarlos ir. Que así sea, porque el Juez Justo no lo olvidará. Su trono es un trono de justicia. Por lo tanto hoy, tú amigo que te encuentras paralizado, debes deshacerte de todos los retratos y todos los recuerdos de aparente injusticia y de dolor debilitante y sin respuesta. Debes empezar a vivir nuevamente. A mi parecer la mejor cura para estas terribles enfermedades es comenzar a buscar misericordia para nuestras vidas en vez de justicia, y que hagamos lo mismo para los demás; aun para los causantes de nuestras heridas.

Queridos amigos mostremos misericordia hacia nosotros mismos, hacia nuestras familias, hacia aquellos que nos han herido y especialmente hacia aquellos que buscan nuestro perdón. Si somos suficientemente grandes, y a medida que recibamos la suficiente sanidad, vayamos y mostremos misericordia aun hacia esos duros, ignorantes y no arrepentidos autores de nuestras muchas y dolorosas heridas.

El perdón es una buena tierra para enterrar a nuestros muertos y la misericordia es un gran bálsamo para untar en nuestras todavía malolientes y adoloridas heridas abiertas.

Medita:

Hubo una vez un corazón roto
el cual siempre fue muy frágil
al cual los años fueron dejando destrozado
Sin esperanza y con miedo

Las paredes que nunca quise construir
dejaron a este prisionero insatisfecho
La libertad me llamaba pero aún así
Ésta parecía tan lejos de mí

Estaba atado por cadenas
salario de mi pecado
y justo cuando me iba a dar por vencido,
la misericordia llegó
Me sentí cual prisionero dejado en libertad
más allá de mis fracasos dio con mi necesidad
con el pecado que yo cargaba
y que era todo lo que podía ver
Y cuando no pude alcanzar a la misericordia
la misericordia vino corriendo hacia mí.

(“Mercy Came Running” - Phillips, Craig y Dean (Trust))

Ora: Ten compasión de mí, oh Dios; ten compasión de mí, que en ti confío. A la sombra de tus alas me refugiaré, hasta que haya pasado el peligro. Salmos 57:1



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