Monday, June 24, 2013

Jun | 24 | Buscando el perdón

AMOR

Jeremías 31:3
El SEÑOR se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia. (VRV)

Buscando el perdón


Ubicada en Carolina del Sur, La vida secreta de las abejas de la autora Sue Monk Kidd narra la historia de cómo una chica huérfana de madre descubre lo que es una “familia”. El personaje principal, la joven Lily Owens, huye de su pueblo luego de haber ayudado a su amiga “de color” a escapar de la cárcel y se va a vivir con tres hermanas negras que se dedican a la apicultura. Allí Lily encuentra el amor de la madre que nunca tuvo. En determinado momento se revela que Lily Owens, siendo una pequeña niña, había matado accidentalmente a su mamá con una pistola, y que esta es la sombra oculta que la ha acosado durante toda su corta vida.

Con una gran introspección, Sue Monk Kidd muestra la escena donde finalmente Lily pronuncia la agobiante confesión. Según lo expresa la autora, “este fue el momento y el lugar en que vació sus entrañas con la esperanza de no ser echada a un lado a esperar su castigo” Entonces se nos presenta una escena diabólica: Lily, llorando frente a su afable confesora, mientras se libera de todos sus pecados y penas, sufre la más lacerante acusación de todas. La escritora lo describe de nuevo de una forma magistral diciendo “Probablemente una o dos veces en toda tu vida escucharas el susurro de un espíritu oscuro, una voz proveniente de la esencia de las cosas.

Tendrá cuchillas en lugar de labios y no se detendrá hasta que te haya dicho el secreto que hay en el fondo de todo. Arrodillada en el suelo, incapaz de contener los temblores oí la voz claramente decir “Nadie te puede amar Lily Owen. Nadie te puede amar. ¿Quién podría amarte? ¿Quién en este mundo podría alguna vez amarte?” Entonces amigos, aquí lo tenemos. El secreto en el fondo de todo, para todos nosotros. Cuando todo sea revelado, cuando se vierta la basura en el suelo para que Dios seleccione y todo el mundo la vea, ¿quién en este mundo podrá amarnos?
Una vez que hemos sido perdonados por Jesús, creer esta mentira es una discapacidad cancerosa; un enmudecimiento amenazador, un peso demasiado grande para que alguien lo pueda llevar, una mentira demasiado horrible para que alguien la pueda creer. Y a pesar de ello, en el fondo de nuestros corazones nos aferramos a esta idea envenenada, y nuestros oídos permanecen sordos a los susurros de amor por parte de Dios. Los labios afilados de los oscuros y engañosos espíritus que se nos aproximan en nuestra vergüenza y nuestra confesión, nos despedazan, y muchas veces (a menudo mucho antes y mucho después de tales desesperadas declaraciones) nuestros llorosos y cansados ojos son picoteados con agudas espinas de condenación de modo que, al no poder ver el amor y la piedad de Dios, nos vemos obligados a replegarnos a nuestras amargas y miserables guaridas de autoprotección y a continuar viviendo en la mentira de que nadie en este mundo, nadie, podría amarnos.

El mismo Dios que dice que en nuestra naturaleza antigua “No existe nada bueno” también dice que somos “más valiosos que la suma de todo este mundo maravilloso y todo lo que hay en él”. ¡Sin embargo no lo creemos! Realmente no lo creemos y nuestras vidas dan testimonio de ello.
Me imagino que si Dios fuese hoy a dejarnos una nota de amor por debajo de la puerta de nuestros corazones, ésta diría: “Cuidad de Dios. Jerusalén, mi más querida. A pesar de tus murallas rotas, tus aguas contaminadas y tus muy oscuras calles, Yo conozco tu nombre. Sé donde vives. Te amo. Creo que eres maravillosa. Tú eres más importante para mí que todas las brillantes y nombradas estrellas que cuelgan en Mi cielo. Te digo que te amo. ¡Simplemente te amo!” Bien, aquí está amigo, en la puerta de entrada de tu corazón. Lee esta nota. Créela. Es verdad.

Reflexiona: “El SEÑOR reconstruye a Jerusalén y reúne a los exiliados de Israel; restaura a los abatidos y cubre con vendas sus heridas. Él determina el número de las estrellas y a todas ellas les pone nombre.” Salmos 147:2-4

Ora: Líbrame de los crueles labios de los espíritus mentirosos, de los libros mentirosos y de los hombres mentirosos, oh Señor. Ayúdame a poseer mi belleza ante Ti, oh Dios, mi amoroso Salvador; oh Cristo, mi sacrificio sangrante, oh Jesús, amante de mi alma rota y llena de cicatrices. Amén.




No comments:

Post a Comment