Saturday, August 10, 2013

Aug | 10 | Monitores de leche

CRECER

1 Corintios 3:2,3  
Les di leche porque no podían asimilar alimento sólido, ni pueden todav pues aún son inmaduros. Mientras haya entre ustedes celos y contiendas, ¿no serán inmaduros? ¿Acaso no se están comportando según criterios meramente humanos?

Monitores de leche

En Gran Bretaña, después de la II Guerra Mundial y después de las Elecciones Generales de 1945, el entonces Primer Ministro, Clement Attlee, nombró a Ellen Wilkinson como Ministra de Educación, quien pasó a ser la primera mujer en la historia británica en ostentar ese cargo.

Una investigación anterior, en el año 1937 había comprobado que existe una relación entre los bajos ingresos, la desnutrición y el bajo rendimiento escolar. Por lo tanto, en 1946, Wilkinson, quien por mucho tiempo había luchado contra la pobreza, se las arregló para persuadir al Parlamento para que aprobara una ley que asegurara que a todos los estudiantes menores de dieciocho años se les diera gratuitamente un tercio de una botella de leche. Dada mi edad, yo fui uno de los beneficiados por esa magna obra y todavía puedo recordar el empalagoso olor a la hora de la leche en las mañanas.

La leche tenía definitivamente un sabor y una textura característica de la estación del año. En el verano, las cajas plásticas rojas de leche permanecían en el patio hasta la hora del receso matutino y a esa hora, la mitad superior de la botella estaba tibia y cremosa, mientras que la mitad inferior estaba algo fría. Por supuesto, en el invierno, ocurría lo contrario que en el verano y algunas veces la parte superior de la leche al estar congelada levantaba la fina tapa roja de aluminio de la pequeña botella y los fríos pedazos de hielo que flotaban en el líquido daban una punzada en el cerebro mientras bajaba y se deslizaba con su ruido característico por nuestras gargantas. En invierno o en verano, todas aquellas tapas de estaño se lavaban “en masa” y se guardaban para futuros “trabajos artísticos”. El olor de aquella mezcla de goma vieja de escuela y los pedacitos de leche cortada que quedaban en las tapas de aluminio todavía yace en el fondo de mi garganta y de tan sólo pensar en ello me dan náuseas. Sin embargo este ritual matutino de niños con sus bigotes blancos de leche y eructos le dio la posibilidad a millones de niños británicos de poseer un amplio lugar de poder y dignidad. Bueno, así era, si te convertías en “¡Monitor de leche!”

Ser monitor de leche era un gran honor. Del mismo modo que un corresponsal de guerra que parado en un portaviones cuenta los aviones de guerra que llegan y salen, con ese mismo semblante grave, el monitor de leche contaba todas las botellas que salían y las volvía a contar cuando nuevamente llegaban vacías. Por aquellos días nadie había escuchado acerca de la intolerancia a la lactosa, por lo que tenías que literalmente tragártela, dejar el lloriqueo, ponerte en pie y tomarte tu leche, ¡hasta la última gota! Recuerdo que para algunos, el bajar aquella cremosa o helada leche era una muy dura e indescriptible experiencia diaria, pero el monitor de leche no mostraba misericordia.

Las reducciones de los gastos gubernamentales se deshicieron de la leche gratis, y a pesar de las obvias preocupaciones sanitarias, las comidas más populares ahora son la pizza, las hamburguesas y las papas fritas. El pensamiento anticuado les dio leche gratis a los niños en crecimiento pero la nueva ‘iluminación’ trae elección, tolerancia, menús estilo café y condones. Las enfermedades de transmisión sexual, la obesidad en los adolescentes, y la locura en las aulas, algunas veces al extremo de tener bombas y balas en el menú de muchas escuelas hoy. Parece que la educación y el cuidado de los niños han progresado mucho desde la II Guerra Mundial.
En nuestro versículo de hoy, Pablo amonesta a los infantiles Corintios. La necesidad de que los niños en crecimiento reciban leche era una necesidad obvia. En este caso, la leche era la doctrina básica del Cristianismo. Sin embargo, eso era por un tiempo y por ahora, los Corintios ya debieran estar mucho, mucho más lejos, teniendo a Cristo completamente formado en ellos, pero no, ellos no estaban llenos ni de la Palabra ni del Espíritu. Los Corintios eran carnales.

La palabra “carnal” es anticuada, lo sé, pero todavía lleva consigo la burla y la vergüenza de cuando la utilizaron por primera vez. Los Cristianos Corintios eran gente que debiera haber estado fuerte en el Señor y en el poder de su fuerza. Eran Cristianos que debieron tener más abiertos los ojos del corazón. Eran Cristianos que debieran haber tenido sus cabezas levantadas hacia el cielo, pero que al contrario, eran Cristianos débiles, de estrecha visión, que todavía se enfocaban en sus insignificantes y pequeñas vidas de pecado y de absurdo egoísmo. ¡Eran carnales! Se perdieron la leche cuando eran niños ¡y ahora les salían todas las deficiencias relacionadas con su nutrición espiritual! Los Cristianos con raquitismo raramente caminarán bien.

Quizás la iglesia necesite por algún tiempo algunos nuevos monitores de leche, ¿no es verdad? Para asegurarse de que la tomemos, la traguemos y la mantengamos. En definitiva, la leche es muchísimo más provechosa que las pizzas y las papas fritas. La primera fortalecerá tu corazón y tus huesos mientras que las otras cosas se pegarán a tus arterias y te debilitarán las rodillas. Entonces, permítanme preguntarles hoy, ¿cómo están sus corazones y sus rodillas, queridos amigos? ¿No será tiempo de hallar otro medio de crecimiento? ¿No será tiempo de evitar todas las especialidades posmodernas de pizzas? ¿No será tiempo para algunos de ustedes, Cristianos raquíticos, de regresar a la dieta básica de leche?

Medita: “Por eso, dejando a un lado las enseñanzas elementales acerca de Cristo, avancemos hacia la madurez. No volvamos a poner los fundamentos, tales como el arrepentimiento de las obras que conducen a la muerte, la fe en Dios, la instrucción sobre bautismos, la imposición de manos, la resurrección de los muertos y el juicio eterno. Así procederemos, si Dios lo permite.” Hebreos 6:1-3

Ora: Señor, si es necesario, llévame de regreso al principio y edifica mis deformados huesos. Amén.





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