Saturday, October 26, 2013

Oct | 26 | Arrojando champiñones a Dios

AMA

Apocalipsis 2:4-6 
Sin embargo, tengo en tu contra que has abandonado tu primer amor. ¡Recuerda de dónde has caído! Arrepiéntete y vuelve a practicar las obras que hacías al principio. Si no te arrepientes, iré y quitaré de su lugar tu candelabro.

Arrojando champiñones a Dios

Los primeros capítulos del libro del Apocalipsis contienen siete cartas para siete iglesias. Siete pequeñas cartas de Jesús para aquellos que Él ama y que lo aman. ¡Aunque, francamente, no parecen para nada cartas de amor! En cierto sentido, estas cartas están dirigidas a las iglesias históricas; por otro lado, también están dirigidas a la iglesia militante que marcha a través del tiempo y del espacio, encontrándose a sí misma en estas siete fases diferentes que requiere instrucción y dirección por parte de Cristo; y en otro sentido, son cartas para cualquier iglesia, en cualquier tiempo, en cualquier lugar, que manifieste estas actitudes o inclinaciones. En otras palabras, si estas cartas hacen referencia a temas de nuestra vida actual que son ofensivos para Jesús, entonces son para nosotros.

La célebre iglesia de Éfeso, el genuino deleite de los estudiosos a lo largo de los tiempos, la diva de la doctrina de los teólogos, es la primera que llama la atención de Jesús. Pienso que a Él, que es el Primero y el Último, le gusta sintetizar Sus mensajes en eso que es tanto lo primordial como lo supremo: Amor y fidelidad.

Así es que, habiéndose percatado de la forma de conducirse tan correcta, la perseverancia, la labor y la fidelidad de la iglesia de Éfeso, Jesús les habla del tema primordial; les habla del amor. Y no de un cualquier amor, sino de una clase especial de amor: Un primer amor.

Nuestras estanterías y agendas digitales están atiborradas con libros y documentales sobre el amor. Los “cómo”, los “cuándo” y los “qué no” del verdadero amor, todo lo cual está muy bien y es de mucha ayuda. Sin embargo, el tema más perturbador y, aún así, el más común que he encontrado es la aceptación de la transformación del primer amor que siempre estaba en expectación, en un amor cómodo. “Después de todo”, dicen la mayoría de los escritores, “la mayoría de nosotros no tenemos disponible el tiempo ni la energía que debemos emplear para sostener un apasionado romance con nuestros cónyuges, ni tampoco resulta práctico a medida que nos hacemos más viejos, especialmente, con la disminución de nuestras energías físicas y las demandas crecientes de nuestros hijos, empleos y cuentas por pagar”. ¡La respuesta a esto es debemos tener un amor fiel, consciente y confortable como un viejo zapato, pero estable y sólido como una roca, el cual debe ser anhelado y abrazado, casi con desesperación! Porque Jesús dice, haces muchas cosas por y para mí, pero “con todo tengo esto que reprocharte: que has dejado tu primer amor”.

Salvaje y apasionado, este León de Judá sigue buscando las chispas para volverlas en llamas de pasión “Ámame”, dice Él, “con TODO tu corazón, con TODA tu alma, con TODA tu mente”. “Búscame”, dice Él, “con TODO lo que tienes y TODO lo que eres, ¡y me encontrarás!”
Dejemos a un lado las viejas mentiras del amor confortable y abracemos las peticiones de Jesús una vez más. ¡Ámenlo con una pasión desenfrenada y sin descanso! ¡Ámenlo con pasión! ¡Ámenlo con sacrificio! ¡Ámenlo con ternura! ¡Ámenlo con el deseo de alcanzarlo! ¡Ámenlo con la determinación de morir por Él! ¡Amor verdadero, amor grande, amor deleitoso, amor tangible, amor que se nota, amor total! ¡Ámenlo con el “primer amor” una vez más!

Reflexiona: “Él estaba totalmente emocionado acerca de la idea de ser. Él continuaba pensando nuevas formas de ser y nuevas clases de ser para ser”. Una tarde, Dios el Hijo se acercó y dijo, “Esto está realmente bien. ¿Por qué no voy y preparo algo?” Y Dios el Espíritu Santo dijo, “¡Fantástico! Te ayudaré”. Es así que, se reunieron esa noche después de la cena y prepararon para el Padre un show tremendo acerca de ser. Estaba lleno de agua y luz y ranas; los sauces caían por todo el lugar y peces moteados nadaban alrededor de las copas de vino. Había champiñones y uvas y rábanos y tigres –y por todas partes, hombres y mujeres para saborearlos, hacer malabares, unirse a ellos y amarlos. Dios el Padre miró toda la fiesta y dijo, “Maravilloso. Justo lo que tenía en mente. ¡Sí!” Y todo lo que Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo atinaron fue a decir: “¡Sí, sí!” Por siglos rieron diciendo cosas como qué grandioso era para el ser, ser, qué inteligente el Padre por concebir esa idea, qué amable el Hijo por tomarse la molestia de llevarla a cabo, y qué gentil el Espíritu Santo al dedicar tanto tiempo a la coreografía. Se contaron viejos chistes unos a otros, y el Padre y el Hijo bebieron su vino en la unidad del Espíritu Santo y se arrojaron aceitunas maduras y champiñones en conserva unos a otros por toda la eternidad”.

Ora: Jesús. Permíteme comenzar nuevamente. Me arrepiento de mi sequedad, mi superficialidad, mi falta de interés, mi vergüenza por no tener mi corazón ardiendo por Ti. ¡Señor, haz que las chispas vuelen! Permíteme que comience a amarte, a Ti, el Dios eterno, con un corazón nuevo y con una pasión total. Señor, llena mi copa con ‘ranas’ danzantes hoy. ¡Amén!

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