Tuesday, November 5, 2013

Nov | 05 | Sobre ángeles de la guarda y pirámides de esperanza

ESPERANZA

Ezequiel 36:11b  
Los poblaré como en tiempos pasados, y los haré prosperar más que antes. Entonces sabrán que yo soy el SEÑOR.

Sobre ángeles de la guarda y pirámides de esperanza

Provengo de una comunidad minera. Un pueblo una vez rodeado de columnas de bocamina y ruedas rotativas, arrojando hombres cual topos en la profunda oscuridad para extraer ese fósil negro y ardiente que se llama carbón.

Justo a la vuelta de la esquina de donde yo vivía, Poolsbrook fue alguna vez una sombría villa donde los trabajadores que no estaban “en turno” iban a dormir, y cual cachorros asustados, descansaban sumisamente sobre sus espaldas huesudas, con sus encorvadas piernas temblorosas bajo la amenazadora, gris y creciente pila de escoria, suspirando oraciones para que lo que sucedió alguna vez en Aberfán no les sucediera a ellos también de repente.

Poolsbrook tenía la fama de que los mineros siempre salen maltrechos, con sus caras tiznadas, a la superficie; siempre tosiendo, siempre cansados y sudados, escupiendo su propia sangre impregnada de polvo de carbón. Recuerdo que siempre pasaba por allí rápidamente, pues Poolsbrook nunca era un lugar para quedarse sino un lugar para atravesar rápido, y para cualquier jovencito nacido allí y creciendo bajo el exceso de gris del carbón, Poolsbrook siempre era un lugar para irse.

La clausura de la industria del carbón, precedida por largas y duraderas batallas sucias con policías traídos de otros lados, significaron, a fines de los ’80, que la villa diera su último suspiro, dejando la escena saqueada, triste y desolada. La última vuelta de la rueda en la entrada de la mina trajo todos los terrores del desempleo masivo, ya vistos a fines del siglo XX: el colapso de la comunidad, fisuras en las familias, cigarrillos de estupefacientes y un diluvio de desesperación, drogas y crímenes, junto a un oscuro sentimiento de desesperanza y una gran cantidad de suicidios entre los varones adolescentes.

Amigos, les pinto este sombrío cuadro en el día de hoy, por tres razones: Primera, porque esa es la forma en la que recuerdo Poolsbrook cuando era niño. Segunda, porque en mis breves visitas de vuelta, luego de las largas huelgas de los mineros en los ’80, eso es lo que presencié allí, y tercero y lo más importante, ¡porque desde la distancia del siglo XXI Poolsbrook parece vivir nuevamente!

A lo largo de los años, la inversión interna del gobierno y la replanificación han llevado a la construcción de una pirámide, la cual será más alta que aquel otro signo de renovación y rejuvenecimiento, el Ángel del Norte. Ambos monumentos en el corazón de comunidades aniquiladas por el gobierno, son testimonio de un intento de lograr un cambio exitoso y la revitalización del área. La pirámide de Poolsbrook será vista por millones, cuando la carretera M1, esa arteria fundamental para el transporte, lleve su camino a través de la, alguna vez, industrializada Derbyshire. ¡Qué increíble la forma como han cambiado las cosas!

Dejando de lado la política y quizá, las malas decisiones tomadas sobre el gasto, el mensaje de esta pirámide es de esperanza y cambio. Imaginen si, hace veinticinco años, hubiesen tomado a un jovencito que rebotaba su pelota contra las paredes grises de las casas unidas por los patios, y le hubiesen susurrado al oído que cuando él fuese hombre vería ¡una pirámide en sus campos! Les aseguro que él no lo hubiese creído, pero ahora, para todos los que ven esta pirámide, ella grita desafiante y agradecida a la villa de Poolsbrook, diciendo “¡Somos el símbolo de algo! ¡No hemos sido olvidados o abandonados! ¡No estamos muertos! ¡La vida vive aquí!” Así es que la Poolsbrook de hoy, como el antiguo Egipto, tiene ahora su pirámide. ¿Quién lo hubiese creído?
Hermano Cristiano, que te sientes desamparado, vacío y angustiado. Te hablo hoy a ti, mi amigo, y te recuerdo de la bondad de Dios nuestro Padre, quien está siempre más dispuesto a bendecir que a probar. La luz al final del túnel no es un tren, sino su bondad acercándose velozmente hacia ti. Así que, camina sobre tus ruinas, arrepiéntete de lo que debas y comienza a creer que Dios es bueno y está en el negocio de la redención real; cree con tu corazón que sobre tus torres caídas y tus campos salados ahora inundados de dolor, podrás escribir estas palabras verdaderas y dignas de mención: ‘grande’ ‘mejor’ ‘maravilloso’. Las ruinas de tu vida, marcadas ahora por la devastación que te rodea, y con el amargo olor a pérdida y a desesperación, ¡todas pueden ser reconstruidas, redescubiertas, revigorizadas y renovadas con fortaleza! ¡Sí! ¡Se pueden hacer más bellas aún que antes, pueden ser más grandes, mejores, maravillosas! ¿Acaso no sabes que las cosas tardías de Dios suelen ser mejor que las primeras? ¿Acaso no sabes que los regalos de Dios entregados más tarde son siempre mejores, más grandes y más duraderos que los regalos entregados primero? Verás, mi amigo, la restauración, la renovación y la redención están todas en las manos de nuestro maravilloso Dios, quien se deleita en pintar tu vida nuevamente con Sus gloriosos colores. Mira en tus campos olvidados pues yo te digo que, con Dios, lo mejor está siempre por venir y, quién sabe si alguien habrá colocado un ángel de la guarda o habrá implantado allí una pirámide que grita para que todo el mundo la vea! ¡Cosas más extrañas han sucedido!

Reflexiona: Yo estoy preocupado por ustedes, y los voy a proteger. Ustedes, los montes, volverán a ser sembrados y cultivados, y multiplicaré al pueblo de Israel. Las ciudades serán repobladas, y reconstruidas las ruinas. Sobre ustedes multiplicaré a los hombres y animales, y ellos serán fecundos y numerosos. Los poblaré como en tiempos pasados, y los haré prosperar más que antes. Entonces sabrán que yo soy el SEÑOR. Ezequiel 36:9-11

Ora: Oh Dios de los Comienzos, comienza en mí hoy, una vez más. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.

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