Saturday, November 16, 2013

Nov | 16 | Tres respuestas para la envidia

CONTENTAMIENTO

Marcos 15:9-10 
“¿Quieren que les suelte al rey de los judíos?” replicó Pilato, porque se daba cuenta de que los jefes de los sacerdotes habían entregado a Jesús por envidia.

Tres respuestas para la envidia

La envidia ha sido descrita como “la percepción dolorosa o resentida de los atributos, la condición, las aptitudes o situación de otra persona, junto con el deseo de poseer esas cosas, o quitárselas a su dueño”. Feo, ¿verdad? ¡Muy feo!

A través de los años, la envidia ha sido descrita como uno de los siete pecados capitales, simplemente por la devastación comprobada y profunda que trae en esta vida, y algunos dirán, en la que vendrá también. He introducido estas pequeñas palabras, ‘esta vida y la que vendrá’, para que tengamos algunas bases bíblicas y necesarias como contexto. Recuerden, está esta vida y la vida que vendrá después; está lo temporal y lo eterno; hay un ahora y después; hay mortalidad e inmortalidad. ¿Debo continuar?

Así que la Biblia nos presenta un contraste contextual distintivo para que comprendamos tanto este mundo, como la batalla contra la envidia. En efecto, Dios dice que debemos “experimentar el ahora, en el contexto de aquello que está por venir”, y que eso nos ayudará en nuestra batalla contra la envidia. Ahora, no me malinterpreten, este no es un giro sobre percepciones kármicas orientales, donde uno o acepta engañosamente con mucho dolor todas las posiciones sociales como su destino kármico o ¡como una realidad falsa que debe ser ignorada! No, no es eso. No es un “opio religioso para las masas” en un intento de sedar su sufrimiento y privarlas de la verdadera alegría en este mundo. No, ni son grilletes kármicos, ni un coma religioso inducido por el opio, no señor, esto es un mensaje bíblico muy claro y muy maravilloso, pues la Biblia dice, “hay una vida eterna por venir; así que, vive en esa luz y te ayudará a convertirte en más que vencedor con respecto a esta enfermedad tan destructiva llamada envidia”.

Sin embargo, el gurú de la instrucción occidental actual dice, “si ves a alguien que está en mejor posición que tú, y deseas parecerte a ellos, entonces debes mejorar. Emula las cosas buenas y lucrativas que ellos hacen, para que tú también puedas alcanzar lo que ellos. Sea lo que esto fuere. Después de todo, esto es lo que Dios quiere para ti: “¡bendiciones materiales!” Ahora, por supuesto, esa afirmación por parte del gurú de la instrucción occidental comenzó bien, pero en la última frase culminó con los fundamentos que le son propios a cada herramienta del mensaje de auto-ayuda y auto-sanidad del Occidente, y de cada mensaje de prosperidad y riqueza que ustedes oirán, y francamente, no lo creo, amigos. ¡Simplemente no lo creo! ¡Nuestro objetivo, como ven, no son las cosas materiales!

Sí está bien que progresemos y que otros también lo hagan, aunque la igualdad social tampoco es el objetivo. La verdad es que con la mejora material, rara vez el verdadero objetivo es la igualdad social; la mejora personal es frecuentemente en detrimento de otros, lo que a su vez produce envidia en aquellos que no logran obtener lo mismo, y la envidia luego crece y como un mastín gruñón, siempre, se encuentra agazapado ante su puerta.

Como comentario al margen, en verdad me pregunto si siempre que los pecados de avaricia y represión han llevado al robo de los pobres, ¿no será, entonces, imperativo que nosotros, los Reyes del Reino, tomemos acciones sociales que lleven justicia a esos pobres? Pues sin duda este Reino de Dios debe ser un reino de rectitud y justicia. ¡Ah, quizá en este comentario al margen, estemos llegando a donde debemos! Nuestro contexto debe ser siempre el Reino, el Reino que es eterno y que aún hoy, a veces toca nuestros pasos temporales con una envidia que mata toda justicia.

Entre toda la envidia que sin duda se levantará en nuestros corazones en algún momento, desde mis incoherencias de hoy, ¿puedo dejarles sólo tres palabras clave, tres armas, si lo prefieren, para ayudarlos en la batalla?:

Primero que nada, el llamado. ¿A qué te ha llamado Dios? Este llamado puede significar el sacrificio de esas cosas que otros consideran comunes y necesarias para tener felicidad en esta vida. Sin embargo, este llamado también puede querer decir la adquisición de esas cosas que algunos considerarían excesivas e innecesarias para el disfrute de esta vida. ¡Quien sabe! Esto es entre tú y el Señor. El punto es: ¿Cuál es tu llamado? ¿Qué es lo que Dios quiere que hagas? Tú eres responsable por el llamado que está dentro de ti. Sigue este llamado hasta el final y te ayudará a evitar la envidia. ¡No te compares con otros, porque cuando sigues tu llamado personal, tú estás cumpliendo tu propio destino en Dios!

Segundo, contexto. Vivimos en un mundo que está muriendo; un mundo de sombras fugaces. Residimos temporalmente en un cuerpo que se agota día a día y que se arrastra cada vez con mayor lentitud por las planicies del dolor, donde con seguridad nos encontramos la mayor parte del tiempo “levantando cada noche nuestras tiendas móviles, marchando cada día más cerca de nuestro hogar”. Amigos, todo es aire y polvo, todo. Recuerden esto. Así es que, den tanto a los deseos de su corazón, como a su situación actual y pasajera, el contexto adecuado para que ambos puedan expresarse. Este contexto adecuado es el hecho de que todo es pasajero ¡y de aire y polvo! Este contexto de que todo se oxida y se descompone, siempre ayudará a evitar que caigas en la envidia.

Por último, el Reino. Jesús fue muy claro en esto diciendo que, sea lo que sea que hagamos, debe ser hecho en la prosecución y en el eterno y permanente contexto de Su Reino. Cuando vivimos en el contexto del Reino, podemos estar completamente seguros de que el testimonio y las palabras pronunciadas por Jesús son verdad: “todo lo que necesitemos nos será dado en abundancia”. ¡Es por eso que no debemos sentir envidia, porque lo que hemos necesitado, se nos ha dado y, por lo tanto, también en el presente y en el futuro nos será dado!

Finalmente, además de estas tres palabras, en un sentido muy real necesitamos conocer esta última y terrible verdad: la envidia, siempre, ‘entregará’ a Cristo para ser crucificado; la envidia siempre sacrificará a otros. Así que, los dejo con este pensamiento terrible y tres respuestas para envidiar en el día de hoy: Llamado, Contexto y Reino. ‘Que el que tenga oídos para oír, oiga.

Reflexiona: No envidies en tu corazón a los pecadores; más bien, muéstrate siempre celoso en el temor del Señor. Cuentas con una esperanza futura, la cual no será destruida. Proverbios 23:17-18

Ora: Querido Jesús, enséñame a ser como Tú. Ayúdame para que esté contento en la prosecución de mi llamado, y en el fortalecimiento de Tu Reino, para mi mejora eterna y la de todos aquellos a quien yo ‘toque’ con mi vida, en este contexto de polvo y aire. Te lo pido en tu glorioso nombre. Amén.

 

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