Wednesday, November 27, 2013

Nov | 27 | Poniendo en práctica la quinta rueda de la sabiduría

SABIDURÍA

Proverbios 4:7a 
La sabiduría es lo primero. ¡Adquiere sabiduría!

Poniendo en práctica la quinta rueda de la sabiduría

Aparentemente, Sid Caesar, ese ícono de los primeros tiempos de la comedia norteamericana por televisión, fue quien haciendo gala de una profunda lucidez, declaró: “El hombre que inventó la primera rueda fue un tonto, pero el hombre que inventó las otras tres, ¡ese sí fue un genio!” Es un buen chiste y es de hecho una pauta para comenzar a entender la sabiduría.

Will Durant dice que “idealmente, la sabiduría es perspectiva absoluta – ver un objeto, evento o idea en todas sus posibles relaciones”. Durant continúa, “Spinoza define la sabiduría como “entender las cosas sub specie eternitatis” o “a la luz de lo eterno”. Y continúa: “Sugiero definir la sabiduría como: “ver las cosas sub specie totius, o ¡a la luz de un todo!” ¡Gracias Sr. Durant! Sin embargo, dejando de lado ese distintivo uso del Latín, eso es exactamente lo que Sid Caesar dijo, sólo que él lo dijo de una manera que la mayoría de nosotros podemos entender. Ah, y a propósito, a menudo he observado que los cómicos tristes y los humoristas infelices ¡parecen expresar la verdad de forma mucho más clara de lo que cualquier filósofo ya muerto haya podido jamás!

La sabiduría de este mundo dice, “El dinero es lo principal y con todo lo que estás consiguiendo, consigue más, y luego con ello, alcanza el poder”. Piensen en ello. Piensen en cómo esta sabiduría mundana traspasa y posee a toda la sociedad Occidental, ¡y especialmente a la iglesia! Yo personalmente sé, (¡oh Dios ayúdame!), que ésta es la mentira más grande con la que he batallado toda mi vida y amigos, continúo batallando con ella porque la mentira parece tan verdadera, ¿no es cierto? Conseguir dinero sí parece ser lo principal en este mundo y la meta principal de nuestra existencia, porque sin dinero, ¡no puedes hacer nada! Ni siquiera la iglesia puede hacer algo sin dinero. Entonces nuestros Pastores nos dicen muy cautelosamente: “demos en oración y con cuidado, humildemente pero liberalmente, ¡consigamos dinero y que sea mucho!” Y entonces, en todas nuestras campañas de recolección de fondos y en todas nuestras presentaciones de necesidades financieras, decimos con bastante simpleza y en voz muy alta, ‘¡El dinero es lo principal, por tanto, consigan dinero!’

Una vez más, Will Durant el afable filósofo, dice sobre la humanidad y sobre sí mismo: “todos somos fragmentos de la oscuridad buscando a tientas el sol. No sé más sobre las cosas eternas que lo que sabe el más simple de los chiquillos de la calle”. Eso es, al parecer, muy profundo y humilde, pero la respuesta de Dios a esta ignorancia filosófica del hombre pequeño frente a Su vasta y eterna esencia ¡es simple! Él dice: “¡No! ¡La sabiduría es lo principal. Así que, búsquenla!” En otras palabras, Dios dice, “Detengan las necedades filosóficas sobre no saber y no entender, porque les digo honestamente, ¡tanto la sabiduría como el entendimiento, se pueden adquirir! ¡Así que adquiéranlos!” Pareciera a la vista de Dios, ¡que ninguno de nosotros debe ser como niño en este tipo de cosas! “El dinero no es lo principal”, dice Dios, “la sabiduría lo es, ¡y ustedes pueden alcanzarla!”

En las Escrituras, esta sabiduría que puede ser alcanzada siempre se logra desde una posición de humildad y reconocimiento. En otras palabras, reconocemos que fuimos creados y que somos responsables delante de nuestro Padre Creador, de Dios el Señor, el Dios de la revelación y nuestro extraordinario Redentor de lo que recibimos. Este es el inicio de la sabiduría: reconocer humildemente tanto nuestra posición como Su grandeza, y especialmente, Su gran bondad. Él es el Maestro y el Amo de nuestro destino.

La temor reverente hacia Dios, es el principio de la sabiduría. Sí, lo es. No obstante, al tiempo que escribo esto, soy consciente que ‘el viejo hombre’ en mí, aún no muerto, y que todavía levanta su tonto puño y surgiendo ‘invicto’, clama: “yo soy el amo de mi propio destino” a medida que guía mi marcha hacia los vestíbulos vacíos del infierno. Tomen nota de este puño amigos, pues cada vez que rechazamos a las mansas y constantes súplicas de la sabiduría, cada vez que nos rehusamos a la humildad, cada vez que nos rehusamos a doblar nuestras rodillas, ‘Invitamos a Invicto’ a que hable su poderosa insensatez una vez más. Mi propio ser, siendo amo de mi destino, siempre dice “¡El dinero es lo principal, por tanto, consigan dinero!” Qué tonto, ¿no lo creen? No hay sabiduría en un puño levantado, nunca la hubo y nunca la habrá. Caín supo eso mismo cuando mató a su hermano. Así es que, seamos humildes y adquiramos sabiduría.
En conclusión entonces, ¿puedo añadir un pensamiento extra? Si la sabiduría es mejor que el oro, entonces de seguro el entendimiento es mejor que la plata. Voy a añadir algo al sabio comentario de Sid Caesar y a decir: “El hombre que inventó la primera rueda fue un tonto y el hombre que inventó las otras tres, puede que haya sido un genio, pero el hombre que puso la quinta rueda en frente del asiento del conductor, ¡ese sí fue un hombre que aplicó la sabiduría, a quien no le hace falta nada y que puede ir a todos lados!” ¿Entienden lo que digo? ¡La sabiduría y el entendimiento sin ser puestos en práctica son sólo un resplandor absurdo! Así que, amigos, ¿puedo dejarles hoy algunas palabras de, posiblemente, la mujer más sabia que jamás haya existido…?

Reflexiona: Al tercer día se celebró una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús se encontraba allí. También habían sido invitados a la boda Jesús y sus discípulos. Cuando el vino se acabó, la madre de Jesús le dijo: “Ya no tienen vino.” “Mujer, ¿eso qué tiene que ver conmigo?” respondió Jesús. “Todavía no ha llegado mi hora.” Su madre dijo a los sirvientes: “Hagan lo que él les ordene.” Juan 2:1-5

Ora: Señor, me arrepiento por mi arrogancia al no adquirir lo que puede ser alcanzado. Guíame hacia la sabiduría, dame entendimiento y bendíceme para poner ambos en práctica. En el nombre de Jesús te lo pido. Amén.

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