Friday, January 31, 2014

Jan | 31 | ¡Viendo lo extraordinario!

CLAMA

¡Viendo lo extraordinario!

Jeremías 33:2,3
Así dice aquel cuyo nombre es el SEÑOR, el que hizo la tierra, y la formó y la estableció con firmeza: “Clama a mí y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.” Reina Valera 1960

Parte de cualquier período de prisión para los cristianos son los agónicos malos entendidos: Al igual que un buque perdido en un mar calmo y sin oleaje, nuestras velas están inmóviles y nosotros ansiamos la lluvia de vida y los vientos de salvación para que vengan una vez más a soplar a nuestro favor. Esta calma llena de duda, esta calma llena de espera, esta larga calma llena del eterno preguntarse ¿por qué?, nos ha dejado en la ignorancia en cuanto a la forma en que Dios obra y peor aún: nos hace sospechar de la fidelidad de Su amor y de Su bondad. Esto no es nuevo, y no estamos solos al pensar así.

Ahora bien, haciendo a un lado el sufrimiento personal y temporal que Jeremías experimenta en ese momento como profeta de las naciones y como gran admirador de sí mismo, mientras sostiene de manera obediente la escritura de un campo que ha comprado recientemente como testimonio del pago inicial del juicio de Dios que se avecina, Jeremías no comprende ¿cómo podía Dios restaurar a una nación tan rebelde como la suya que, aparentemente, estaba destinada a la ruina? Desde este lugar de oscuridad, esta prisión de completa ignorancia, Dios ahora desafía a Su profeta para que clame a Él por entendimiento.

Bien, presten atención: Jeremías aún se encuentra en prisión cuando Dios pronuncia estas palabras y la verdad es que, para todos nosotros, existen en nuestras vidas alrededor de diez mil tipos diferentes de prisiones: La prisión del temor, la de la necesidad, la de la incomprensión, la del rechazo, la del dolor, la del arrepentimiento, la de las elecciones equivocadas, la de la depresión, la de la desesperanza, y la lista puede seguir por siempre. Así es, no importa en qué clase de prisión nos encontremos, Dios puede visitarnos, y con frecuencia lo hace. Recuerda, pues, estos dos puntos muy importantes: primero que estos versículos, llenos de invitación presente y respuestas venideras, pertenecen a un siervo del Señor atormentado y amarrado, frustrado y abatido. ¿Eres éste tú? Segundo que, en realidad, Jeremías ¡escuchó más de Dios en la cárcel de lo que jamás lo hizo en un palacio! Pues bien, a medida que las nubes de este día revelan las oscuras sábanas de la noche sobre otro día de cárcel para ti, ¿te encuentras expectante en tu prisión esta noche? ¿Estás escuchando atentamente?

No tienes forma de saber los planes que Dios tiene para tu futuro. Solo Dios puede revelar los secretos de tu futuro. Sin embargo, ¡ten esperanza! pues como Dios le dijo a Jeremías: “Clama a mí y yo te responderé, y te mostraré cosas grandes y ocultas que tu no conoces, cosas impensadas, cosas no soñadas, más aún, cosas impensables! Sí, te mostraré cosas que están guardadas en una caja de seguridad, que son inaccesibles, ¡cosas extraordinarias que vendrán a tu futuro! ¡Todas estas cosas y más, solo clama a mí y te las mostraré! Y cuando clames, Jeremías, aun cuando el mostrar este conocimiento arroje una brillante luz sobre el pecado de tu nación, ¡aun así responderé, aun así mostraré, aun así vendré y aun así purificaré; y sí, aun así perdonaré!”.

Querido amigo, el nuevo año siempre llega presuroso hasta nosotros y a pesar de la incertidumbre, observa con qué rapidez eres devorado por todas sus demandas. Además de esto, querido cristiano, antes de que desaparezcas dentro del túnel de escape que tú mismo has cavado, es imperativo que en este preciso instante clames a Dios por sabiduría y gracia, incluso por luz y entendimiento sobre lo que Él hará en ti, sobre ti, por ti y contigo en este nuevo año que comienza. Hazlo ahora, ¡pues este es el año para ver lo extraordinario!

Reflexiona:- Así dice aquel cuyo nombre es el SEÑOR, el que hizo la tierra, y la formó y la estableció con firmeza: “Clama a mí y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.” Jeremías 33:2,3 NVI

Ora: -  Padre, por favor muéstrame lo que estás haciendo y lo que vas a hacer. Muéstrame Tu gloria en mi vida y en mi llamado en particular. Padre, muéstrame Tus obras, para que pueda sentirme liberado de mi prisión. Sí Padre, por favor dame ahora un barco nuevo y llévame a las grandiosas aguas donde pueda ver todas Tus maravillas, mi Señor y mi Dios. Amén y que así sea.

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